El juego es jugando

Publicado el 08 septiembre 2015 por Fullde95 @Zandra_Fdez
Colombia acudió a la OEA para solicitar una reunión extraordinaria de cancilleres con la finalidad de discutir el conflicto fronterizo que mantiene cerrada la frontera colombo-venezolana. Luego de la votación de los miembros de la organización, el resultado fue negativo, no obtuvieron la cantidad necesaria de votos para que fuera convocada la reunión.
La negativa de la OEA y el aplazamiento de UNASUR para discutir el mismo tema, dieron como resultado que la canciller colombiana María Ángela Holguín, se pronunciara poniendo en duda la asistencia a la próxima reunión de UNASUR. Por su parte, el presidente Juan Manuel Santos dio un discurso en el que se extrañaba de la falta de solidaridad latinoamericana, y hacía un llamado a la unión de la región y a la defensa de la democracia.

Holguín, Canciller colombiana


El comportamiento de dos países llama la atención en esta situación. Dos jugadores han cambiado de bando en un año y medio escaso. Santos clama al cielo y a la región por solidaridad, sin embargo, cuando en febrero del año pasado la oposición venezolana hizo lo mismo, él abogaba para que se resolviera con diálogo sin intervención externa. Cuando Capriles puso en duda los resultados de las elecciones de abril de 2013, Santos no dijo que toda la región debía obligar a Maduro a permitir la auditoria de las mesas y los cuadernos electorales. Es más, cuando Holguín vino a promover el diálogo entre ambas partes, no cuestionó el hecho de que UNASUR había prometido una auditoría que al final no cumplió. De hecho, cuando UNASUR no fue capaz de establecer las condiciones para que el diálogo se diera, Holguín no cuestionó a la organización, ni las decisiones de las que formó parte.

Presidente de Colombia, Juan Manuel Santos


Por otro lado, un actor que sí hizo todo lo que Colombia no hizo el año pasado fue Panamá. Incluso le cedió su puesto a María Corina Machado para que expresara en la OEA la situación de violación de Derechos Humanos que sucedía en nuestro país. Sin embargo, esta vez se abstuvo de votar para discutir la solución de la crisis fronteriza. Es curioso el cambio del vecino país, un día es un gran defensor de la democracia de nuestro país, pero año y medio después no sabe si la OEA se debe involucrar en el conflicto.
Este cambio en la hoja de ruta en las relaciones internacionales de Panamá, me recuerda cuando el año pasado los reyes de las simpatías automáticas agradecían en las redes al vecino país por su ayuda. La ignorancia en cuanto a relaciones internacionales y diplomacia es tan grande, que esa gente pensaba que Panamá lo hacía por amistad y verdadera valoración de la democracia. Es trágico, pero la ingenuidad no es gratuita.
A día de hoy, no pecaremos de mal pensados quienes sospechemos que Panamá al no poder cobrarle la deuda a Venezuela, ha decidido actuar distinto, y no tocarle la cola al perro. No es pecado que Panamá haya visto como una oportunidad de negocio el cierre de la frontera colombo-venezolana, lo cual le traería beneficios en caso de poder estabilizar sus relaciones con Maduro, y le permitiría recuperar un mercado que en los últimos años ha mermado y era muy importante para ellos.

Jorge Miranda, ex canciller panameño, fue sustituido al día siguiente de su abstención


Entonces, algunos saldrán a darse golpes de pecho diciendo que nos traicionaron, pero la verdad es que cada quien busca, y debe buscar su beneficio, es natural y lógico. Otros satanizarán la política, como es su costumbre, dirán que es sucia, perversa, y que están decepcionados. La verdad es que la política es un juego de poder, y el error no está en moverse en torno a ello, el error es no hacerlo. El mayor error es vivir diciendo que Maduro está acabado, que no tiene margen de maniobra, que no juega el juego que le toca.
Venezuela y Colombia no son países hermanos, son países vecinos -que no es poco- y mientras no entendamos esto, y dejemos a un lado la cursilería de la hermandad de la región, no avanzaremos. Claro, la ética es un tema a tomar en cuenta en las relaciones de América Latina, la integridad no es un valor en la región en nuestros días, lejos queda el sueño de la América unida, pero si no fuera así no tendríamos razón de estar como estamos.