Porque lo que no es lógico, ni sano, ni educativo, ni prudente es que, lo que se regula en televisión, tenga vía libre en la calle. Es una contradicción que a los niños se les proteja de presenciar anuncios televisivos de juegos y apuestas, mientras se les permite convivir, a la entrada y salida del colegio y durante el recreo, con esos establecimientos, ubicados junto a centros educativos. Y es que, al parecer, la llamada ley de regulación del juego no prohibe que estos locales estén prácticamente pared con pared con institutos de primaria y secundaria, tal vez como ejemplo de un modo de ocio al que invitan con sus colores y lucecitas luminosas y el reclamo de premios de fácil consecución.
Por si no estuvieran expuestos a suficientes peligros y adicciones, en la actualidad los niños tienen también que sortear, de camino a sus colegios, la tentación de convertirse en víctimas de la ludopatía, un riesgo que amenaza, sobre todo, a las personas sin la debida madurez o la excesiva ingenuidad para desconfiar de la suerte y el juego de azar como atajos para alcanzar los objetivos vitales que se propongan. Tal parece ser el mensaje que las autoridades consienten que reciban los niños cuando permiten que estos negocios de apuestas y juegos se abran junto a colegios y otras instituciones de interés social. Todo un despropósito, como se aprecia en la fotografía de un salón de juegos junto a un colegio de Sevilla (Ronda del Tamarguillo esquina avenida de La Salle).