La película cruza dos historias. Por un lado, la tensión provocada por un plan para demostrar forzadamente que el desorden y la tibieza represora deben dar paso a un régimen dictatorial. Los que quieren imponer una dictaduraalimentan el desorden para hacer necesario el cambio hacia una tiranía. El juez Dredd, interpretado correctamente por Sylvester Stallone, es condenado por un crimen no cometido, pero el sistema prevé que el último deseo del presidente del Consejo de Jueces antes de dimitir puede ser la sustitución de la pena de muerte por la cadena perpetua. El aspirante a dictador consigue así quitarse de en medio a un presidente que luchaba por mantener la libertad y a su máximo defensor, el juez Dredd.
La otra historia cruzada es la del enfrentamiento entre dos viejos amigos, un relato de típica venganza, entre Dredd y Rico, interpretad por Armand Assante, un juez que estaba en la cárcel por matar a inocentes. Pero no es un simple “duelo al sol” futurista, porque Dredd es un niño probeta y no lo sabe, creado por el “proyecto Jano”, para obtener un juez perfecto, alterado genéticamente para eliminar defectos y debilidades. Pero no está solo, Rico es su hermano. Cuando Dredd se entera mira al vacío y dice: “Mi vida es una mentira”.
Momentos memorables de la película son la recuperación de un fantástico robot de guerra –en la línea de Terminator-, la familia Ángel –unos caníbales del desierto; auténticos engendros encabezados por el actor que da vida a Hersell en The walking dead-, la reiterada frase “Sabía que dirías eso”; o el diálogo de la pelea de chicas: “¡Zorra!”, dice una, a lo que la otra contesta “¡Juez Zorra!”. Y momentos a olvidar son los horripilantes uniformes de los jueces –totalmente pasados de moda-, la pareja cómica de Dredd –el actor de “American gigolo”-, y la canción de The Cure con la que termina la película –la peor del fantástico grupo pop-.
En su día, Juez Dredd obtuvo muy malas críticas y le dieron a Stallone un galardón a peor actor en 1996. Bueno. Imagino lo mal que cayó en el mundo cultureta progre una cinta en la que la policía es juez y verdugo. Da igual. Se pasa un rato entretenido y es posible sacarle punta a muchos temas y encontrar paralelismos con otros filmes.