Lo mejor de esta historia sin duda, es la forma magistral en que Efrén va desatando los nudos de esta soga que les va apretando, gracias a su astucia y a un poquito de buena suerte, pero no tanta como para salvarse de la justicia.Debemos saber que en los juicios con jurado popular solamente acuden nueve personas pero en ocasiones, y en circunstanciales excepcionales, se puede apelar al jurado número 10. Es así como comienza esta historia, Efrén aboga a la piedad de este atípico jurado para buscar clemencia, y para ponerle en antecedentes y que conozca todas las circunstancias del caso va relatando sobre papel, con un bolígrafo de publicidad, los hechos tal cual sucedieron. En este íntimo diario nos va relatando todo por lo que han pasado y les ha llevado al punto en el que están. Esta es la mejor parte, con una rapidez inaudita que te van llevando de uno a otro suceso, a cada cuál más increíble, con gran maestría y humor.La segunda parte, yo la establecería en la resolución del caso, en la que a mi parecer ha sido un desacierto, ya que ha roto la dinámica del desarrollo de la trama, con demasiadas descripciones de testigos, declaraciones y toda esa parafernalia judicial. Pero una vez pasado lo más técnico, comienza de nuevo otra tercera parte y última en la que se resuelve el caso de una manera sorprendente, cogiendo de nuevo el ritmo de antes, que te engancha y te hace disfrutar de la historia, que nos dejará con un buen sabor de boca, y en el que podremos descubrir quién es el Jurado número 10.
En general, exceptuando ese lapsus un tanto soporífero, es una novela que se lee sin sentir en la que disfrutarás de momentos de humor, tensión, con una narrativa minuciosa en la que se cuida hasta el mínimo detalle. A Efrén se le llega a coger cariño y solo estás deseado conocer como va a salir de ese embrollo en el que se ha metido sin haber hecho realmente nada para merecerlo. Apostar por él, es un buen acierto, porque lo disfrutaréis.