Y he recomenzado mi viaje al principio de la Historia.
Los Torreones de un sitio, existente en Yucatán.
Solían estar allí, los Sabios de nuestra tierra.
Y mi almohada esconde los gritos de existencias, que al querer saltar antes del amanecer, para acallar el dolor, me encuentro atrapada.
Personajes nobles, me rescatan y abruptamente me encuentro en mi nave.
Dejo atrás mi reposo y ante el formidable fuego , donde las llamas cubren todos los sitios habidos en cada ángulo . Hoguera inmersa en la ignorancia y frialdad, en el egoísmo y la saciedad.
Paredones sangrientos, y en cada muro, los lamentos en cada seca gota, se puede oír.
Medio desnuda, me encuentro en mi Nave Sagrada....
No existen los difuntos, por las dimensiones por las que surcamos. Salimos del Yucatán, donde el Dios del Sonido, Grabie, nos remonta con sus vibraciones , como una despedida que trasciende las galaxias estelares, música como oraciones.
Dando al sonido, baños de notas vibratorias que suelen sentirse en pleno en todas las galaxias.
El Dios Grabie, aprueba nuestra despedida con entusiasmo. Sabe que nuestra piadosa salida, tiene objetivos de fuerza y el es Sabio de entendimiento agudo y filosofía del antiguo vivir.
Venévolo Dios, dejo tu gentil figura , tus sonidos rasgaron los cielos y guarda cada nota, empujes hacia la Libertad .
Nos encontramos, la tripulación, Khümaraj y Javierus contemplando el venir.
Miles de pendientes escabrosas, dimensiones que se van abriendo a nuestro paso.
Grande es el ímpetu hacia lo desconocido.