El kaiser rojo

Publicado el 10 septiembre 2013 por Icreadas @icreadas

Aprovechando que las dos “rojas” (España y Chile) juegan este martes un amistoso (esperemos que sea más amistoso que la última vez), hoy vamos a hacer una entrada más bien roja.

Sí, roja. Tan roja como la hemoglobina de la sangre de Juan Carlos de Borbón. Como la tarjeta a Zidane en la final del mundial del 2006. Roja como La Pasionaria, como la Cruz, como la Reina de Lewis Carroll. Como la camiseta del Arsenal. Rojos como los labios de Marilyn, como el libro de Mao, como los cuadros de Luis Feito, como Txetxu, como Juan Carlos. Rojo como la película de Kieslowski. Como el Barón Manfred von Richthofen. Como el río de Hawks. Como el barrio de Amsterdam. Como Carrillo, Hellboy, Tom Morello o el gran Breitner.

La semana pasada fue el cumpleaños del exjugador alemán Paul Breitner, figura clave de la selección alemana de los años 70 y 80, aquella que empezaba a parecer indestructible ganando Eurocopas (72, 80), Mundial (74) y quedando finalista del mundial del 82. Breitner fue un centrocampista de intachable calidad, con una sangre fría para los penalties (al estilo del mejor Mendieta) y bastante comprometido políticamente durante su juventud. Su imagen fue la de un icono de su tiempo: pelo afro, patillas y barbas, inconformista, contradictorio. Nunca ocultó sus simpatías por Ho Chi Minh, el Ché y el maoísmo, como muchos jóvenes de aquella década, más desde el idealismo que desde una razonada reflexión ideológica.

Breitner, de rojo pasión

Breitner, el llamado “kaiser rojo”. fichó en el 74 por un Real Madrid tristemente identificado con la figura del dictador Franco. Duró cuatro años en la entidad blanca, hasta que unos acomplejados directivos le tildaron de conflictivo y le echaron. Antes, tuvo tiempo para donar dinero a unos trabajadores del metal en huelga. Renunció hasta tres veces a jugar con su selección (la más sonada, al igual que Cruyff, la renuncia al mundial de Argentina, con Videla y sus secuaces al frente del gobierno del país). Pidió a sus compañeros que no fueran “eunucos políticos” y protestaran contra la Junta Militar argentina. Aún así, también es el mismo Breitner que fichó para la marca Adidas, el que se cortó las barbas por dinero para una campaña de Gillette, el que la leyenda decía que salía de noche por Madrid con un revolver en su chaqueta.

Breitner and the family Stone

Mitos, contradicciones y realidades. Así han sido las aguas revueltas en las que se han movido los idealismos, la savia de los revolucionarios, los mártires, los fanáticos y los luchadores. En ese intenso color rojo de los 70, el de Münich, Godard, Chacal y Las Brigadas Rojas, con medio mundo en armas contra todo, Paul Breitner coincidió con sus paisanos de la llamada banda “Baader-Meinhof“, originariamente RAF (Facción del Ejército Rojo) grupo terrorista de la República Federal Alemana. Hace cinco años el director alemán Uli Edel hizo una muy interesante película (Der Baader Meinhof Komplex) sobre las andanzas de este grupo, siguiendo los primeros contactos de la periodista Ulrike Meinhof con Andreas Baader, Gudrun Ensslin y Thorwald Proll, estudiantes encarcelados por unos incidentes violentos en unas protestas contra la guerra de Vietnam, pasando por su formación militar en Palestina, sus atentados, capturas, persecuciones y encarcelamientos. La película destila acción, buenas actuaciones y un magnífico retrato de aquellos convulsos días y, sobre todo, la evolución (o degeneración) de sus miembros desde el idealismo hasta el fanatismo.

«Hay un fútbol de izquierda y otro de derecha. Los más generosos, los más artistas, los más cultos siempre fueron de izquierda, siempre estuvieron más cerca de mí que lo otro, el mercado. Un fútbol generoso, abierto, comprometido con la gente, el orgullo de la representatividad, el orgullo de la pertenencia… todo eso que pregono me suena más a la izquierda que a la derecha. Después hay otro fútbol, al que no le importa la gente, solamente le interesa el resultado». (César Luis Menotti)