El ( conflicto de Siria, si bien ha cogido una extraordinaria dimensión en las últimas fechas ver ¿Qué está pasando en Siria? Síntesis de un conflicto armado ) en realidad es la muestra de que el conflicto armado es un mal endémico en el Próximo Oriente desde hace milenios. Y es que, si bien la memoria histórica es absolutamente necesaria para que la sociedad no vuelva a repetir los fallos cometidos anteriormente, cuando esta memoria está sesgada por los intereses de unos y otros, y fundamentada en capas y capas de odio y sangre, tal vez no vendría mal un poco de reconfortante amnesia. En el caso de Siria, el Daesh, en un claro ejemplo de este mal uso de la memoria histórica, está arengando a sus fanáticos partidarios contra los " cruzados" que quieren atacarlos, tratando a todos los países que luchan contra ellos como si fueran los caballeros francos que hace 900 años luchaban por el control de Tierra Santa. Salvando los paralelismos que la geopolítica mundial ha repetido una y otra vez en la zona, se ha de reconocer que de todos los conflictos que ha habido en aquellas tierras, las Cruzadas han sido las que más señal han dejado. Y una de estas señales indelebles al paso de los siglos que los cruzados dejaron en Siria, y que hoy, talmente como en la Edad Media, ha sido foco de batallas, es la imponente fortificación del Krak de los Caballeros.
A unos 30 kilómetros de la costa mediterránea y a unos 10 escasos de la frontera con el Líbano, en un estratégico otero, encontraremos el llamado Krak de los Caballeros, una de las múltiples edificaciones que durante la Edad Media construyeron los soldados europeos que lucharon por mantener los Santos Lugares bajo control cristiano. Sin embargo, este castillo es especial, ya que, además de su fama de inexpugnable, es uno de los mejores ejemplos de construcciones militares medievales que se conservan en la actualidad... y un auténtico símbolo de la convulsa época de las Cruzadas.
La historia del Krak de los Caballeros (del siriaco "karak", fortaleza) arranca desde la más lejana antigüedad, habida cuenta que la colina, de unos 750 metros de altura, se encuentra en una zona estratégica que comunica el interior de Siria con la costa y el Líbano. Esta situación clave hizo que desde antiguo sirviera como vigía fortificado de la zona, siendo ampliado hacia el año 1033 para dar cabida a una guarnición de origen kurdo, recibiendo el nombre de " Hisn al-Akrad" (Fortaleza de los Kurdos). Con todo, la llegada de los Cruzados haría cambiar las cosas radicalmente.
En 1099, en la Primera Cruzada, las tropas francas de Raimundo IV de Toulouse expulsan a la guarnición kurda, pero no sería hasta el 1110, en que Tancredo de Galilea (regente de Antioquía) la toma finalmente e instala una guarnición franca a las órdenes del Conde de Trípoli. Tras rechazar diversos ataques musulmanes, en el 1142, Raimundo II de Trípoli cede la fortificación a la Orden de los Hospitalarios, la cual se encarga desde entonces de su mantenimiento y de una serie de impresionantes reformas a raíz de dos terremotos (1157 y 1170) que le confieren su forma actual.
El Krak, ocupando una superficie de 8,8 hectáreas, fue pensado como cuartel fortificado y está formado por una edificación amurallada interior, donde los muros de hasta 25 metros de espesor protegían el complejo donde vivía la guarnición de monjes-soldado. Esta guarnición, que podía llegar a ser de 2.000 personas, disponía de una capilla y unos almacenes excavados en la roca que le permitía -al menos en teoría- resistir un asedio de hasta 5 años.
A esta primera edificación, posteriormente se le añadió un anillo exterior de sólida muralla de 9 metros de alto y que, separada entre 15 y 20 metros de la edificación principal, hacía las veces de foso e impedía la acción de las catapultas y otras armas de asedio de la época. Esta sensacional fortificación aguantó todos los ataques de las tropas musulmanas durante más de un siglo.
A finales del siglo XIII, los condados cristianos que aún resistían las acometidas musulmanas en Tierra Santa estaban en franca decadencia si bien se defendían cual gato panza arriba y con sanguinarios métodos, lo que llevaba a los musulmanes a temerlos por el extremado fanatismo religioso que ponían por defender su fe. O dicho de otro modo, que para los musulmanes de la época, los cruzados eran los ISIS del momento. En este contexto, el Krak de los Caballeros no quedaba al margen y la pérdida de los territorios de los cuales cobraba tributo debilitó su poder económico, político y, por tanto, el militar.
En 1271, el sultán Baibars I se presentó ante el Krak y lo puso en asedio. Tras 30 días de luchas, en las que si bien consiguió abrir una brecha en la muralla exterior, no pudo hacer rendir a los 300 cruzados que en ella se parapetaban, decidió usar -por una vez y sin que sirviera de precedente- la inteligencia.
Para conseguir que la guarnición cristiana se doblegase, redactó una carta falsa en que el Gran Maestre de los Templarios conminaba a los asediados a rendirse. Curiosamente, la estratagema funcionó, y los cruzados, tras negociar con el líder mameluco que les perdonaría la vida a cambio de volver a sus países de origen, entregaron la plaza a las tropas musulmanas. La rendición, en la cual tanto los cristianos como Baibar cumplieron su palabra, significó el final de la ocupación cristiana de aquella emblemática edificación.
A partir del fin de las cruzadas, el castillo va perdiendo su importancia progresivamente, quedando al margen de todas las confrontaciones posteriores, siendo utilizado para ubicar una serie de viviendas y como residencia del gobernador. Ello permitió su perfecta conservación hasta 1920 en que la zona pasa a control francés y los arqueólogos lo recuperan como patrimonio histórico, siendo uno de los principales sitios turísticos de Siria. Ello hizo que fuera declarado como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2006.
En la actualidad, debido a la Guerra Civil de Siria, el Krak de los Caballeros no es un sitio excesivamente fácil de visitar. A parte del problema de encontrarse en medio del "fregado" sirio, el castillo ha sufrido la guerra en sus propias piedras, debido a que entre 2012 y 2013 la zona fue campo de batalla de las tropas de Baishar Al-Asad y los rebeldes del Ejército Sirio Libre. Esto significó que el Krak, al estar ocupada una guarnición rebelde, fuera bombardeado por tierra y por aire, produciendo serios desperfectos en su estructura gótica.
Sea como sea, el Krak de los Caballeros aún continua en pie, a pesar de todas las vicisitudes habidas durante los siglos. Hubiera estado bien que, en un contexto de guerra moderna, en que las fortificaciones de hace 1.000 años no son defensa alguna para las armas de hoy en día, los contendientes hubiesen dejado al margen un tesoro arquitectónico como éste, pero pedir al ser humano que reflexione, tal vez sea lo más parecido que hay a pedir peras al olmo. Con todo, y si lo pensamos bien, tal vez no haya nada más congruente para un patrimonio militar que ser destruido en un ambiente bélico, ya que al fin y al cabo, para eso fue construido. Al menos su final es más digno que el de ser destruido ignominiosamente por un ayuntamiento por pura corrupción urbanística.
El que quiera ver, que vea.