Pero quizá el personaje más conmovedor de su obra sea el poeta checo, Jaromir Hladik, capturado por la Gestapo en Praga, quien antes de ser fusilado, le pide a Dios que le conceda un año para acabar su obra. Visto ahora, en tiempos de hipertexto, tiempo líquido y aleatoriedad cuántica de nanopartículas, su final parece una alusión literaria a los Gedankenexperiment de Einstein: todo, incluso la muerte, es relativa, si se mira a través del artefacto literario. Con justicia, Borges hoy, treinta años después ha perdurado en la memoria de los hombres. Yourcenar le preguntó poco antes de morir, cuándo saldría del laberinto. «Cuando hayan salido todos», le dijo. Quizá al hacerlo, dejó la puerta clausurada, emulando el relato Ante La Ley, de su admirado Franz Kafka
Borges y yo, documental