El laberinto de la ausencia: el negocio de la muerte

Por Chemacaballero

   En noviembre de 2006, tras cinco años de trabajos, se celebró una conferencia que pretendía revisar y extender la Convención de Naciones Unidas sobre Ciertas Armas Convencionales de 1980, para prohibir el uso de las bombas de racimo. La conferencia fracasó, posiblemente  por la oposición de Estados Unidos, uno de los países que más bombas de este tipo utiliza. Ante ese panorama, el gobierno noruego inició un proceso internacional para crear un tratado que prohibiera las bombas de racimo. Esta iniciativa se conoce como el Proceso de Oslo.

    A lo largo de varios años se tuvieron diversas reuniones a las que cada vez se fueron sumando más países y organizaciones humanitarias. Finalmente, en la Conferencia de Dublín, el 28 de mayo de 2008 cien países se comprometieron a adoptar un tratado que prohibía la producción, venta, almacenamiento y uso de las bombas de racimo. Este Tratado entró en vigor el 1 de agosto de 2010.

   Para ver lo que es y cómo funciona una bomba de racimo podéis entrar en:

www.bbc.co.uk/spanish/especiales/eeuu_military_hardware/cluster_bombs/1.shtml

Ir cliqueando en los números para seguir la evolución de las bombas.

   Estos días, todos los medios de comunicación hablan de que España le vendió a Libia las bombas de racimo que Gadafi está lanzando sobre los rebeldes. Los políticos se lo echan en cara unos a otros: que si tú le has vendido armas, que dónde está el caballo que te regaló Gadafi, que si es amigo tuyo y no el mío, que si tu yerno tiene grandes negocios con su familia… Pero nadie entra en el fondo de la cuestión: la hipocresía española en el tema de armas independientemente del partido que esté en el poder. Lo de Libia no es una excepción. Seguimos vendiendo armas a muchos países que no son democráticos y no respetan los Derechos humanos.

   Por cierto, no os perdáis la columna de Rosa Montero en el País de hoy: 

www.elpais.com/articulo/ultima/Producto/elpepiopi/20110419elpepiult_1/Tes

El negocio de la muerte sigue avanzando en África. Así, también nos hemos enterado de que detrás de la guerra de Costa de Marfil había una gran operación especulativa, donde se ha ganado mucho dinero con el cacao y el embargo que la comunidad internacional impuso a este producto. Una maniobra muy rentable coordinada por la mano de Francia y sus amigos/marionetas, a través de un yerno de Ouattara conocido como Chocfinger (dedo de chocolate):

www.facebook.com/ONGDYES?v=page_getting_started#!/ONGDYES

     En Nigeria, mientras tanto, la división que sufre el país entre el norte pobre y de mayoría musulmana y el sur rico y de mayoría cristiana se acentúa tras la victoria en las urnas, el pasado domingo, del presidente Goodluck Jonathan con un 57% de los votos, frente al candidato del norte, Mohamed Buhari (que ya fue presidente tras el golpe de estado de 1983 hasta 1985) que solo consiguió el 31%. La violencia se ha desatado en las principales ciudades del norte. Nigeria es el país más poblado de África y el más poderoso, un conflicto abierto pondría en peligro la estabilidad de todo el continente.

   Incluso Botsuana, un país modélico, casi único en África, se tambalea. La crisis ha repercutido en la demanda internacional de diamantes, su principal riqueza. Tras tres años en recesión, con los salarios congelados, los sindicatos han convocado una huelga que ha paralizado el país. Esperemos que no se vuelva violenta.

   También parece haberle llegado la hora a Blaise Compaoré, el presidente de Burkina Faso. El ejército se ha amotinado pidiendo el pago de sus salarios y ha creado disturbios en todo el país. Como suele ocurrir en estos casos, la protesta violenta se ha traducido en pillajes y abusos contra la población civil.

   Este señor, Campaoré, es un ejemplo más de la impunidad de que gozan muchos dictadores africanos protegidos por los gobiernos de Occidente. Un poco de historia reciente de Burkina Faso no ayuda a comprender: A comienzo de los años 80, Thomas Sankara inició una auténtica revolución democrática y popular en el país. Tras llegar al poder mediante un golpe de estado, abolió los privilegios de los jefes tradicionales, dio derechos a las mujeres, promovió la educación y la sanidad públicas y combatió con dureza la corrupción y la dependencia de su país del exterior. Inmediatamente fue tildado de comunista y pocos años después, su principal colaborador, Blaise Campoaré, le asesinó junto a sus más fieles seguidores. Parece que la operación estuvo diseñada por Francia con el apoyo de la CIA.

     Campoaré había sido entrenado por Gadafi, junto a Charles Taylor y Foday Sankoh, en el campo libio de Bengazi. Los rebeldes liberianos y sierraleoneses prestaron su ayuda a Campoaré antes de iniciar sus respectivas guerras. Por eso el papel que desempeñó Burkina Faso en esas dos guerras fue clave.

   Curiosamente, los dos principales aliados de Francia en la zona, Burkina Faso y Costa de Marfil, jugaron un papel muy importante en las guerras de Sierra Leona y Liberia, sobre todo porque sirvieron de santuario a los rebeldes y bases de entrenamiento y porque fueron imprescindibles para el tráfico de armas y diamantes. De ahí que siempre se haya sospechado del papel que Francia tuvo en estas guerras y que nunca se ha querido investigar o si se ha hecho se desconocen los datos.

   Bueno, estamos de vacaciones y hay que darse un pequeño respiro. Yo estos días estoy buscando a Robín Hood en el bosque de Sherwood, a ver si me explica algo del proyecto de tasa que lleva su nombre (un impuesto aplicado a las transacciones que realizan las entidades financieras entre sí, que podría generar miles de millones de euros para combatir la pobreza dentro y fuera de Europa, y hacer frente a los efectos adversos del cambio climático). Por ahora, del famoso bandido no he encontrado rastro, solo un Pub que lleva su nombre. Y qué decir del bosque, imagino que guarda poco de su aspecto original ya que está todo muy señalizado para que los turistas no nos perdamos.

  

  

   Como empieza la Semana Santa, y por aquí no hay procesiones, os dejo con una canción que siempre que la oigo me pone la carne de gallina, o la piel de ganso, como se dice por estas tierras. Se trata de Amazing Grace, en una versión, inimitable, del Soweto Gospel Choir: