El lado oscuro de Kickstarter

Publicado el 24 septiembre 2013 por Deusexmachina @DeusMachinaEx

El dinero es como el estiércol: no es bueno a no ser que se esparza.

El crowdfunding está de moda, y es que las palabras que suenan sofisticadas en inglés se suelen poner muy de moda fácilmente. Kickstarter es el estandarte de este modelo de financiación, aunque hay otros tantos sitios que ofrecen un servicio similar (Lánzanos, Verkami…). Se fundó en el año 2009 para ayudar a sacar adelante proyectos de todo tipo de medios (música, cine, literatura, videojuegos…), que por una cosa u otra no contaban con el apoyo de una gran compañía y un presupuesto suficientemente grande. Sus fundadores vieron una oportunidad fantástica dentro de un mercado que no quería arriesgarse a crear algo innovador o fuera de la norma por miedo de no recuperar la inversión. Incluso Time nombró a la web como “Mejor Invento del año 2010″. Lo que está claro es que el mundillo de los videojuegos ha salido muy bien parado gracias a Kickstarter. De los diez proyectos que más han recaudado, cinco de ellos forman parte de él. Quizás a alguno de la sala le suene el nombre de Ouya.

Pero no todo es tan bonito como parece. Kickstarter se ha convertido en una plaza en la que la gente muestra su producto e intenta vendértelo, y en el centro de ésta están los famosos, esos que no necesitan abrir la boca para que haya mil personas poniendo dinero. Ellos tan sólo dejan su sombrero en el suelo para que después llevarse el dinero sea más fácil. Por suerte, Kickstarter está bien pensado y no nos quita ni un solo euro hasta que la financiación se termina. Eso quiere decir que si el creador decide cancelar el proyecto, nuestra cuenta bancaria seguirá intacta. ¿Cancelarlo? ¿Por qué? Pues cada uno tendrá sus razones, pero es algo que no es tan raro como parece. Profundicemos algo más en esta historia de egos y dinero.

Los más veteranos del lugar reconocerán el nombre de Police Quest. Se trata de una saga de aventura gráfica en la que el protagonista era un policía investigando varios casos que cada vez se hacen más complejos. Su creador fue Jim Walls, un auténtico agente de la ley que quiso plasmar su experiencia en un videojuego. En el año 1998 se dio por terminada la serie, pero Jim reaparició en julio de este año con ganas de más. Presentó en Kickstarter su nuevo proyecto, Precinct, un sucesor espiritual de Police Quest. Jim no esperó a que acabara el mes de rigor para cancelarlo, diez días antes del final. No consiguió ni llegar a los 100.000$ y eso que había pedido cinco veces más. Viendo el desastre optaron por montar su propio crowdfunding en su web y así no tener ningún tiempo límite en lo que quisieron llamar una campaña “nueva y única”. Intentaron justificar su fracaso por las limitaciones que imponía Kickstarter, pero el tiempo demostró que ése no era el problema. La campaña terminó cerrándose con apenas 12.000$, diez veces menos que en el primer intento. Esto es la prueba de la desconfianza que se provoca en el usuario cuando un autor decide coger sus cosas y largarse antes de tiempo.

De desconfianza pueden hablar los chicos de Precursor Games, que intentaron llevar a buen puerto la continuación del mítico Eternal Darkness con su Shadow of the Eternals. La campaña se hizo conjuntamente en la web de la desarrolladora y Kickstarter, por lo que eran dos vías de entrada de dinero. Aún así, la cantidad que pedían resultaba totalmente desproporcionada, 1.35$ millones, de los que consiguieron poco más de 128.000$ en el momento de cerrar el chiringuito. La explicación fue la de siempre: “mejorar el juego”. Como ya anunciaron, esto era algo “temporal”, así que no fue una sorpresa que volvieran a aparecer con el mismo proyecto. Una vez más, Shadow of the Eternals apareció en Kickstarter con un objetivo más modesto y aparantemente alcanzable (750.000$). Aunque recaudaron más que la primera vez, la suerte no estaba de su parte y no llegaron ni a la mitad de lo planeado.

Otro elemento que suele entrar en juego en esto de pedir dinero al personal es la fama, el renombre. Ser una persona importante dentro de la industria te suele permitir plasmar las ideas que tienes en un videojuego, pero hay veces en que, por diferentes motivos, no se puede hacer. Aprovechando el tirón de Kickstarter y el tirón de tu propio nombre, te aseguras una buena cantidad de dinero (que se lo digan a Keiji Inafune y su Mighty No. 9). Esta regla no siempre se cumple, hay veces en que quizás la idea no es tan buena o quizás no tienes tantos seguidores como creías. David Jaffe, creador de Twisted Metal y God of War, lo intentó con un juego de conducción y acción de nombre MotorGun. Tan sólo ocho días después, Jaffe decidió cancelar la finaciación. Calificó a Kickstarter de una “dura amante” y achacó la culpa a que “no estamos ofreciendo exactamente lo que queréis”. Me pregunto cómo Jaffe llegó a esa conclusión con sólo ocho días de feedback de la comunidad de jugadores.

No puedo hablar de fama y renombre sin mencionar a Tim Schafer. Personalmente, creo que este hombre es clave en la historia de los videojuegos pero mi opinión sobre él ha cambiado estos últimos años. Para los que no lo recuerden, Schafer revolucionó la Red con su Kickstarter que recaudó un millón de dólares en un día y triplicó esta cantidad al acabar el tiempo. ¿De qué trataba el proyecto? Pues ni idea, ni yo ni nadie lo sabía (imagino y espero que Schafer sí). Lo único que sabíamos es que iba a ser una aventura gráfica clásica de point & click. Un año después, Schafer reaparecía públicamente con una carta en la que, atención, pedía más dinero. Su excusa era que “había diseñado demasiado juego”. Recordemos que en su Kickstarter tan sólo pedía 400.000$, a pesar de haber recaudado más de tres millones finalmente. ¿Me está diciendo, señor Schafer, que usted planificó un juego con un presupuesto original ocho veces más pequeño que el que finalmente consiguió y luego resulta que diseñó “demasiado”? Dudo que alguien con tanta experiencia en la industria no sepa hacer una buena planificación.

Esto es tan sólo un breve recopilatorio de algunas de las malas experiencias dentro de Kickstarter. Ejemplos como estos hay muchos, como el de The Doom That Came to Atlantic City, un juego de mesa que consiguió 123.000$ y, trece meses después de completar su financiación, el estudio lo canceló porque se quedaron sin dinero. Kickstarter es una herramienta muy recurrida para estudios pequeños (aunque no siempre, como ya hemos visto en los anteriores párrafos) y la inexperiencia manejando presupuestos puede que conduzca a que las cosas no lleguen a buen puerto. Además, la plataforma de crowdfunding todavía es un poco joven para ver el resultado de los proyectos financiados y valorar si nuestras inversiones han valido la pena. Para terminar, me gustaría nombrar los dos últimos juegos que me han enamorado de Kickstarter: la producción patria y preciosa de Candle, y Taxi Journey, con unas influencias muy interesantes.

La entrada El lado oscuro de Kickstarter es 100% producto Deus Ex Machina.