Como ya sabéis me gusta decir que soy una depresiva positiva y me gusta sacarle el lado bueno a todo, así que lo mismo intento hacer con mi trastorno límite de la personalidad ahora que me lo han diagnosticado y sé qué partes de mi son suyas.
¿Un lado positivo?
Si, algo positivo. Más de una cosa de hecho. Para ser diagnosticado como trastorno límite de la personalidad tienes que cumplir con unos criterios (ver DSM IV) que pueden ser vistos como cosas negativas. Y en realidad suelen serlo. Son maneras (malas) en las que nos hemos adaptado para sobrevivir al día a día. Porque si no la vida se nos haría demasiado compleja y no podríamos seguir adelante.
Son formas en las que nos “mimetizamos” con los normales. Los que no tienen trastornos de personalidad. Pero a la vez son las cosas que nos hacen daño, porque como digo, son una mala adaptación al entorno. Pero no tiene por qué ser todo negativo. Creo que podemos sacar cosas buenas de lo malo de tener trastorno límite de la personalidad.
Cosas buenas del trastorno límite de la personalidad:
Echando un vistazo a los criterios y a cómo afectan a mi vida puedo decir que las personas con trastorno límite de la personalidad tenemos:
- Empatía: estamos llenos de empatía. Siempre estamos ahí cuando hay alguien que sufre. Y normalmente nos preocupamos profundamente incluso de las más pequeñas cosas.
- Creatividad: somos creativos. Las canciones que escuchas, las pelis que ves, los libros que lees o incluso el cuadro que viste en la última exposición son muy probables creaciones de alguien con TLP. Somos muy perspicaces y profundos a la hora de transformar nuestro dolor en colores y palabras.
- Pasión: somos apasionados. Si nos importa algo nos metemos de lleno en ello. Recuerda que si te amamos no hay nada que no haríamos por ti. Abriremos nuestro corazón y te dejaremos entrar de lleno en nuestra vida. Y esa es una de las cosas que nos hace difíciles de querer, porque nuestro amor es muy intenso.
- Adaptabilidad: somos muy flexibles y nos adaptamos. Podemos desenvolvernos fácilmente en nuevos ambientes porque se nos da bien ver lo que la otra persona quiere o no, lo que le gusta o disgusta. Y además siempre estamos preparados para probar cosas nuevas.
Así que quizás debería dar gracias a mi trastorno por darme cosas como estas que me hacen especial.