Antonio se siente un desgraciado porque también ha empeñado la bicicleta. No se le ocurre de donde obtener dinero para recuperar su bicicleta y poder trabajar al día siguiente. Su esposa María (Lianella Carell) analiza la situación y se le ocurre que es momento de vender todos los cubrecamas que tienen en la casa (4 usados y 2 nuevos), con ese dinero pueden tener de vuelta a la bicicleta. Antonio queda admirado por ese gesto de desprendimiento y amor profundo de María por el bien común de la familia.
Para finalizar, “El ladrón de bicicleta” es un clásico que tiene vigencia porque agrupa una idea que permanece hasta la actualidad: “El amor nos conduce a ser solidarios y a compartir, lo cual se traduce en felicidad. El egoísmo sólo nos va conducir a la miseria y frustración, lo cual se va traducir en infelicidad”.