"El ladrón de vírgenes", de David de Juan Marcos: una reflexión sobre la religiosidad y la venganza

Publicado el 27 marzo 2017 por Lidiacasado


Título: El ladrón de vírgenes
Autor: David de Juan Marcos
Editorial: HaperCollins
Género: novela, intriga, prosa poética
Páginas: 256
Publicación: 01/03/2017
ISBN: 9788491390466


  Cómo iba a saber que aquel hombre traía la muerte consigo. Debí darme cuenta por su olor a cebolla rancia. Debí darme cuenta cuando la leche cuajaba a su paso en los cubos de metal. Cuando las palomas morían desplumadas por la tiña, o porque allá por donde pasaba doblaba los racimos y dejaba una pestilencia a plomo de preludios de tormenta de verano. He de reconocer que en nuestras pesadillas siempre supimos que volvería, que algún día subiría el caminito en forma de culebra cercado de castaños y sus botas embarradas cruzarían con un ímpetu desordenado la única puerta de la casa por donde entraba el sol. Se sentaría en la mesa de tarugos sin pulir con la cuchara de latón y esperaría a que se le sirviera de comer como si nada hubiera pasado. Como si no nos hubiera arrancado la alegría del pecho. Era mi padre.  Después de quince años de misteriosa ausencia, Andrés Pajuelo regresa a su casa para proyectar el robo de una serie de valiosas obras de arte religioso. Para ello necesitará la ayuda de sus dos hijos, del melindroso prometido de su hija y de un enigmático gigante experto en teología y en arte sacro. Cuando todo parece estar listo para ejecutar el último y más lucrativo de los robos, es acusado de varios asesinatos. Para sorpresa de toda su familia, Andrés reconocerá al instante su culpa ahorcándose en público.  El ladrón de vírgenes es una reflexión sobre las mentiras que encierra toda religión y sobre la importancia de la religiosidad en la condición humana. Un análisis sobre los límites de la traición, la lealtad y la fuerza de las promesas. Un certero homenaje a la tradición oral de contar historias.
   Me encantó La mejor de las vidas, así que cuando David de Juan Marcos me propuso organizar una lectura conjunta con su nueva novela, no me lo pensé. Metí en el ajo a Libros que hay que leer, Entre mis libros y yo y De lector a lector (excelentes compañeras de viaje, vaya una donde vaya) y nos pusimos manos a la obra. Tras la lectura, llega el momento del análisis y así, hoy inauguro la publicación de las reseñas de un libro que me ha vuelto a sorprender.
    El autor ya me lo dijo: "este libro es diferente, no es igual que La mejor de las vidas". Y tiene razón. ¡Vaya si es diferente! Pero, al mismo tiempo, también comparte mucho con aquel. Así que voy a ir hablando de los aspectos que los unen y lo separan.
   Se parecen, principalmente, en el estilo del autor. De Juan Marcos vuelve a regalarnos un libro que da gusto leer, lleno de poesía y de frases que guardar para toda la vida. Una novela repleta de reflexiones exprimidas hasta convertirse en proverbios, en máximas de vida, en lecciones de comportamiento o de conocimiento del ser humano. 
   Y es que otro de los elementos que tienen en común ambas novelas es ese ahondamiento en la naturaleza humana, ese reflexionar sobre la forma de ser y comportarse de los hombres. En este caso, la religión y la venganza concentran la mirada del autor y dan lugar a una serie de ideas, de pinceladas, que el lector tendrá que ir masticando y digiriendo, reflexionando sobre ellas y aportando su propio punto de vista para sacar el máximo partido a una novela llena de sugerencias.
     A pesar de todo lo dicho, hay una cuestión en la que se diferencian claramente ambas novelas: el género. Si La mejor de las vidas era una novela reflexiva de aprendizaje, esta es una novela (también reflexiva) pero de intriga. El ritmo, por lo tanto, es completamente diferente y esta es mucho más ágil. Lo es por la manera en la que el autor dosifica la información pero (creo) también por la propia velocidad que el lector imprime a su lectura: espoleado por la intriga, es fácil que esta novela se lea con un ritmo más rápido que la anterior, más dada a una lectura plácida y sosegada.
    El tono también es diferente, quizá más descreído, menos optimista en este. Aunque ambas novelas coinciden en el narrador en primera persona y en ese análisis reflexivo sobre la realidad que les circunda, lo cierto es que Cirilo y Nico solo se parecen en la juventud y en cierta inocencia que irán perdiendo a fuerza de golpes. Pero el primero recorre ese camino más rápido. O, quizá, tiene que ver con la época y la zona en la que está ambientada la novela (la España más profunda, la más rural).
    Sea como fuere, Cirilo y Nico han tenido vidas totalmente diferentes y eso se nota en su forma de reflexionar sobre lo que les rodea. De ahí que, como decía, el tono de fondo de cada novela sea diferente, aunque ambos puntos de vista sean interesantes.
   Y hay un último punto coincidente entre ellas: las sorpresas y giros finales. El ladrón de vírgenes vuelve a sorprendernos con un final inesperado que da la vuelta a lo que hemos leído hasta entonces y, sobre todo, a lo que pensábamos sobre algunos de los personajes que van desfilando por sus páginas.
    Así pues, De Juan Marcos vuelve a firmar una novela maravillosa, llena de oscuridad y reflexión sobre el ser humano (en este caso, sobre su dimensión espiritual, la religiosidad y sus dos caras: el consuelo y la solidaridad pero también las ficciones y las mentiras a las que da pie), que a pesar de que se degusta rápido, espoleado por la intriga, no hay que dejar de paladear para sacarle todo el jugo a las palabras llenas de belleza del autor.
   Nos seguimos leyendo.

  Incluyo este libro en los siguientes retos:
  • Reto 100 libros18/100
  • Reto Genérico14 (4/5 narrativa contemporánea)/40
  • Reto 25 españoles10/25
  • Reto Autores de la A a la ZJ 12/25