Siempre que se planea un viaje, imaginamos el lugar al que se va, normalmente hemos visto una foto o alguien nos lo ha descrito y nos hacemos una imagen mental. Este domingo salí de casa con una imagen mental propia del lago de Isoba, de una ruta por montaña, del verde, del olor, del camino marrón tal vez un poco nevado… Pero me encontré con esto.
Eso blanco y congelado es el lago. Foto: Sara Gordón
La nieve había transformado totalmente el paisaje, la ruta era intransitable pero llegamos caminando por la carretera hasta el lago que estaba totalmente congelado y apenas podía distinguirse de su entorno. Este estado extraño para mi, debía ser más natural para el lago que en su origen fue glaciar, digamos que una regresión infantil.
Lago de Isoba. Foto: Sara Gordón
Foto: Sara Gordón
La nieve todo lo cubre y todo lo adorna. Esconde el paisaje y muestra las formas. Con su aspecto algodonoso engaña siempre sobre su fragilidad. Andábamos hundiendo la pierna hasta la rodilla, intentando acercarnos al lago. Unas veces el pie se hundía un poco, otras hasta la rodilla y otras te mantenías tres o cuatro pasos a flote. Intenté descubrir un patrón y descubrí que las zonas más blancas eran más gruesas e intenté andar por ellas. Sostenida por el frágil equilibrio del hielo anduve como una equilibrista varios pasos y las zonas más blancas se hundieron también. No encontré el patrón pero seguro que lo hay y hay quien lo conoce. O tal vez no exista y es sólo una cuestión de suerte.
Es el último pueblo de León antes de entrar en Asturias por el Puerto de San Isidro. Foto: Sara Gordón
Puerta de la iglesia de Isoba. Foto: Sara Gordón
Ya escribí hace mucho tiempo una entrada sobre el Embalse de Porma, he aquí otra forma de encontrarlo. (https://pinceladasdeunamicroviajera.wordpress.com/2012/06/26/el-embalse-de-porma/)
Foto: Sara Gordón
Foto: Sara Gordón
Publicado en ESPAÑA