He leído poco este año, muy despacio, tratando de saborearlas palabras y me he cansado mucho. A veces creo que es bueno tomarse un respiro, por más que adoremos los libros. Porque todo en extremo cansa, y eso me ha pasado a mí. Tengo una pila calculada de unos quince libros, lo que para mí es mucho, y aún dudo por cual empezar. Algunas veces es sentirse encasillado en un género, adoro la variedad, porque si al año leo diez libros o más del mismo tema (considerando la literatura juvenil, que tan poca originalidad tiene estos días)
Mis pasatiempos predilectos también son bloggear, estudiar idiomas, diseñar y dibujar. Pero últimamente me encontraba absorbida en la lectura y estos hobbies pasaron al pozo del olvido. Ahora lo pienso mejor: leo lento, disfruto de las palabras y no corro por reseñar la primera novedad que se me cruza por la frente. Los estudios me quitan tiempo, y por eso actualizo apenas puedo, y me gusta saber que voy a mi ritmo, sin presiones. Porque a pesar de que deje de leer un mes, o que mi interés se vaya de vacaciones un buen tiempo, tarde o temprano vuelvo al vicio, a uno sano y dosificado sin prisas, que es mucho mejor, en donde puedo ser una criatura fantástica, o solo una chica normal a la espera de su galán de turno, donde puedo ser un personaje más: Vuelvo a mi quierida lectura.