El largo adiós (Raymond Chandler) - Libros

Publicado el 26 agosto 2015 por Pnyxis @Pnyxis

Antes de escribir sobre cualquier otra cosa, y una vez vuelto de mis vacaciones de verano, sentía el deber de hablar sobre un libro que acabé hace más de un mes y que no pude comentar en su momento. Estoy hablando de El largo adiós, de Raymond Chandler, todo un clásico de la novela negra.
Para serte sincero, querido lector, no sabía nada de Chandler hasta que un buen amigo mío me regaló este libro, lo cual vino a ser para mí como aquel Mcflurry que conseguías gratis por descargarte la app del McDonalds. La comparación es mala, porque aquel helado duró menos de tres minutos y la huella que deja El largo adiós permanecerá mucho más tiempo, sobre todo una vez se publique esta entrada.
Del argumento del libro no me parece necesario comentar gran cosa, es una novela negra y eso basta para saber lo que nos vamos a encontrar. No, esta novela gira más sobre un personaje, Philip Marlowe, detective privado ya maduro que vive en un piso mugriento y se levanta cada día para acudir a su oficina, esperando que alguien atraviese la puerta y le ofrezca algún trabajo mal remunerado en los ambientes más sórdidos de Los Ángeles donde en cualquier momento puede recibir un tiro en la nuca. Sin amantes, sin amigos, sin perro; su vida transcurre sin ninguna meta clara y ni siquiera él sabe por qué es así:
“Otra parte de mí quería marcharse para no regresar nunca, pero esa era la parte a la que nunca hago caso. Porque de lo contrario me habría quedado en el pueblo donde nací, habría trabajado en la ferretería, me habría casado con la hija del dueño, habría tenido cinco hijos, les habría leído historietas del suplemento dominical del periódico, les habría dado capones cuando sacaran los pies del tiesto y me habría peleado con mi mujer... Quizá, incluso, habría llegado a rico, rico de pueblo, con una casa de ocho habitaciones, dos coches en el garaje, pollo los domingos, la mujer con una permanente de hierro colado y yo con un cerebro como un saco de cemento de Portland”.

Una de las obras de Chandler, El sueño eterno, fue llevada al cine por Howard Hawks, con Humphrey Bogart en el papel de Marlowe.


Dentro de todo este cuadro, a pesar de o precisamente por eso, Marlowe es un detective al que le trae sin cuidado el dinero, resulta insobornable e ignora olímpicamente cualquier tipo de amenaza. Él mismo, como Sherlock Holmes, se ha labrado su independencia y eso le permite hacer gala de una honradez que escasea en el mundo que le rodea. ¿Y por qué? Porque él es así. Y punto. Chandler no lo explica y a nosotros tampoco nos importa tanto.
Para terminar, puesto que esto no pretendía ser más que una breve reseña, basta comentar lo bien escrito que está, lo delicioso de sus diálogos, el estilo mordaz e irónico que rebosan sus líneas -bendita ironía -, la crítica social y la facilidad con la que Chandler mantiene el tempo narrativo y nos obliga a devorar un capítulo tras otro con voracidad. Por lo menos a mí.
El libro es una joya y también fue llevado al cine. Imprescindible.