El Laserdisc o ese gran desconocido en la guerra entre el VHS y BETAMAX

Por Juan Carlos Fernández

Entre las tecnologías de reproducción de vídeo nos encontramos con ciertos sistemas que fueron todo un éxito (VHS, DVD, Blue-Ray), otros que no triunfaron pero fueron bastante populares (como el BETAMAX) y unos últimos que ni lograron implantarse ni tampoco llegaron a ser muy populares a pesar de que llegaron a salir al mercado. Un ejemplo de estos últimos es el Laserdisc.

Aunque no fue demasiado conocido, al menos en Europa, el Laserdisc entró en la competición junto a VHS y Betamax por convertirse en el sistema standard de reproducción de vídeo de finales de los años 70 y 80. Realmente la tecnología del Laserdisc se remonta a los años 60, pero no se comercializó hasta 1978 de la mano de Philips (posteriormente Pioneer) y MCA, la primera produciendo los aparatos de reproducción y la segunda los discos.

Características técnicas del Laserdisc

Aunque es cierto que el CD o el DVD se basaron en el Laserdisc, éste no era un formato digital en cuanto a la imagen sino analógico, aunque en los últimos años de comercialización se llegaron a producir Laserdisc digitales. Los más utilizados median 30 cm de diámetro y se componían de dos discos de aluminio de una cara pegados con adhesivo. En este sentido, aunque el aspecto era el de un CD el tamaño era similar al de un disco de vinilo.

A lo largo del tiempo se desarrollaron diferentes formatos, destacando el CLV (el más habitual), que permitía almacenar 60 minutos de audio y video por cara, y el CAV, con 30 minutos por cara. Como os podéis imaginar, normalmente era preciso levantarse para dar la vuelta al disco cuando se veía una película. No obstante, al menos el formato CAV, permitía la reproducción de velocidad variable hacia adelante, atrás y la congelación de la imagen. Permitía, además, elegir imágenes y puntos de la reproducción de forma directa tal y como sucede con los DVD.

La resolución de imagen era de de 440 líneas lo cual, si se compara con la del VHS (240), era claramente superior. El audio era tremendamente versátil, puesto que permitía almacenarse de forma analógica o digital, siendo asimismo el primer sistema que incluyó Dolby Digital, aunque se precisaba un reproductor que pudiese descodificar este formato de audio. En todo caso, la calidad del audio digital (hablar del analógico era otra cosa) fue extraordinaria. Además, al permitir la introducción de varias pistas de audio, se podía ver la misma imagen pero con sonido diferente dependiendo de la pista que seleccionases (en otro idioma, con los comentarios del director, etc).

Causas del fracaso del Laserdisc

Sin embargo, como suele pasar en muchas ocasiones, no siempre el mejor sistema tecnológicamente hablando es el que triunfa y el caso del Laserdisc no fue una excepción. Es más, salvo por limitados círculos de cinéfilos, el Laserdisc fracasó estrepitósamente. Las razones fueron varias:

  • La más obvia y elemental fue el extraordinario tamaño de los discos, incómodo y poco fácil de almacenar.
  • Muchas películas precisaban dos discos por la escasa capacidad de almacenamiento. Además se necesitaba dar la vuelta al disco para seguir viendo una película.
  • El coste de los reproductores y de los propios discos era más alto que los del VHS. Eso impidió que se adentrasen con fuerza en el mercado y pudiesen competir en igualdad de condiciones con el VHS.
  • Salvo en equipos realmente caros y destinados al público profesional, los Laserdisc no se podían grabar, algo que sí permitía el VHS.

En definitiva, el Laserdisc estaba condenado al fracaso, especialmente tras la aparición del DVD. En todo caso y, aún antes del DVD, en Europa fue en gran parte un auténtico desconocido y en EEUU únicamente el 2% de la población contaba con un reproductor de Laserdisc en 1996. Japón fue quizás la única excepción, donde gracias a una política de precios bajos y a la aceptación del formato por parte de la poderosa industria de anime, jugó un papel mucho más relevante.