A medida que vamos avanzando en el camino de nuestro autoconocimiento y nuestro rediseño, vamos encontrándonos con aspectos de nosotros mismos que parecen imposibles de resolver, o de modificar.
Dado que vivimos en un paradigma maniqueo , en el que todo puede ser catalogado de “Bueno o malo” “correcto o Incorrecto” todo aquello que nos aleje de lo considerado “apropiado” en el paradigma es considerado despreciable, patológico, y debe ser removido como una suerte de tumor de modo tal de poder lograr una versión más correcta de nosotros mismos.
Muchas tendencias a través del tiempo nos instan a “abandonar” el ego, a purificarnos de nuestros pecados, a purificar nuestras auras, a renunciar a nuestras naturalezas, a sacrificar e incluso torturar a nuestros cuerpos en aras de las almas…
En el transcurso de mi experiencia como viajera interior, he aprendido que la “cirugía mayor” no siempre es la respuesta, que partiendo desde la base de que hay algo en el individuo que es tan errado y tan nocivo que debe ser erradicado, se promueve una tendencia al auto-rechazo y a la falta de amor y que eso, sin importar cuánto nos hayan contado, no termina bien.
Se crea una inmensa presión por CAMBIAR, POR SER MEJOR, POR “ILUMINARSE” que es como si pusiéramos cantidades excesivas de butano en combustible de un motor, pudiera parecer que el alto octanaje mejora el rendimiento pero en el largo plazo el motor colapsa porque no lo resiste.
O bien, el individuo desiste, frustrado por la angustia de esforzarse y no llegar, o se vuelve obsesivo de lo peor de sí mismo llegando incluso a prohibirse la manifestación de emociones bajo el supuesto de que así se apagarán, o se enferma en un intento desesperado del el cuerpo físico por manifestar el daño ya ocasionado en el cuerpo energético, emocional y mental.
Dl mismo modo que estamos aprendiendo a movernos en términos de ecología para relacionarnos con nuestro entorno es preciso saber relacionarnos en términos de ecología con nosotros mismos.
No todo necesita ser cortado, extirpado, castrado, modificado, purificado, muchas veces simplemente requiere de ser reciclado, y para eso se utilizan los mismos principios que se utilizan para el reciclado de materiales.
O se aplica un proceso que le lo devuelva a un estado sensible de ser rediseñado y reutilizado, o se lo reconoce con nuevas miradas y se encuentran nuevos usos.
La importancia de este modo ecologista de adentrarnos en nosotros mismos radica en que, por una parte, de este modo hacemos un uso más inteligente de nuestra energía de proceso y de transformación, y la hacemos autosustentable, porque el reciclado es un acto de Amor, un amor que vuelve hacia nosotros y nos retroalimenta, no sólo ahorrando la energía que se pierde en frustración y lucha, sino llenándonos del más puro amor, ese que nos prodigamos a nosotros mismos en la aceptación.
Y por otra parte, porque cada uno de nosotros como seres encarnados poseemos una configuración limitante establecida al momento de manifestarnos.
Es la plantilla diseñamos antes de encarnar, desde un nivel superior de conciencia y es necesaria para cumplir con tu objetivo trascendental.
Dicha configuración está dispuesta de una manera en particular y preestablecida en tu estructura física y energética y tiene como propósitos, sostener nuestra imperfección para que nos sea posible transitar en la 3° dimensión a la cual sino no podríamos acceder, desafiarnos para el desarrollo de las experiencias que planificamos, y presentarnos una serie de pistas de acceso desde los cuales nos es más simple encarar cualquier proceso de rediseño. Por lo tnto ser capaz de una mirada ecológica nos permite interactuar con esta configuración de modo de sacarle el mayor provecho posible y de remodelarla para que no nos limite en nuestra trscendencia.
En otras palabras, esta configuración opera de la misma manera que los lastres en un globo aerostático.
Si bien a primera vista dan la sensación de “limitar” el vuelo, en realidad son fundamentales para que seste ea posible.
Es cierto que si los soltáramos todos los lastres, el globo se elevaría libre, y cada vez más alto…en una inmensidad sin dirección ni propósito que acabaría con la existencia física del mismo.
Lastre no es lo mismo que sobre carga, la sobre carga de lo que debemos liberarnos para poder volar, para poder experimentar, el lastre es algo que debemos aprender a balancear para que nuestro vuelo sea maravilloso.
Gracias a él es posible regular los niveles de altitud para los que estamos preparados a transitar disfrutando la experiencia y asimilándola en su máximo potencial, redistribuyéndolos cambiamos de dirección, aprovechamos mejor la energía de la atmósfera para un vuelo más duradero y más cómodo y a medida que nos hacemos expertos de este vuelo en particular , somos capaces de hacer de nuestros lastres un instrumento que nos perfecciona, nos vuelve exquisitos en el volar, porque entonces regulamos posición, velocidad, altitud, dirección, todo gracias a ellos.
Así, cuando nos topemos con algunos de nuestros lastres, no pensemos en ellos como en un enemigo a destruir, o un cáncer a erradicar, sino como en un elemento indispensable que nuestra conciencia superior puso en nuestras manos para que pudiéramos disfrutar el viaje y volvernos cada vez más sabios en nuestros vuelos,
El único inconveniente real que poseen nuestros lastres, es que los creamos una sobre carga y nos identifiquemos con sus limitaciones y no con sus posibilidades.
Para eso es necesario antes que nada una aceptación genuina, y una conversar con nosotros mismos lejos de los paradigmas de auto desprecio y de autocastigo.
No podemos amarnos desde el odio, no podemos ser ecológicos desde el desprecio del ecosistema.
Una conciencia permanente, una presencia comprometida en el presente, y una proceso de auto-descubrimiento cotidiano son las herramientas para reconocer los lastres de las sobrecargas, aprender qué acciones y reflexiones corresponden a cada uno de ellos y cuáles es la ecología que nos garantiza un viaje maravilloso por la divina experiencia de la tercera Dimensión.
NAMO VAH
Autora: Sri Ganga Mata
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