Con Luz Gabás me quedé en Palmeras en la nieve, su primera novela, un libro que en general disfruté, aunque no es el género que más me motiva y, a pesar de las buenas críticas a sus siguientes novelas, lo cierto es que no me animé con ellas porque no las veía muy de mi estilo. Por el contrario, su última publicación llamó mi atención desde el principio y en cuanto pude me puse con su lectura. Hoy os hablo de El latido de la tierra.
Mi opinión
Alira, protagonista de la novela, ha encontrado en un pozo situado en la bodega de su casa y de modo casual un cadáver en avanzado estado de descomposición. Por este motivo está siendo interrogada por la Guardia Civil dando por hecho que se conoce la identidad de ese cuerpo cuando lo cierto es que, hasta bien avanzada la novela, será un dato que desconoceremos. Tanto Alira como alguno de sus amigos, alojados por entonces en su casa, son sospechosos para la subteniente encargada de la investigación y como tal los tratará a todos. Tras estas primeras páginas la narración viajará al pasado y conoceremos cómo y por qué Alira continúa aferrada a la tierra que la vio nacer y a la mansión que amenaza con la ruina en medio de un pueblo abandonado tras la expropiación sufrida en los 70, hasta que decide convertirla en un alojamiento para huéspedes, siendo sus amigos los primeros de ellos.
Saltando entre el pasado y el presente El latido de la tierra fluye con calma y, a pesar de estar vertebrada en torno a una investigación criminal, esta no deja de ser una mera excusa para dejar paso a una historia más reflexiva y con más lecturas de las que en un principio se le pueden presuponer. El latido de la tierra es un homenaje y una reivindicación de esa España vacía tan presente desde hace algún tiempo en los medios de comunicación, pero es también la lucha de una mujer por su legado, por sus convicciones y, muy especialmente, por su derecho a tener otra oportunidad distinta a la que parece que le ha venido impuesta desde el principio. La lucha de una mujer que, en plena madurez, ve como sus principios no solo no son inamovibles, sino que pueden ser perfectamente compatibles con formas de entender la vida muy distintas a la suya. Una mujer que, cuando cree que solo le queda languidecer en su tierra, en su casa, con su familia, con sus amigos de siempre, con todo lo que le hace sentirse segura, descubre que, en ocasiones, atrevernos a contradecirnos es la puerta hacia la felicidad.
Son muchos los temas que se tocan en esta novela. Junto a esa reivindicación del mundo rural, despojándolo de la idealización que a veces se nos sugiere, El latido de la tierra no está exento de crítica social a la par que hace un homenaje a la generación de los nacidos en los años 60 e incluso principios de los 70, educados en el valor del trabajo y del esfuerzo como forma de obtener un triunfo en la vida. La familia, el peso de la tradición, los sueños perdidos de la juventud, el paso del tiempo, los prejuicios… También el amor está muy presente ya que la carga romántica de la novela tiene su identidad propia y tengo que deciros que, a pesar de lo mucho que me suelen costar las historias de amor, en esta ocasión me ha convencido de principio a fin, probablemente porque en todas las relaciones que vivimos en la novela he sentido la realidad de lo que es el nacimiento de un sentimiento que emociona y asusta al mismo tiempo, un sentimiento contra el que no se puede luchar y muy alejado de la mirada idílica y edulcorada de un romanticismo, en mi opinión, mal entendido.
Y todo ello nos lo cuenta Luz Gabás con una prosa pulcra, cuidada y elegante que nos envuelve desde la primera hasta la última página arropados con las canciones que dan título a cada uno de los treinta y tres capítulos en los que se estructura la novela. Y es que El latido de la tierra tiene una banda sonora que no solo nos ambienta en lo leído, sino que corona los hechos y emociones que se nos narran y sentimos en cada capítulo.
No puedo terminar la reseña sin una breve mención, por no alargarme más, a los personajes que habitan sus páginas, y digo habitan porque Luz Gabás ha dotado de vida a cada uno de ellos, haciéndolos reales y reconocibles para el lector y consiguiendo que, aun sin compartir sus decisiones y su forma de entender la vida, podamos empatizar con ellos y entenderlos, comprendiendo su forma de actuar y sentir en toda su dimensión.
En definitiva, El latido de la tierra es una novela de búsqueda, de reconciliación, de reivindicación y de cambio narrada de forma exquisita. No os la perdáis.