Título: El lector de Julio VerneAutora: Almudena Grandes.Editorial: Tusquets Editores Bolsillo.Páginas: 432.
Resumen oficial.
Nino, hijo de guardia civil, tiene nueve años, vive en la casa cuartel de un pueblo de la Sierra Sur de Jaén, y nunca podrá olvidar el verano de 1947.
Pepe el Portugués, el forastero misterioso, fascinante, que acaba de instalarse en un molino apartado, se convierte en su amigo y su modelo, el hombre en el que le gustaría convertirse alguna vez. Mientras pasan juntos las tardes a la orilla del río, Nino se jurará a sí mismo que nunca será guardia civil como su padre, y comenzará a recibir clases de mecanografía en el cortijo de las Rubias, donde una familia de mujeres solas, viudas y huérfanas, resiste en la frontera entre el monte y el llano.
Mientras descubre un mundo nuevo gracias a las novelas de aventuras que le convertirán en otra persona, Nino comprende una verdad que nadie había querido contarle.
En la Sierra Sur se está librando una guerra, pero los enemigos de su padre no son los suyos. Tras ese verano, empezará a mirar con otros ojos a los guerrilleros liderados por Cencerro, y a entender por qué su padre quiere que aprenda mecanografía.
Impresión personal.
La verdad es que me he encontrado leyendo este libro con una agradable sorpresa que desconocía porque no había leído nada sobre el mismo, ninguna reseña, ni siquiera la sinopsis del mismo. El libro me ha llevado de nuevo a Castillo de Locubin y a toda esa serranía que un día conocí de primera mano por otra casualidad: estudiaba Sociología entonces en la Complutense y mi mejor amiga, estudiante también, era de ese pueblo y su novio de Alcalá la Real, así que uno de nuestros principales trabajos de campo que hicimos en 5ª curso (en Sociología Rural) fue sobre este pueblo y la sierra, sus gentes, su economía y su extraña manera de conservar lo que tenían. Castillo de Locubin y los pueblos cercanos como Fuensanta eran en esa época pueblos con el mayor índice de Bancos y Cajas de Ahorro de toda la comarca pero cuando veías a la gente por el pueblo pareciera que vivieran en la miseria. Casas relativamente pobres, una forma de vestir muy somera (muchas mujeres de luto y hombres con ropajes de pana) para la época y pocas tiendas de consumo habitual en el pueblo. La mayoría vistos desde fuera parecía que vivieran en la pobreza y el tiempo se hubiera detenido en el pueblo. Cuando hablabas con las gentes en sus casas podías analizar de dónde venía ese guardar tanto dinero en los bancos y ese vivir aún de lo que da la tierra. En todas las casas había grandes despensas y fresqueras, todos hacían conservas de todo, matanza de varios cerdos y cultivaban su pequeño trozo de tierra. Una mentalidad de autoconsumo y de guardar lo que les sobra que no había visto nunca. Leyendo esta novela de Almudena algunas piezas de esa economía tan peculiar acaban encajando. Por cierto, que también recuerdo de ese pueblo y de la sierra el inmenso frío de diciembre/enero, la nieve y el calor de los hornos de pan donde todo el pueblo iba a hornear diariamente sus hogazas y esa manía de todos por decirnos que estábamos muy delgadas (aunque nunca lo estuvimos ninguna de las dos) y que teníamos que comer mucho más y ese empeño en atiborrarnos a comida casera.
Por otro lado, los personajes están perfectamente perfilados en los dos libros, pero en El lector de Julio Verne el hecho de que todos se dibujen a través de los ojos de un niño de nueve años que los analiza desde su punto de vista, de lo que él es capaz de interpretar hace que el propio lector acabe de perfilar a su modo al personaje en cuestión. Creo que esta es una de las cosas que más me ha gustado del libro. Es un libro duro y diría que muchos de sus pasajes son crueles, pero no porque la autora nos los muestre, no. Los hechos ocurren seguro pero ninguno de ellos se describe realmente sino que es la mente de un niño ( o las habladurías de otros) la que se imagina lo que ocurre por lo que escucha desde su casa del cuartel. No nos describen nítidamente qué pasa en el cuartel por la noche cuando hay detenidos; es lo que escucha Nino a través de las paredes lo que nos da esa idea de lo que está pasando y de lo que él esta viviendo. Es nuestra mente la que da forma, igual que hace Nino, a lo que ocurre. Almudena, al final, con gran maestría, nos acaba colocando en el lugar del niño y somos capaces de entenderlo, de equivocarnos con las personas como él y de amarlos y odiarlos en función de su perspectiva que llega a ser la nuestra. Cómo Nino, intuimos que el Portugués oculta algo que no queremos que le perjudique; nos llevamos una sorpresa con Sanchís y sufrimos la injusticia de las miradas acusadoras que lo hacen corresponsable de lo que hace su padre, aún sin quererlo.
En conclusión, una lectura altamente recomendable que me ha encantado tanto o más que la anterior y que tiene, aunque no lo menciono, un final que te reconcilia con el resto de la historia y te deja sonriendo y tranquila. A veces, cuando los abuelos de hoy sienten miedo de que todo vuelva a ocurrir de nuevo, una piensa en historias como éstas y el valor que tienen escritores como Almudena Grandes que las está sacando del olvido premeditado de quien ha intentado sepultarlas.