TODA la noche la pasé leyendo,
sentado, leyendo en un libro
de páginas oscuras.
Era otoño y las estrellas caídas
cubrían las formas encogidas
inclinadas a la luz de la luna.
No había lámpara mientras leía,
y una voz susurraba:
< Todo regresa al frío,
incluso el almizcleño moscatel,
los melones, las peras rojizas
del jardín sin hojas.>
Las páginas oscuras no sufrieron huella
excepto el trazo de estrellas ardientes
en el cielo helado.
WALLACE STEVENS