Cuatro años han pasado desde que Jason Bourne fuera declarado muerto, en el último film de la trilogía original, El ultimatum de Bourne. Pero cuando acabo esa magnífica obra de arte dividida en tres partes, a todos nos acechó una duda, ¿siempre hubo uno solo? En realidad no nos acechó nada, ya que desde la primera entrega vimos como Bourne se enfrentava a más de un agente igual de preparado que él. Así que debemos reformular la pregunta, ¿siempre hubo uno solo que se rebeló? Pues este film nos demuestra que no.Mientras que Bourne era perseguido por Londres y Nueva York, todas las operaciones como Treadstone o Blackbriar fueron canceladas por miedo de que sucediera algo parecido con Bourne, así decenas de agentes de la CIA infiltrados por medio mundo fueron abatidos. Una sección en concreto de estos agentes mejoraban sus habilidades físicas y mentales con medicinas o drogas además de entrenamiento, haciéndoles más rápidos, más fuertes y más inteligentes. Hasta que una nueva pastilla los liquidó sin que nadie tuviera que luchar contra ellos. ¿Pero cayeron todos? No, sobrevivió uno, Aaron Cross. Este agente, que muestra síntomas de adicción a esas "medicinas", y se está quedando sin pastillas, conseguirá salvarse y empezar una vendetta personal mientras intenta curarse de su adicción.Como todo, cuando tiene éxito se tiene que reproducir hasta que se han agotado todos los cartuchos. Pues bien, este es el caso de la saga Bourne, después del éxito cosechado por primera trilogía protagonizada por Matt Damon, cuatro años después de la tercera entrega llega el relanzamiento de la saga con una nueva cara, Aaron Cross interpretado por Jeremy Renner, actor en alza que desde su aparición en En tierra hostil, no ha hecho más que ir subiendo en los escalones de Hollywood.En esta ocasión, la dirección corre a cargo de Tony Gilroy, guionista de las cuatro entregas, que se pone tras las cámaras para intentar aprovechar el filón de Bourne. Digo aprovechar porque llegar al nivel de la tres entregas anteriores será algo difícil, y más con las exigencias que últimamente tiene el mercado cinematográfico. Para ser sinceros, es una película de acción trepidante, con un argumento trabajado, pero que no llega al nivel de las anteriores. Tal vez dentro de unos años no será más que un inpass entre dos trilogías, pero hoy por hoy decepciona un poco, sobretodo si la comparamos con las otras tres.Algo que si tenemos que tener en cuenta, es la maestría con la que se encajan los dos hilos argumentales, el final de Bourne con el principio de Cross, dando pie a la aparición de más agentes descontrolados y vengativos. Lo que hace que la película tenga un nivel inferior a las otras entregas, es sin duda la falta de intriga. A estas alturas todo el público sabe quien es Bourne, de donde procede, quien lo entrenó, y por lo tanto el misterio entorno a Cross no supone un reto para el espectador. Además, mientras que Bourne presentaba una completa amnesia, Cross sabe quien es y porque está allí, algo que le facilita sus objetivos.Además de Jeremy Renner, el reparto es inigualable, junto a él encontramos a Rachel Weisz, Stacy Keach, Scott Glenn y al gran Edward Norton, que una vez sorprende por su calidad polifacética. Además, a modo de cameos o pequeñas colaboraciones, sobretodo en las escenas que encajan El ultimatum de Bourne con El legado de Bourne, vemos a Albert Finney, David Strathaim, Corey Johnson y Joan Allen.Es una muy buena opción, pero sin duda alguna muy alejada de las tres entregas protagonizadas por Matt Damon.Valoración: 3,5/5