El legado de Jacobo de la Vorágine

Por Garatxa @garatxa
Jacobo de la Vorágine (1226-1298) fue un fraile dominico a quien el Papa Nicolás IV consagró en Roma como Arzobispo de Génova en 1292. Este fraile escribió, entre los años 1252 y 1265, la Leyenda dorada (Legenda aurea sive legende sanctorum), que es una de las obras más importantes en la historia de la cultura occidental. Fue transcrita en más de 1000 códices latinos e incunables, traducida a innumerables lenguas, y alcanzó una rápida y extraordinaria difusión por toda Europa. Es la obra hagiográfica más considerable de la Edad Media: 150 historias de santos y mártires, intercaladas con 30 capítulos dedicados a las principales fiestas cristianas; todo ello organizado según el año litúrgico.

Como para muestra vale un botón, aquí os dejo con el fragmento principal de la historia de San Nervo y San Aquileo:
La historia del martirio de estos dos santos fue escrita por los siervos de Dios, Eutiques, Victorino y Macro (...)
Nereo y Aquileo, bautizados por el apóstol San Pedro, fueron dos eunucos, camareros de Domitila, nieta del emperador Domiciano. Estaba Domitila prometida en matrimonio a Aureliano, hijo de un cónsul, e ilusionada por la proximidad de su boda, y movida por el deseo de agradar a su futuro esposo, se engalanaba con preciosos vestidos de púrpura y con abundantes joyas. Nereo y Aquileo todos los días mientras la vestían y acicalaban, predicábanle la fe de Cristo, ponderándole las excelencias de la virginidad y le exponían los inconvenientes que implicaba la vida conyugal. (...) Flavia Domitila, convencida por los argumentos de sus eunucos, se convirtió al cristianismo, hizo voto de castidad y recibió el velo de las vírgenes de mano de San Clemente. Cuando Aureliano, su prometido, se enteró de esto, recurrió al emperador Domiciano y obtuvo de él facultades para desterrar de Roma a Domitila, a sus camareros Nereo y Aquileo, y envió confinados a los tres a la isla de Poncia, abrigando la esperanza de que una vez allí su amada mudaría de parecer, renunciaría a su voto de castidad y accedería a casarse con él. (...) Como perseveraron en su fidelidad y se negaron rotundamente a renegar de ella, ambos fueron decapitados. Su martirio ocurrió hacia el año 80 de nuestra era. Sus cuerpos fueron enterrados junto al sepulcro de Santa Petronila.
Tras esta lectura, es para pensarse seriamente si la virginidad merece la pena ;-).