Así, a la luz de la mirada de autores como Ludwig von Mises, el sistema económico sólo puede funcionar cuando los individuos son aptos para la forma de producir, y son aptos para producir cuando rigen sus acciones y decisiones según la racionalidad económica o la lógica del cálculo. Por tanto, la ética que debe imperar en la economía liberal no es una ética de contenidos, sino formal y, como tal, universalizable. Estamos ante lo que Nietzsche anticipó antes de su colapso en 1888: No es la victoria de la ciencia lo que caracteriza nuestro siglo XIX, sino la victoria del método científico sobre la ciencia; de modo que, si es preciso racionalizar todo con vistas a la obtención de ganancias y todo ha de seguir las pautas del método de conocimiento, éste acabará transformando el objeto de conocimiento, esto es, terminará por instrumentalizar la educación misma, pervirtiendo su naturaleza, yendo contra ella, contra el hombre mismo.
David Porcel