"EL LENGUAJE DE LAS FLORES" de Vanessa Diffenbaugh

Publicado el 09 marzo 2014 por Marianleemaslibros
"El lenguaje de las flores no es negociable, Victoria —replicó al mismo tiempo que se daba la vuelta para ponerse los guantes de jardinería. 
Cogió la pala y empezó a remover la tierra donde yo había arrancado una docena de plantas buscando la cuchara. 
¿Qué quiere decir que no es negociable? —pregunté. Di un sorbo a la infusión de menta, tragué e hice una mueca mientras esperaba a que mi estómago se calmara. 
Quiere decir que sólo hay una definición, un significado para cada planta. Como el romero, que significa... Recuerdo —completé.
Exacto —confirmó Elizabeth, sorprendida. Y la aguileña...  —Abandono. ¿Acebo?  —Previsión. ¿Lavanda?  —Desconfianza"
Victoria Jones es huérfana y ha pasado sus dieciocho años de vida entrando y saliendo de numerosos hogares tutelados.  Siempre ha sido una chiquilla “distante, irascible, hermética, impenitente, imprevisible y taciturna” o al menos esos son los defectos que arrastra su libreta de valoraciones.
Lo más cerca que ha estado nunca de conseguir una verdadera madre adoptiva fue cuando tenia nueve años, con Elizabeth,  la única persona en su vida capaz de demostrarle un amor incondicional, de tener la suficiente paciencia como para conseguir ganarse su cariño.
“Cuando me fijé en Elizabeth, su cara reflejaba tanta emoción que no supe si estaba a punto de reír o llorar. Me abrazó, pasando los brazos por debajo de mis axilas y entrelazando las manos sobre mi pecho.  —Mírate —me dijo—. Mi niña.  En cierta manera, en ese momento sus palabras decían la verdad. Tenía la vaga sensación de ser una niña muy pequeña—una recién nacida, incluso—, arropada en sus brazos. Era como si la infancia que yo había vivido no me perteneciera a mí, sino a una niña que había sido sustituida por la que ahora veía en el espejo”
Durante el poco tiempo que pasó a su lado, aprendió a conocer el lenguaje de las flores, a expresarse a través de ellas. Sin sospechar lo útil que ello le iba a resultar en un futuro, conoció y memorizó cada uno de sus nombres científicos, sus significados.
“Te hablo del lenguaje de las flores —aclaró Elizabeth—. Tiene su origen en la era victoriana (de Victoria, como tu nombre), cuando la gente se comunicaba a través de las flores. Si un hombre le regalaba a una joven un ramo de flores, ella volvía presurosa a su casa e intentaba descodificarlo, como si fuera un mensaje secreto. Las rosas rojas significan amor, las amarillas, infidelidad. Los hombres tenían que elegir con cuidado las flores que regalaban”
Pero algo hizo Victoria que lo echó todo a perder, algo que generó en la niña un inmenso sentimiento de culpa, un lastre del que no sería nada fácil desprenderse y que propició que Elizabeth no pudiese adoptarla.
“¿De verdad crees que eres el único ser humano imperdonablemente defectuoso? ¿El único ser humano que ha sufrido casi hasta el punto de derrumbarse?
Me observó fijamente. Cuando desvió la mirada, supe que había entendido que sí, que yo me creía la única”.  

Y ahora, ya alcanzada la mayoría de edad, la ley le obliga a emanciparse, abriéndose un mundo desconocido ante ella, al que deberá enfrentarse sin ningún apoyo, encontrar un trabajo, salir adelante.
“Mi inminente condición de vagabunda no había sido una decisión consciente; sin embargo, al levantarme para vestirme la mañana que iban a echarme a la calle, me sorprendió comprobar que no tenía miedo. En lugar de sentir temor o rabia, lo que notaba era expectación y nerviosismo, una sensación parecida a la que había experimentado de niña la vigilia de cada nueva asignación a una posible familia adoptiva. Ahora, ya adulta, mis esperanzas para el futuro eran sencillas: quería estar sola y rodeada de flores”.
Victoria sufrirá diversas calamidades, tendrá que dormir en un parque, pasará hambre, indigencia, hasta que Renata se cruza en su camino ofreciéndole un empleo en la floristería que regenta.
 “Habría podido contratar a otra persona. Alguien menos imperfecto, quizá, o que al menos lo disimulara mejor. Pero no habría encontrado a nadie con tu talento para las flores, Victoria. Lo que tienes es un don. Cuando estás trabajando, te transformas completamente. Aflojas la mandíbula y te brillan los ojos. Tus dedos manipulan las flores con un respeto y una suavidad que hace imposible pensar que seas capaz de cualquier violencia. Nunca olvidaré la primera vez que lo presencié. Cuando te vi arreglando los girasoles en la mesa, tuve la impresión de que contemplaba a una chica totalmente diferente”.
A partir de ahí las cosas serán algo más fáciles, pero tampoco demasiado…
¿Conseguirá Victoria llevar una vida normal? ¿Qué será eso tan imperdonable que le hizo a Elizabeth? ¿Se reencontrará con ella algún día? Vanessa Diffenbaugh nació en San Francisco y estudió redacción creativa y educación en Stanford.
Después de la universidad, se dedicó a enseñar arte y escritura a jóvenes con escasos recursos económicos.  De esa forma se encariñó de unos niños que habían sido abandonados por su madre y como ella era demasiado joven para quedarse con ellos, asistió en primera persona a su proceso de adopción y a la separación de los hermanos.
Hoy en día, ella misma es madre de acogida de dos niños y en la actualidad vive con su marido en Cambridge. Han fundado la Red Camelia, que se propone apoyar a los jóvenes en transición de hogares sustitutos.
“El lenguaje de las flores”, es la ópera prima de Vanessa, y ha sido publicada en España por la editorial Salamandra
Me ha parecido muy curiosa esta entrevista donde Vanessa nos cuenta como descubrió el lenguaje de las flores: “Cuando tenía unos 16 años, rebuscando en librerías antiguas, descubrí un diccionario ilustrado de las flores de la época victoriana. Me costó muy poco dinero pero lo llevaba siempre conmigo como oro en paño porque me parecía fascinante el que las flores tuvieran un significado secreto. De hecho, en el instituto, a mi novio de por aquel entonces le escribía poemas con flores atadas que él tenía que desencriptar con el diccionario”. También nos habla de su empeño por construir un relato auténtico acerca del sistema de acogida en Estados Unidos.
Aunque tengo un montón de novelas pendientes, de vez en cuando me paso por la sección del blog “Recomiéndame un libro” y echo un vistazo a las recomendaciones que dejan mis lectores. Ésta vez, no pude resistirme a la de Thelmandarine que decía así: “Por Dios, te recomiendo "El lenguaje de las flores" de Vanessa Diffenbaugh. Es genial, sublime, el que más huella me dejó. Mi libro favorito”.
El título me llamó mucho la atención, ya que yo antes nunca había oído hablar del lenguaje de las flores. Indagando, pude comprobar que la floriografía, es toda una ciencia surgida en la época victoriana (siglo XIX), “un medio de comunicación en donde variadas flores  y arreglos florales se usaban para enviar mensajes codificados, sirviendo a sujetos para expresar sentimientos que de otro modo nunca se podrían hablar”. Y que entre 1830 y 1880 se publicaron centenares de diccionarios de flores en Europa y América.

De hecho, Vanessa ha basado su novela en el libro "Le Langage des Fleurs", de Charlotte de Latour, un compendio de la simbología de las flores que su autora recogió en la poesía, la mitología antigua e incluso la medicina. Interesante ¿verdad?

La narración intercala capítulos del momento presente, durante el proceso de emancipación de Victoria, su relación con Renata (la florista que le da trabajo, y que resulta ser clave en los comienzos de su andadura como adulta) con capítulos que describen su pasado de hogar en hogar, pero sobre todo haciendo hincapié en la época vivida junto a Elizabeth.
Curiosamente, al final de la novela, hay un pequeño extracto con algunas flores y su significado: acacia = amor secreto, adelfa = ten cuidado, aloe = pena, azucena = majestuosidad, brezo = soledad, buganvilla = pasión, caléndula = dolor, clavel amarillo = desdén, clavel rojo = se me parte el corazón, rosa roja = amor, rosa amarilla = infidelidad.
¿Qué me ha parecido? ¿Me ha gustado?
La novela me ha encantado. Agradezco la recomendación de Thelmandarine porque francamente, he disfrutado mucho con el personaje de Victoria, una chica peculiar, solitaria, con muchas carencias afectivas, que no sabe relacionarse con la gente, que no soporta que la toquen. Lejos de considerarlo mi libro favorito, comparto con ella la opinión de que es genial.
Desde el primer momento de la narración la autora deja entrever que Victoria alberga dentro un gran sentimiento de culpa por algo que le hizo a Elizabeth, la única persona que parecía entenderla, que la aceptaba tal y como ella era y que estuvo a puntito de convertirse en su madre adoptiva. Por algo tan grave, como para que ni ella misma sea capaz de perdonarse. Según pasamos las hojas, deseamos saberlo todo, cada detalle de lo ocurrido en esa relación tan especial, pero que al final no pudo ser.
 
La historia está repleta de sentimientos: el amor maternal incondicional, la culpa, los celos, el rencor, el perdón. Por eso, aunque en ocasiones pueda resultar un poco dura, estoy segura de que si te decides a leerla, no te dejará indiferente.
Por último deciros que, lo tengo en formato epub: SI ALGUIEN ESTÁ INTERESADO EN LEERLO, ME LO PUEDE PEDIR POR EMAIL (como cualquier libro reseñado en el blog) y yo se lo prestaré muy gustosamente.