ISBN: 9788498384208
Páginas: 352
Precio: 18 €
Si desconfío, mi flor es la lavanda.
Para defenderme, escojo el rododendro.
Con la rosa blanca, comparto mi soledad…
Tengo miedo, y cuando tengo miedo,
dejo que las flores sean mi voz.
(Fragmento de la faja del libro)
El lenguaje de las flores captó mi interés de inmediato: está protagonizada por mujeres, es de corte realista y además cuenta con el elemento original que da nombre a la obra. Se trata de la primera novela de Vanessa Diffenbaugh (San Francisco, 1978), que se ha traducido a treinta y seis idiomas y ha tenido una gran acogida por parte del público y la crítica (en Italia ha vendido 400.000 ejemplares). La autora, licenciada en Pedagogía y Escritura Creativa, encontró la fuente de inspiración en su trabajo como profesora de niños sin recursos, donde tuvo que presenciar cómo cuatro hermanos eran separados por el sistema de acogida de Estados Unidos después de que su madre, que tenía problemas con las drogas, los abandonara.
La única persona que ha creído en ella es Elizabeth, la madre de acogida que mejor la ha tratado. . A diferencia de otros padres, Elizabeth no se rinde ante las provocaciones de Victoria y está dispuesta a sacar lo mejor de ella cueste lo que cueste. Es ella quien le enseña el lenguaje de las flores: un sistema de comunicación de la era victoriana que permite transmitir los sentimientos con discreción a través de las flores. En su momento fue muy popular y se publicaron numerosos diccionarios con los significados de las plantadas, pero en la actualidad se trata de un ámbito desconocido.
La novela está narrada en primera persona por Victoria y alterna el pasado de su infancia en casa de Elizabeth con el presente en la floristería con capítulos breves de fácil lectura. Está contada con un estilo sencillo y correcto que puede resultar soso, aunque también tiene algunos fragmentos bastante logrados. Creo que adolece el problema que suelen tener las primeras publicaciones de un autor: la ausencia de sello personal y el hecho de detenerse en detalles irrelevantes. Personalmente, valoro mucho la forma en la que me cuentan una historia y pienso que El lenguaje de las flores habría ganado intensidad con una narración más evocadora y cálida.
Por otro lado, Elizabeth y Victoria me parecen los personajes mejor perfilados: la primera, una madre que adora a su hija de acogida pero que no por eso deja de cometer errores con ella; la segunda, una chica amargada y negativa, producto de la soledad que ha vivido siempre. Tienen virtudes y defectos, una personalidad compleja que evoluciona poco a poco, como a mí me gusta. Grant, el único personaje masculino que goza de cierto peso, es bastante plano con respecto a las mujeres, aunque cumple con su papel. Lo que más me gustó fue la personalidad atormentada y a la vez lo suficientemente sensible para apreciar el significado de las flores de Victoria. La novela en conjunto es así: dura y bonita al mismo tiempo.
Además del desarrollo de las tramas personales y el componente original del lenguaje de las flores, el libro tiene interés por describirnos el sistema de emancipación de los jóvenes estadounidenses con gran realismo: la asistenta social no es una hada madrina y la relación entre niños/adolescentes huérfanos se aleja mucho de parecerse a una bonita amistad. La situación es dura, muy dura; Vanessa Diffenbaugh conoce este mundo y ha evitado caer en idealizaciones.
Vanessa Diffenbaugh
En conclusión, El lenguaje de las flores es una lectura realista, de protagonistas femeninas fuertes y matices hermosos, pero más allá de eso tampoco aporta nada del otro mundo porque podría estar mejor narrada. En cualquier caso, al menos consigue mantener el interés por ese secreto que esconde la protagonista, por lo que anima a continuar leyendo. La recomiendo a los lectores amantes de las historias contadas con sencillez que transmitan un sentimiento bello y maternal.Nota: Salamandra también ha publicado una guía práctica sobre el lenguaje de las flores y ha creado una web en la que se pueden enviar postales de flores.
Enlace de interés: Entrevista a Vanessa Diffenbaugh en el diario ABC. Explica cosas como esta:
«La primera vez que escribí el personaje de Elisabeth estaba hecho sin fisuras, perfecto, siempre fuerte e inteligente. Y me di cuenta de que esa es la madre de acogida que a mí me hubiera gustado ser y no fui. Así que tuve que volver sobre mis pasos y reescribirla con más imperfecciones y cosas que probablemente vengan de mí».