El lento vaciado de las Cajas Gallegas

Publicado el 18 junio 2014 por Peterpank @castguer

Anticorrupción pide cárcel para seis ex directivos de las desaparecida Novacaixagalicia y la Audiencia Nacional tramita una de las querellas presentadas contra el hasta ahora “olvidado” José Luis Méndez .

El llamado “sistema financiero gallego” nunca existió. Tan rimbombante expresión fue acuñada tras estallar la burbuja de las cajas y su finalidad era crear la percepción social de que Galicia poseía entidades financieras tan poderosas que estaban siendo dinamitadas desde Madrid y Bruselas… El cuento sonaba bien y parecía creíble, pero era falaz.

Los altos cargos y los “expertos” que desde las instituciones y desde los medios todavía hoy insisten en la tesis de que las cajas murieron a manos de poderosas fuerzas foráneas saben que eso era el guion de una pésima película. En color y bien publicitada, cierto, pero pésima y tramposa.

La verdad –aunque moleste a los que aman ingenua o pasionalmente a Galicia– es que las cajas fueron destruidas desde dentro y prácticamente todos sus directivos y destructores eran “da terra”.

Ganar tiempo para maquillar mejor

Cuando el cuento del expolio era casi insostenible y los ciudadanos estaban a punto de despertar, los beneficiarios a la vez que destructores del “sistema financiero gallego” obtuvieron el apoyo y la colaboración del Gobierno gallego para crear otro “bluf”, si bien a poco de arrancar la tarea el Ejecutivo autonómico asumió la dirección de las obras porque el deterioro de las cajas era tan rápido y la implicación del PP tan evidente que estaba obligado a intervenir directamente para maquillar los hechos.

El gabinete de Alberto Núñez Feijóo asumió el reto de pilotar un entretenimiento: unificar Caixa Galicia y Caixanova para ganar tiempo, concentrar la atención de todos en un rosario de batallas administrativas, jurídicas y políticas, entremezcladas con pugnas de corte empresarial y aderezado todo con un rifirrafe entre A Coruña y Vigo, cosa que siempre proporciona una llamativa distracción. Y así maquillar a conciencia el desmadre y la ruina.

Por lo general, en esas batallas se disparaban bombas de humo. La munición del PP y del PSdeG-PSOE ni siquiera alió de sus arsenales, solo el alcalde de Vigo y el BNG apretaron el gatillo. El primero en un par de ocasiones, aunque con balas de fogueo, lo justo para recordar que la caja del sur, Caixanova, estaba menos arruinada que la del norte, lo cual era cierto.

Y el BNG disparó cuatro tiros apuntando mal porque le pudo el temor a que sus críticas fueran interpretadas como un ataque a Galicia.

La sangre del PP y del PSdeG-PSOE no llegó a las rías, y la de BNG fue tapada rápidamente con hojas de periódico…

Algún medio exageró las trifulcas, de modo que varios periodistas (ora convencidos ora despistados) contribuyeron a que los inanes enfrentamientos localistas y la aparente defensa de las cajas que hacía el PP ganaran credibilidad y confundieran más y más a la ciudadanía.

Así fue extendida y consolidada la percepción social que habían programado. Así consiguieron que un elevado número de personas acabaran creyendo que realmente existía un “sistema financiero gallego” poderoso y que unos forasteros querían destruirlo o, alternativamente, apoderarse “das nosas caixas”.

Movimientos casi perfectos

A bote pronto, cabe apuntar que entre el 70 y el 80 % de los ciudadanos adultos se tragaron y digirieron sin dificultad varias ruedas de molino, incluida la urgente necesidad de aprobar una Lei de Caixas. Aún hoy, un elevado porcentaje de los ciudadanos siguen convencidos de que Caixa Galicia, Caixanova y luego Novacaixagalicia (NCG) fueron dinamitadas desde Madrid y Bruselas.

Con independencia de que el objetivo fuera políticamente zafio, es obligado reconocer que el Gobierno gallego jugó magistralmente la partida de ajedrez. De sus hábiles movimientos es obligado destacar el jaque mate simulado por Núñez Feijóo y la entonces conselleira Marta Fernández Currás con el sainete de redactar y aprobar la Lei de Caixas. En esa batalla el tándem Feijóo-Currás realizó uno de los mejores movimientos de distracción de cuantos he conocido, que no son pocos.

¿Y qué hizo la oposición?, ¿votó a favor o en contra de esa ley? A ese respecto, de la oposición prefiero no decir nada… Yo también te quiero, como se dice a los amigos para indicarles con cariño vete a dar un paseo, hablaremos después con más tranquilidad…

Para que ningún directivo de las cajas resultara herido o muerto durante el desmantelamiento de las dos entidades ni luego el de la gran caja única, NCG, los destructores no solo contaron con el biombo que desplegó la Xunta, sino que además fueron favorecidos con la inhibición del Banco de España (BdE); cuya eficiencia, todo sea dicho, deja mucho que desear desde que entró en vigor la Unión Monetaria (eurozona) y se convirtió en un anexo del Banco Central Europeo (BCE).

Había una caja sólida, pero no era ninguna de esas dos…

En el verano de 2012, cuando quedó parcialmente al descubierto que las poderosas cajas ni siquiera habían logrado afianzarse lo suficiente para tener el futuro garantizado, en Galicia solo había una entidad suficientemente sólida, pequeñita pero sólida: Caixa Rural Galega [que por cierto, es la única licencia bancaria gallega realmente activa como tal y controlada al 100 % por gente "da terra". La licencia del Pastor también permanece vigente, pero manda sin ambages el español Popular]; y detrás de la Rural figuraban Banco Etcheverría y Banco Pastor, aunque la solidez de estos dos era relativa [por cierto, la gestión del primero empezó a perder rigor con motivo de la entrada en su accionariado de Caixa Galicia, que impuso la presencia en el consejo de administración de un hijo de José Luis Méndez].

Es más, en 2012 ya hacía varios años que las dos cajas acusaban un elevado y creciente deterioro, hasta el punto de que, según varios de sus ex empleados consultados, una y otra eran sendas tapaderas, por usar una expresión suave. Los artificios contables eran norma y variados trucos de ingeniería financiera permitían que las tapaderas tuvieran gran tamaño y atractiva apariencia… pero tapaderas al cabo.

Anticorrupción da los primeros pasos

En julio de 2012, cuando se filmaban las últimas escenas de la película El fin de las cajas gallegas, fue noticia la apertura de una investigación por parte de la Fiscalía Anticorrupción para dilucidar si fueron legales las generosas indemnizaciones y pensiones cobradas por altos cargos de Novacaixagalicia (NCG) con motivo de la liquidación de la gran caja única, cuyas envenenadas herencias [la escasez de activos y el abuso de las preferentes, entre otros males] ya habían sido trasvasadas de NCG a Novagalicia Banco (NGBanco), entidad virtual creada gracias al dinero inyectado por el Fondo de Reestructuración y Ordenación Bancaria (FROB).

Al igual que NCG nació para ganar tiempo y tapar “errores”, NGBanco fue constituido para cumplir una función concreta: mantener la clientela de la gran caja única desaparecida, pues la clientela era lo único realmente valioso que dejaron Caixa Galicia y Caixanova: cientos de miles de cartillas de ahorro y cuentas corrientes, entre las que figuran más de la mitad de las pymes y autónomos del país gallego.

Ese y no otro, la clientela, era el único valor y activo que justificaba bancarizar NCG y ese y no otro es el único motivo por el que el FROB [con el permiso de Fráncfort (BCE) y de Bruselas (Comisión Europea)] ha mantenido vivo el banco para venderlo, habiendo sido adquirido por el grupo venezolano Banesco.

Todas las demás riquezas de las cajas gallegas, que fueron ciertas y no pocas, ya habían sido dilapidadas o habían “desaparecido”, y conste que el proceso de vaciado no fue corto, ni repentino, ni tampoco discreto.

Dicho de otro modo: el vaciado fue evidente pero ninguna autoridad quiso verlo… ni mucho menos actuó como era debido para poner coto al dislate.

El expediente que Anticorrupción abrió en julio de 2012 es noticia estos días porque ya existe acusación oficial, apropiación indebida, por lo que el fiscal solicita penas de hasta tres años de prisión para seis ex directivos de Novacaixagalicia y que devuelvan 18,9 millones de euros.

Este es el relato (muy resumido) del proceso de bancarización de lo poco que quedaba de las cajas, así como de la operación orquestada en el intento, de momento exitoso, de librar a sus directivos de posibles responsabilidades.

Este relato puede enriquecerse con datos, con sabrosos detalles y con los perfiles de los variopintos personajes que han participado en el proceso, algunos de los cuales han logrado pasar desapercibidos: desde bancarios hasta consejeros, pasando por políticos decentes e indecentes, por los inversores engañados para que se embarcaran en la constitución de NGBanco y por los periodistas que voluntariamente o siguiendo órdenes se han dedicado a difundir cuentos como el del expolio que maquinaban los poderosos enemigos foráneos del eufónico “sistema económico gallego”…

El “banco” del Gotha gallego

De todos los personajes que han logrado salir de la zona del desastre iluminada, el que mejor ha marcado distancias es José Luis Méndez López.

Pero la “lejanía” y el olvido del que se beneficia el ex mandamás de Caixa Galicia están en precario porque la Audiencia nacional recién ha admitido a trámite una querella contra Médez y el ex presidente de Caixanova por el papel que jugaron en la comercialización de participaciones preferentes.

Hasta que ha saltado la noticia de la admisión de esa querella daba la sensación de que ya nadie recordaba que ese señor fue el director general de Caixa Galicia durante más de veinte años, hasta que fue liquidada, y a pesar de ello es el único de los altos cargos de las esquilmadas cajas que se ha salido del agua con la ropa seca… de momento.

La descorazonadora impunidad ética (y acaso legal) de la que goza y el plácido jubileo del que disfruta Méndez es doblemente chocante si se tiene en cuenta que es protagonista central del hundimiento de la más “rica” de las dos cajas, Caixa Galicia, y para colmo es el alto cargo que se ha retirado con más dinero:

Pues bien, este post y el que le sigue [cuyos tiempos de lectura son impropios de una bitácora pues rondan los 10 minutos cada uno], resumen y amplían anteriores textos publicados en Im-Pulso y narran avatares de la trayectoria del creador del “banco Méndez”, avatares que hacen todavía más incomprensible la “protección” con la que parece haber sido premiado.

Caixa Galicia, 1842-2012

Nada como empezar por el principio: la historia del “sistema financiero gallego” al que se refieren los propagandistas del Galicia va bien se inició en 1842 con la fundación de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de La Coruña [tal era su nombre original], entidad que en 1944 fue fusionada con su homónima de Lugo y en 1978, con la de Ferrol, dando lugar a la que fue la primera gran caja gallega: Caixa Galicia.
Ese mismo año fue aprobada la actual Constitución Española.

Sin embargo, a efectos prácticos, la unificación de esas tres cajas del norte de Galicia iba más allá del aumento de depósitos y de activos, pues también multiplicó exponencialmente su poder político, no en vano se trataba de una entidad de propiedad comunitaria y derecho público (exactamente, semi-público) y en sus consejos se sentaban representantes de instituciones públicas, dirigentes de partidos, agentes culturales, sindicalistas y empresarios, entre estos los más exitosos, activos y/o influyentes.

Caixa Galicia –como todas las cajas– era una sociedad sin ánimo de lucro, mucho menos privado, y estaba legalmente obligada a «promocionar el desarrollo económico del entorno en el que está radicada».

Sin embargo, inmediatamente después de ser constituida ya empezó a actuar con criterios propios de la banca privada. En esa línea, el primer paso consistió en cooptar para el consejo de administración a personas escrupulosamente seleccionadas.

Expansión desmedida

En la década de 1980, Caixa Galicia siguió extendiendo su territorio natural con la absorción de la caja de Santiago y las rurales de A Coruña, Ourense y Pontevedra. El engrandecimiento se completó en 1992 con la compra de la Caja Rural de León.

En diciembre de 1992, tras las Olimpiadas de Barcelona [evento que fue aprovechado por la ya entonces altamente bancarizada Caixa Galicia para invertir ahorro gallego en ladrillo catalán] la gran caja entró en la lista de las 500 primeras empresas del mundo de la revista Fortune. Caixa Galicia era, pues, una entidad financiera próspera y rentable. O así lo parecía.

El crecimiento, sin embargo, era “contable”. Sumaba, sí, pero durante los años noventa ya empezó a dejar de ser una caja al uso a pesar de que sus directivos sabían perfectamente que jamás podría ser un banco ni actuar como tal.

Por aquel entonces ya se habían producido los primeros lavados de manos del Banco de España y de la Administración autonómica, pues ambas instituciones sabían que Caixa Galicia estaba operando como un falso banco y nada hicieron para obligar a sus rectores a cumplir la ley y la normativa de las cajas.

En los primeros años noventa el Banco de España tenía suficientes pruebas de que el “banco Méndez” acometía proyectos y aventuras que nada tenían que ver con el «desarrollo económico del entorno en el que está radicada».

El caso Buxeres

La inhibición del Banco de España era más e incompresible si se tiene en cuenta que Caixa Galicia había demostrado su reiterada indisciplina años antes, ya con José Luis Méndez al frente, en 1985 con moitvo del caso Buxeres.

¡Qué frágil es la memoria y que poca atención prestan los medios a sus propias hemerotecas!

Las alarma sonaron cuando el supervisor [al que se le había caído la venda de los ojos debido a una inspección realizada en otra comunidad] descubrió que varias cajas realizaban operaciones bursátiles “irregulares” [¿sólo irregulares?... en ciertos ámbitos y ambientes está mal visto hablar de ilegalidades y se utilizan eufemismos tranquilizadores] a través del agente barcelonés Alejo Buxeres.

La trampa o ardid consistía, resumiendo, en simular movimientos en “operaciones dobles” pactando elevados rendimientos [¡de hasta el 12 por ciento], cosa que por aquel entonces todavía no habían sido reguladas y estaban prohibidas. El episodio concluyó con la quiebra del agente catalán y con un descubierto [o desaparición] de más de 5.000 millones de pesetas…

El pato y el festín o festines [que uno o varios listos disfrutaron] fueron abonados por el Estado.
El expediente, ¡administrativo por supuesto! [la Justicia casi nunca es informada de esos "descubiertos", tampoco cuando suman pequeñas cantidades, como es el caso de ¡5.000 millones de pesetas!, o de euros, qué más da], se cerró con la imposición de sendas multas a diez entidades adscritas a la Confederación Española de Cajas de Ahorros (CECA).

Sin embargo, ya entonces, ¡1985!, se registró una singularidad que hoy es de alto interés para los contribuyentes y ciudadanos gallegos: la sanción más elevada de todas fue la impuesta a Caixa Galicia: 100 millones de pesetas.

Conste que la imposición de la sanción más alta tampoco obedeció a que desde Madrid quisieran destruir el “sistema financiero gallego”, sino porque Caixa Galicia fue la entidad que más dinero había apostado en el tragaperras que administraba Alejo Buxeres.

Para evitar el escándalo cerraron los ojos…

En un país cuyas instituciones funcionaran con mínimo rigor, el caso Buxeres habría desembocado en el relevo de José Luis Méndez como director general de Caixa Galicia.

En paralelo, si una sociedad [es decir: patronales, sindicatos, partidos y organizaciones civiles de todo tipo] tiene mínimo amor propio y mira hacia delante, episodios como el caso Buxeres se saldan con la automática caída en desgracia y cese del director general de la entidad que ha jugado irregularmente a la ruleta con dinero ajeno.

Pero no fue así. El Banco de España se limitó a cobrar la sanción impuesta, la CECA miró para otro lado, los dirigentes de las organizaciones civiles de Galicia “perdonaron” a Méndez y, por si fuera poco, hubo quienes le felicitaron por su habilidad para salir del lío sin despeinarse el flequillo.

[La mayoría de los gallegos comunes ni siquiera se enteraron del caso Buxeres, del que trascendieron unas líneas en la prensa y cuatro frases en las emisoras. Por aquel entonces los medios no eran tan extremadamente “prudentes” como ahora, pero tampoco eran Le monde o la BBC, ¡quiá!]

La élite se reforzó con la llegada de Fraga

En los años ochenta, en la comunidad gallega [al igual que en territorios del Estado español como Andalucía y Castilla-León, por poner dos ejemplos con distintas mayorías políticas en sus gobiernos] ya se había consolidado una élite socio-política estrechamente relacionada con la económico-empresarial y ambas practicaban con eficacia el amiguismo y el clientelismo, habilidades, ¡para qué engañarnos!, que venían de lejos…

[El Gobierno tripartito que presidió el socialdemócrata González Laxe, en el que tenía presencia el centrismo galleguista que lideraba Barreiro Rivas, fue tan breve (septiembre 1987-febrero 1989) que no pudo (quizá porque tampoco lo intentó con fuerza suficiente) introducir cambios que obligaran al Gotha galaico a racionalizar y modernizar sus criterios]

Cuando estalló el caso Buxeres tanto Méndez como Julio Fernández Gayoso, presidente de Caixavigo-Caixanova, ya formaban parte del Gotha gallego, pues las cajas eran fundamentales para la mayoría de empresas consolidadas así como para operaciones y aventuras económicas de todo tipo, incluidas las del Gobierno autonómico.

Además, el PP, partido dominante en Galicia y su alternativa, el PSdeG-PSOE, estaban ampliamente representados en los órganos de ambas cajas y sus cuadros pusieron escaso empeño en saber los porqués, cómo, cuándo, dónde y quiénes…

Los pilares socio-políticos e institucionales del Gotha fueron reforzados con la presencia de Manuel Fraga Iribarne, que accedió a la presidencia de la Xunta al triunfar en los comicios de febrero de 1989.

Fraga, político hábil como pocos, formaba gobiernos en los que por norma figuraban representantes de los caciques o barones de las cuatro provincias y de los localismos de las siete ciudades: A Coruña, Ferrol, Lugo, Pontevedra, Ourense, Santiago y Vigo.
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El coruñesismo y el binomio Vázquez-Méndez

El coruñesismo, con el socialdemócrata Francisco Vázquez Vázquez al frente, era el localismo y el aparato de “caciquismo moderno” más eficaz y sólido de Galicia (hoy, aunque ha perdido proyección exterior, A Coruña sigue siendo la ciudad gallega con la élite más cohesionada).

Además, el coruñesismo se benefició de que Vázquez y Fraga enseguida congeniaron cuando el vilalbés se se instaló en Santiago para dirigir la la Administración autonómica.

Y para redondear se daban dos circunstancias con efectos sobresalientes:
* Primera, Francisco Vázquez fue durante años el político gallego mejor relacionado y más influyente en la cúpula del PSOE y en los sucesivos gobiernos de Felipe González, incluidos casi todos los ministros;
* Segunda, Vázquez también mantenía una excelente relación con Méndez López, incluso a título personal y por motivos económicos a través de las empresas de la familia Vázquez-De la Iglesia.

De hecho, el binomio Vázquez-Méndez más otros personajes coruñeses, en especial Antonio Fontenla (presidente de la patronal coruñesa y a partir de 2001 de la gallega, la CEG), jugaron un papel capital en los ámbitos socio-político y económico de Galicia, habiendo condicionado o impuesto numerosas decisiones estratégicas en y del país gallego hasta los primeros años de este siglo.

El grupo de intereses que durante más de dos decenios al que pertenecían y en gran medida colideraban Vázquez y Méndez control´con mayor o menor rigor prácticamente todas las iniciativas de calado económico, social e incluso cultural de la urbe coruñesa, amén de haber influido poderosamente en los medios de información; de hecho, solo un medio coruñés ha tenido la “osadía” de mantener un prolongado pulso con Vázquez (aunque ya en los últimos años de poder del regidor) por motivos informativos y como reacción a las discriminaciones publicitarias de la que era objeto por parte del Gobierno local: el diario La Opinión (Grupo Prensa Ibérica).

Las diosas financieras del Gotha

En el pilar económico del gotha galaico las cajas eran diosas, sobre todo el “banco Méndez”. Con el viento de cola, en 1994 los recursos que administraba Caixa Galicia [a pesar de su poder y penetración, el histórico Banco Pastor optó por mantenerse en segundo plano y centró su acción en el negocio bancario] superaron por primera vez el billón de pesetas y los dividendos de la entidad, que legalmente es “benéfico-social”, ascendieron a 17.802 millones.

La estrategia de Caixa Galicia giraba en torno a cinco ejes:
1. Acumular depósitos sumando más y más cuentacorrentistas, sobre todo pensionistas, pequeños ahorradores y pymes;
2. Jugar en el interbancario;
3. Mimar las relaciones con el poder político, granjeándose la amistad del mayor número posible de dirigentes partidarios e implicándose en iniciativas de la Xunta [en este campo y en las relaciones con la Administración la caja hacía uso de una herramienta poderosa: conceder hipotecas a funcionarios, sobre todo a los de las categorías más altas];
4. Financiar empresas y operaciones del pujante sector inmobiliario gallego, prestando también especial atención al mercado de las hipotecas;
5. Y a partir de 2001, con la fundación de la corporación financiera, Caixa Galicia acrecentó su presencia en un amplio abanico de operaciones, también en la industria, e inició una serie de arriesgadas incursiones en la montaña de ladrillos que se amontonaban en el sur y el levante de la Península.
Era una de las grandes cajas de Occidente y todopoderosa en el finisterre ibérico.

Todos sabían que debajo de las alfombras había barro

Al iniciarse el siglo XXI, la caja ya disponía de 656 oficinas y en un escenario de tan fuerte como temeraria expansión económica, Caixa Galicia intentó reforzar su musculatura con peligrosos alardes, extremando la bancarización con la apertura de oficinas en las principales ciudades europeas y en varias estadounidenses, además de comprar las locales de Banco Urquijo y en 2006, también los del BNP.

En otoño de 2007, cuando en Estados Unidos reventó la burbuja de los créditos basura [los subprime, lo que acabaría desencadenando sucesivos estallidos y las burbujas inmobiliaria y bancaria españolas] Caixa Galicia estaba presente en todas las provincias de España y en las principales ciudades de los países de Occidente.

Sin embargo, los pies del “banco Méndez” eran de barro, como el ladrillo, y aunque ahora lo nieguen o callen, todos los miembros de la élite socio-política y económica de Galicia, salvo los bobos y despistados, en 2007 o a lo sumo al año siguiente sabían que la caja de A Coruña precisaba auxilio… ¡urgente y generoso!