Revista Opinión

El liberalismo español: Las libertades políticas en la Constitución de Cádiz

Publicado el 22 junio 2014 por Liberal

En 1833, el infame canciller austriaco, Klemens von Metternich dijo que el “carácter español es incapaz de matizar, por eso no tiene sentido hablar de una España liberal”. Tal fue la estúpida declaración de este principito equivocado en 1833. La historia demostraría que no tenía ni pajolera idea, porque en ese momento el absolutismo español (que él defendía como buen totalitario) estaba a punto de entrar en una crisis irreversible, gracias a Dios. La opinión de Metternich es compartida por muchos historiadores ignorantes, totalmente analfabetos sobre nuestro país. No reconocen la transformación liberal de España. En Miami, por ejemplo, hay cubanos independentistas y yo les he dicho que NO reconozco la independencia cubana hasta que no haya un referéndum de nuevo sobre la cuestión. En sus argumentos, los independentistas radicales dicen que los españoles somos sanguinarios y expansionistas. Ayer estuve en la Universidad de Miami para hablar de estos temas, y había un cubanito mambise, independentista, que insultó a la corona. Le dije, “chico, una pregunta, ¿cómo se llama la madre que te parió? Habría que demandarla. ¿Por qué digo eso? Porque el mambise, el antillano canario-caribeño se equivocaba sobre los peninsulares. Seremos ásperos, pero ¿totalitarios? No. Lo cierto es que no pocos cubanos quisieran volver a su madre patria y no está mal la idea de un referéndum. Con la independencia ganaron ser la puta de Estados Unidos y luego la esclava de Fidel Castro, hijo ilegítimo de terrateniente gallego y criada cubana de origen canario.La sedición maliciosa y criminal no tiene cabida entre los liberales españoles. Para mí, Cuba es un objetivo para recuperar (democráticamente, obvio. Es un tema de interés para muchas personas aquí en Miami y como Cuba y Puerto Rico se perdieron por una guerra provocada por EEUU, es una cuestión debatible. Tan debatible, que se debería presentar una resolución en la ONU con la intención de descolonizar a Puerto Rico, que actualmente están en manos estadounidenses y plantearles la pregunta si quieren volver a ser hijos de España o ser totalmente independientes. Es una pregunta válida, democrática.

Hay muchos estereotipos sobre España. Por culpa de nuestra maldita Inquisición católica, la imagen permamente de España es que somos un país intolerante. Yo sé que hay mucha gente, españoles, cubanos, portorriqueños y demás que vienen a EEUU y pierden su identidad, se hacen más americanos que George Washington. Curiosamente, son exáctamente los mismos que dicen que yo “abandoné a España”. Qué gente más mierda y falsa. Vaya “abandono” le he dado a España. Curioso “abandono” un tipo como yo que defiende el castellano en Estados Unidos, que se niega a asimilarse por completo, que siempre que puede, en TODOS los foros globales, defiende a España y ha creado empleo para los españoles en EEUU. Curioso “abandono”, ¿verdad? Pero qué hijos de puta más miserables. ¿Qué problema tienen conmigo? ¿Tanto les molesta que yo defienda la libertad para todos? Curioso “vendepatrias” es el que quiere precisamente recuperar grandeza para los países de habla hispana. El que me llama “vendepatrias” por vivir en EEUU seguramente es muchísmo más “yanqui” en costumbres que yo. Qué mala es la hipocresía. “Vendepatrias” yo, un tipo que ni siquiera suele mirar películas de Hollywood pero simplemente reconoce lo bueno de Estados Unidos y pide lo mejor para mi patria, para España. Vivo en EEUU, admiro profundamente muchas cosas, pero mi patria siempre ha sido España. Los que me critican no tienen patria. Su patria es lo que les conviene, no la que debe ser. No creo que ningún lector mío sepa entender mi situación. Es curioso. En Estados Unidos, los hispanos me llaman “nacionalista español”, en España, algunos pajilleros fascistas malnacidos indesables de la ultraderecha me llaman “vendepatrias” y yo me alegro – esta gentuza jamás será liberal ni luchará por la causa liberal. Hace 200 años, esa gente estaría con la escopeta en la mano y nosotros para defendernos tristemente sin otro remedio que llevarles al paredón. En fin, vamos al asunto.

La tendencia histórica ha sido mirar los avances de Francia e Inglaterra y por eso ha sido muy fácil que los estudiosos ignoren la dinámica liberal de modernización española, que no tiene las características inglesas o francesas con respecto al liberalismo. Al mismo tiempo, los españoles han visto su propia historia como un fracaso y existe un gran complejo de inferioridad con respecto a la Francia o a Inglaterra.

No cabe la menor duda que, efectivamente, en la España decimonónica hubo mucho intento de suprimir al liberalismo pero aún cuando hay censura, siempre existen las discusiones privadas y libros de contrabando. Las obras filosóficas del siglo XVIII por escritores españoles tuvieron un impacto notable en España. Tengo en mente escritores liberales como el gran gallego Benito Jerónimo Feijoo, que estaba espantado por la ignorancia en España. Otro ejemplo sería la obra del portugués, hijo de padre francés, Luis António Verney. “Verney fue autor de una conocida obra, O Verdadeiro Método de Estudar, publicada en 1746, y que cuestionaba los métodos tradicionales de enseñanza, postulando un mayor interés por lo empírico, y menor por lo teórico, que ambos sexos debían recibir instrucción elemental, y que el Estado debía costear la educación.” Aunque no eran “políticos”, al menos no explícitamente, sí preguntaron sobre la metodología adecuada para entender al mundo. De forma más o menos indirecta, eso tuvo una influencia sobre los experimentos constitucionales en todo el planeta, incluído las colonias norteamericanas, los Países Bajos e Inglaterra.

Las ideas políticas de los liberales españoles realmente salen a la luz durante y después de la Revolución francesa. Después de esa revolución, los liberales españoles moderados, como pasó en todas partes, estaban francamente horrorizados por los excesos de aquellos acontecimientos en París, el uso de la guillotina, entre otras cosas. Otros simpatizaban más con la idea de una revolución y tenían la confianza de que España podía evitar los excesos franceses convocando una convención constitucional. Nunca olvidéis las buenas palabras del héroe José Marchena en su discurso a la nación española en 1792: “Esa sublime revolución en Francia, que tumbado la superstición y la tiranía de su trono para coronar la igualdad y la razón, sólo tenéis un medio, españoles, para destruir el despotismo religioso: convocar una reunión de tus Cortes con sus límites estrictos y procesos legales. Francia necesitaba una revolución, España solo necesita un rejuvenecimiento.

Luego ya sabemos que Napoleón invadió a España. A pesar de que no todos los enemigos de Napoleón y su hermano eran liberales, los esfuerzos constitucionales demuestran que los liberales españoles (no los conservadores/tradicionalistas), jugaron un papel fundamental. En ausencia de un rey, organizaron una administración central. Se reunió en Aranjuez en 1808 con el Conde de Floridablanca. Lo demás ya lo sabéis – querían una nueva constitución para toda la nación, representantes elegidos a las Cortes constitucionales y además contar con representantes del Nuevo Mundo en vez de nobles o miembros del clero.

El resultado después de dos años de deliberaciones en Cádiz fue el documento más liberal que ha producido Europa para su época. La Constitución de Cádiz, la de 1812, centrada en la soberanía popular con un gobierno que contara con un parlamento de una cámara, elegido por sufragio amplio. El documento amplió bastante la igualdad cívica, reduciendo así los monopolios y privilegios de la aristocracia y el clero. No podemos decir que fuera solo un ejercicio teórico. Duró dos años por lo menos. No podemos decir lo mismo de la Constitución de Frankfurt en Alemania, ya bastante después en 1848. Ésta además, copió bastante de la Constitución española de Cádiz.

Hay que recordar además algo importantísimo en todo esto: la Constitución fue el resultado de negociaciones ENTRE LIBERALES. No participaron reyes, ni el clero, ni ultraconservadores. Gracias a que los liberales de la época sabían perfectamente que con los ultras no se puede negociar, ni se debe ceder jamás a los carlistas ni a ningún integrista, el documento es bastante liberal. Representa el consenso del liberalismo español de la época, hoy tristemente olvidado y hasta enterrado bajo las miserias ideológicas de los Jiménez Santos y los palmeros de Libertad Digital.

DOS FACCIONES LIBERALES

Los liberales desde el siglo VIII en general defendían la existencia de constituciones escritas, y que los parlamentos fueran elegidos más democráticamente, con más sufragio. Creían que la autoridad real debería estar sometida a las leyes, sin aforamientos ni inviolabilidades para ningún rey. Defendían que los gobiernos legítimo emanaban de la soberanía popular y en consecuencia tenían un deber de defender los intereses de todos los miembros de sus localidades, en vez de los intereses de la “gente de bien”. Todo esto se defiende en la Constitución de Cádiz.

Pero también había otra facción. Y es aquí donde los liberales debemos decidir qué es mejor. Algunos liberales defendían a Montesquieu y al conservador inglés Edmund Burke. Defendían parlamentos bicamerales, como en Inglaterra. Creíain que ese sistema equilibraba los intereses opuestos bastante bien y había demostrado ser bastante bueno para la estabilidad británica. Decían que las repúblicas eran mucho menos estables, dada la experiencia francesa de los 1790s.

El hecho de que grupos muy bien organizados, como el clero y la nobleza se negaran a aceptar el documento de Cádiz no debería sorprender a nadie. Sus intereses no estaban plasmados en el documento y no hubo negociaciones entre ellos y los liberales.

Desde mi punto de vista (y espero que el vuestro también), este desequilibrio o falta de representación de aquellos elementos en Cádiz tiene ventajas claras, prácticas. El documento, siendo el resultado de negociaciones entre liberales exclusivamente, nos deja bien claro la visión del liberalismo político español a principios del siglo XIX. La Constitución de 1812 demuestra que aunque los académicos españoles escribieron muy poco sobre la teoría política liberal, los políticos liberales españoles y teóricos sí existieron, estaban bien organizados, sabían lo que querían.

El siglo XIX es un siglo trágico y fatídico para España, al igual que gran parte del siglo XX. Los liberales no pudimos consolidarnos como habíamos querido. En el resto de Europa, el liberalismo se consolidaba en el XIX, mientras que nuestros compañeros liberales en España se desangraban. Algunos historiadores del mundo anglosajón, entre ellos, Stanley Payne, dicen que el fracaso del liberalismo en España se debió al carácter marcadamente “doctrinario” de los liberales españoles en comparación con el resto de Europa. Eso me gusta, porque demuestra que el “fusionismo” a lo USA, donde hay desde ultraderechistas hasta anarquistas en un solo partido no va con nosotros. Detesto, detesto el fusionismo ideológico, especialmente los que obligan ceder principios fundamentales del liberalismo. En mi vida compartiré cama con putas.

La Constitución de Cádiz deja bien clara la visión liberal: todo para nosotros, nada para los ultras, ni el clero, ni los monopolistas. Seremos doctrinarios, pero por lo menos sabemos qué es el liberalismo. En otros países, los liberales nunca tuvieron una visión tan clara de lo que querían conseguir. A todo esto hay que añadir que la derecha española siempre ha sido una derecha católica a ultranza, intransigente, y marcadamente, absolutamente, anti-liberal. Los fenómenos de Aznar o Losantos surgen tarde, fruto de los tiempos modernos, pero de toda la vida en España, la derecha en su alma es liberticida. La derecha española es tradicionalista, fue así hasta hace muy poco.

En Miami emiten en la tele un muy gracioso programa que se llama “¿Qué Pasa, USA”? El programa es de los años 70 y toda la serie refleja la vida de una familia cubana exiliada en Miami, anticomunista. Es una comedia, pero refleja bastante bien cómo era la derecha hispana antiliberal. Aún hoy en día, la serie es popular. Todos los diálogos son bilingües o en “Spanglish” para que ambas audiencias entiendan, pero los abuelos no hablan una papa de inglés. Una de las cosas llamativas del programa es que cuando su nieto, ya muy americanizado y “rockanrolero” quiere irse a una fiesta o hace alguna locura, la abuela siempre dice lo siguiente: “A este niño habrá que mandarle a España”. Y es que, como todos sabéis, España tenía fama en EEUU y en Cuba de ser ULTRACONSERVADORA, y así era. No se permitía el porno, llevar pelo largo estaba muy mal visto, imperaba la religión católica en la moral y costumbres, etc. Por eso no era de extrañar que la derecha antigua cubana siempre miraba a España como referencia. También demuestra el carácter marcadamente anti-liberal del conservadurismo español, pues algunas familias en EEUU sí que mandaron a sus hijos a España para evitar los excesos del “liberalismo yanqui”. Para la derecha hispánica además, no olvidemos que también era anti-USA porque para ellos USA es un país “decadente” en su protestantismo, donde “todo el mundo hace lo que le da la gana”. “Estos anglosajones no se inmutan y sus mujeres son unas putas”. ¿Qué español no ha oído comentarios así de gente mayor de derechas? Por eso los liberales en España jamás pudieron negociar con los ultras. Nunca tuvimos foro en España, nunca un amplio respaldo de otros bandos.

Aquí no se trata de hablar de los fracasos posteriores de Cádiz y el liberalismo español. Los esfuerzos para diseñar un sistema liberal constitucional monárquico produjo un resultado muy plausible. Un sistema que luego lo copiaría Bélgica, Dinamarca, los Países Bajos, Noruega y Suecia.

Tampoco era un documento radical para abolir la monarquía y lamentablemente nunca tocaron a la Iglesia Católica. Es más, mantuvieron la confesionalidad del Estado. Tampoco tiene ninguna parrafada grandilocuente sobre los derechos del hombre. Fue un pacto solucionado entre hombres serios, deliberando en medio de una guerra en su patria y ante una terrible resistencia reaccionaria. Todo esto mientras que el propio Cádiz, el lugar para las negociaciones, estaba sitiada por el enemigo.

Desarrollar todo esto va más allá del alcance de esta entrada, pero está claro que la Constitución de 1812 podría haber producido gobiernos estables, no solo para España, sino para la América hispana también. Si la Constitución hubiése durado más décadas, las libertades ya serían consideradas de lo más normal en la política española. Los territorios americanos hubiesen tenido menos razones para pedir la independencia. Esto ya es especular, obviamente, pero es un instinto mio.

A largo plazo, parece probable que el resultado sería mejor para España y también para Sudamérica, para el rey y la nobleza, en vez de la turbulenta política que vino después y que duró hasta hace poco. También podemos concluir que la economía política constitucional estaba bastante avanzada en la España de 1812. Es más, por lo menos si comparamos ese desarrollo con todas las tragedias y guerras que vinieron después, y que duraron hasta hace 3 días, se puede decir que fue de lo mejorcito. Mientras que el orden liberal británico era sostenido (y aún sigue siendo) por la influencia de fortunas impresionantes (como ocurre también en los EEUU), la Constitución de Cádiz hizo lo contrario, abriendo así la puerta a la eliminación radical de muchos privilegios para intentar integrar la sociedad al estado. También constrastó radicalmente con el orden napoleónico y, obviamente, no hace falta decir que era lo contrario al legado del absolutismo español.

Poco, por no decir nada, queda de aquél liberalismo. En España tenemos hoy un liberalismo anclado en defender privilegios, un liberalismo que en realidad es un conservadurismo español disfrazado de democrático, aún cuando hay voces en el liberalismo español que son antidemocráticas, porque son anarco-capitalistas o se hacen llamar “austroliberales”.

Yo quiero que los liberales en España recuperen el espíritu de la Pepa. Y voy a terminar esto con una declaración:

“La Pepa” no es algo “de 1812″ exclusivamente. La Pepa es una actitud. Una actitud que postula por la libertad. Nuestro instinto de supervivencia debería hacernos reflexionar – no es mentira. En nuestros círculos hay gente que no es liberal. Todos los días somos testigos de ello, pero pocos lo condenan. Es más algunos de ustedes hasta toleran “compartir mesa” con gente realmente antidemocrática, con el pretexto de “todo cabe”. Podemos ser libres si seguimos luchando y siempre con los argumentos a nuestro favor.

¿Y qué de los “liberales” en España hoy en día? Mientras que España está ocupada actualmente por una pandilla de ladrones estafadores del PPSOE, que pisotean a todos los ciudadanos honrados a diario, cobra tasas para la Justicia, incumplen las leyes para que sus borrachos hijos salgan de rositas, ¿verdad señor Gallardón?…los liberales conocidos en España son unos sinvergüenzas que con su silencio, otorgan las injusticias.

Sí sí, hablo de aquellos descarados que se consideran autosuficientes para ir por ahí escribiendo librillos patéticos etiquetados “liberalismo anarquista”, ese liberalismo que ni ellos mismos saben qué es realmente.

No señores. Jamás veréis a los Juan Ramon Rallos del mundo, a las María Blancos, a los Gabriel Calzadas, a los Jiménez Losantos voluntariamente defendiendo la libertad para todos, desde barricadas si hace falta, en un istmo.

Establezcamos pues otros comités, otras reuniones, para recuperar el liberalismo de la Pepa y enterrar de una vez por todas, al menos en nuestras filas, a los casposos, a los liberales de sacristía. “Totalitario”, dirán algunos. No — simplemente, consecuente. No podemos compartir mesa con liberticidas, ni anarquistas, ni místicos, ni pirados.

Si te das por aludido tras leer estas declaraciones, ya sabes lo que debes hacer. Derecha superior, pinchas la x, y deja de molestarnos. No te queremos, no te necesitamos. Sobras.


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