Diez de enero de 2024. Programa: Good Morning America. Sorpresa: Keanu Reeves afirma y anuncia que va a publicar un libro con China Miéville —que llevaba casi una década sin publicar ficción— este mismo año. BOOM. El actor, que ya había metido la pata en el mundo de los cómics con BRZRKR en 2021, busco un medio e historia alternativa para su querido guerrero inmortal, B. Dice Reeves que buscaba convertir la serie de cómics que elaboró con Matt Kindt en algo más profundo, pero quería, en primera instancia, no escribir el libro y que otro creador emprendiera el viaje de B. En su primera reunión, a Reeves le encantaron las ideas que Miéville le aportó al personaje; a Miéville, la libertad que Reeves le dio para desarrollar esas ideas en su propia dirección. Y así nació lo que hoy conocemos como El libro de otro lugar, el regreso del gran China Miéville (y Keanu Reeves) a la ficción.
Unute, el inmortal
El protagonista de El libro de otro lugar (al igual que en BRZRKR) es Unute, más conocido como B, un guerrero inmortal de 80.000 años con un poder curativo parecido al de Deadpool o Cell en Dragon Ball. Sin embargo, en ocasiones, se le ponen los ojos azul eléctrico y entra en modo Berserker, abocando a una especie de masacre sin fin de sangre y vísceras. Cuando alguien logra (raramente) matarlo, reaparece saliendo de un huevo. El B. actual trabaja para el gobierno de EE. UU. en un equipo de operaciones encubiertas mientras algunos de los mejores científicos lo estudian. Violencia a cambio de ciencia. No obstante, entre saltos temporales e hiperviolencia, un ciervo-cerdo (un babirusa) furioso y con colmillos lleva a persiguiendo a B. miles de años. ¿Por qué? Nadie lo sabe, solo que su nueva aparición está teniendo consecuencias y solo Unute puede resolverlas.
Saltos temporales y ultraviolencia
Si alguien ha leído el material original, sabe a lo que viene: acción, ultraviolencia (al estilo Frank Miller) y morales ambiguas. Miéville aceptó todo eso y se lo tomó en serio, como dijo en un entrevista, Si vienes queriendo violencia horrible y una persecución en helicóptero, la vas a tener, porque sería hacer trampa no darte eso. Y es cierto, ahí están, descritos con la increíble habilidad (pictórica) de Miéville para contar lo imposible, a lo que ayuda la fantástica traducción de Manuel de los Reyes y Pilar Ramírez Tello, que no lo han debido tener nada fácil para sobrevivir con nota a todos estos vericuetos, y sin la que no podríamos disfrutar del libro. China Mieville emplea aquí su estilo atrevido, barroco, erudito en ocasiones, introspectivo en muchas otras, que va un poquito más allá de la línea plana y horizontal que planteaban los cómics, aportando cierta profundidad a los personajes —a veces redundante— permitiendo a la novela incluir elementos políticos de raza, clase y género.
El mayor logro (reconocible) es su uso mezclado de perspectivas, donde intercala fragmentos contado por el propio Unute; diferentes miembros del equipo y/o una serie de flashbacks con personas que conoció durante su larga vida, encadenados como una matrioshka exploratoria y filosófica sobre la identidad y lo que significa ser mortal, que cambia de primera a segunda persona según sea necesario, saltando entre eras, culturas, países y religiones de un capítulo a otro. Lo mejor de todo son esos interludios, anexados como historias externas, que parecen una antología de fábulas sobre Unute, sobre un ser inmortal viviendo a lo largo de los milenios. Encajados con el ritmo fragmentado —o empinado— de la novela, esta especie de fábula(s) se desmarca(n) del thriller militar y remueve el pasado a través de los ojos de otra persona que también conocía a Unute. La esencia del cómic está ahí, algunos personajes centrales también (Diana, Keever…) pero el darles voz a todos como ha hecho Miéville, es un verdadero acierto, donde el cómic se quedaba en algo más soso y más plano.
Unute no quiere morir, solo ser mortal
Unute no quiere morir, pero sí quiere –desesperadamente– ser mortal, y eso implica una gran diferencia para la novela. El libro de otro lugar es una aventura pulp con mucha sangre, pero también con reconocibles momentos de misterio y acción, pero siempre está atravesado, como si fuera un puñal, por momentos de melancolía existencial. Unute intentar saber quién es, después de todos estos miles de año sin poder morir. Serán los capítulos externos, las fábulas, las que dan ciertas emociones complejas al personaje. Por qué en el presente, lo que podemos leer, no parece más allá de un Campeón Eterno que no para de regresar y (solo) tiene un enemigo ancestral que enfrentar. Asimismo, hablando de papeles de Reeves en el cine, podría decirse que El libro de otro lugar anda —temáticamente—entre la ensalada de hostias y acción que es John Wick entremezclado con todo el existencialismo que rodea la filosofía de Matrix.
¿Tiene sentido tomar decisiones relevantes en una vida que nunca va a terminar? ¿Qué tipo de relación puedes tener con alguien que sabes va a morir antes que tu? Las cosas y las personas son efímeras: se pierden, se encuentran y se vuelven a perder, le dice un trasunto de Freud a Unute. Si bien El libro de otro lugar transita por muchos lugares comunes y artificios de la ciencia ficción, la nota discordante del libro la pone Mieville con su estilo y estructura, nada placentera para cualquier tipo de lector, pero que sirve para (intentar) comprender quién o qué es B, y como sobrevive en este laberinto de vida, siempre presente, siempre recordando. Miéville ha jugado con el juguete de Reeves —como él mismo reconoce— y aplicado su brochazo lingüístico y referencial, filosófico y mitológico (el filtro Miéville) que añaden, a una historia sencilla y de pura acción, una pátina de rompecabezas del que solo el escritor de Embassytown sería capaz.
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