Se nota a primera vista que Krebs es un buen especialista tanto en Tácito como en la historia textual de su obra titulada Germania, ese librito que marca, en cierto sentido, el nacimiento de la literatura etnográfica en Roma. Como alguien que nunca ha estado probablemente en la Germania, Tácito recurre a fuentes de terceros y a lugares comunes para describir las costumbres germanas que, al cabo del tiempo, pasaron a legitimar ciertas teorías raciales acerca de los rubios guerreros del norte. Krebbs tiene una sólida formación germánica y ahora, por lo que puedo ver en la página web de la Universidad de Harvard, forma parte de la plantilla de su departamento de clásicas. Esta doble cirtunstancia, imagino, le obliga a demostrarnos casi en cada una de las páginas del libro que es un profesor brillante y excepcionalmente documentado, lo que hace que este libro rebose de erudición, a menudo alimentada por la descomunal biblioteca Widener de la misma Harvard. Krebbs hace lo que podemos interpretar como una "historia cultural" de la Germania de Tácito, no una mera historia textual. Con ello quiero decir que Krebs busca mostrarnos no tanto la lectura o la tradición del libro de Tácito como su SIGNIFICADO SIMBÓLICO desde la Antigüedad hasta el siglo XX. La Germania, en este sentido, está muy cerca del mismo tejido que construye las invenciones nacionalistas de los pueblos, o los bucles melancólicos a los que se refiere Jon Juaristi hablando de otros nacionalismos. He disfrutado mucho con el libro, lo confieso, pero no sé si un lector menos dado a erudiciones y más a relatos divulgativos podrá leer la obra de corrido. Las notas que se atesoran al final de la obra son prescindibles para entender el relato, pero a menudo descubren nuevas claves de lectura. Si tuviera que quedarme con algún lugar concreto de este libro me quedaría con el capítulo dedicado al siglo XVIII y, en particular, a Montesquieu (ya conté algo sobre esto hace unos días).
Creo, sinceramente, que si un académico español hubiera escrito un libro semejante, los editores le habrían obligado a quitar notas y a descargarlo de apreciaciones filológicas. La alternativa habría sido publicar la obra en una editorial universitaria, para su difusión entre especialistas. Naturalmente, como se trata de un profesor de Harvard, no se ha contemplado esta posibilidad, pues el profesor de Harvard no puede escribir simplemente un mero libro divulgativo sin más. En realidad, estamos ante un libro de alta, muy altta divulgación donde el "gancho", es decir, la referencia a la búsqueda que el III Reich organizó para dar con el manuscrito más antiguo de la Germania, no constituye más que una pocas páginas finales. Antes está la larga Edad Media, el incipiente humanismo del norte de Europa, el complejo de inferioridad de los eruditos germanos que al final terminará siendo de superioridad, el pensamiento ilustrado, legitimador de las voluntades populares, o las mitologías nacionalistas del siglo XIX. En definitiva, el libro es una fiesta para los amantes de la historia cultural de los estudios clásicos, pero que los lectores menos exigentes no se llamen a engaño. FRANCISCO GARCÍA JURADO