El libro viajero se empapa de cultura en Asturias
Una típica panera asturiana. Foto: Manoli Martín
El viaje de Pau lleva ya algunas semanas por el norte de España. Después de pasar unos días fantásticos en Vigo ha llegado el turno de Asturias, donde lo esperaba con los brazos abiertos Manoli Martín Azkue, con quien el libro viajero ha pasado unos días como mínimo tan agradables como con el resto de anfitriones de esta larga y próspera aventura. Y es que, a pesar de que el clima no ha acompañado demasiado, Manoli es toda una experta en dar buenos consejos sobre bienestar, como podéis comprobar en su interesantísimo blog ‘Alimenta tu bienestar’. Os dejo con su crónica viajera, que nos conducirá por Oviedo, Gijón, y el concejo de Llanera.
Hace ya unos cuantos días que el libro viajero ha llegado a Asturias y aunque por diversas circunstancias no he podido llevarlo de turismo enseguida, he empezado por mostrarle cómo son las paneras y hórreos asturianos, ya que, por suerte, hay varios en el lugar en el que vivo.
La diferencia con el hórreo gallego es evidente por el tamaño, pero la diferencia entre el hórreo asturiano y la panera radica en su forma. El hórreo es cuadrado y se apoya en cuatro pegoyos (pilares) mientras que la panera tiene forma rectangular y se apoya en seis pegoyos.
Ambos se han utilizado tradicionalmente como lugar para conservar la cosecha y los alimentos alejados de la humedad y de los animales.
En los últimos años, los dueños de hórreos y paneras asturianos han podido optar a ayudas públicas para su restauración con el fin de mantener en buen estado estas construcciones características de la arquitectura popular asturiana.
Todos los años llevo la noche de San Juan a mis hijos a la hoguera de la capital del concejo (municipio) en el que vivimos y este año El viaje de Pau nos ha acompañado. Aunque es una hoguera pequeña, el libro viajero ha podido disfrutar del son de las gaitas del grupo de baile regional y banda de gaitas A.C. La Madreña.
Noche de San Juan en Posada de Llanera. Fotos: Manoli Martín
Hoy hemos salido del concejo y hemos ido a dar una vuelta por Oviedo. Nuestro primer destino ha sido la cima del Monte Naranco, en donde se haya el monumento al Sagrado Corazón de Jesús (1950), una escultura de gran tamaño conocida como “el Cristo del Monte Naranco”: la figura de Jesús que abraza y protege la ciudad. En el pedestal del “Cristo” se puede ver la Cruz de la Victoria, símbolo representativo del Principado de Asturias.
El Cristo del Monte Naranco “protege” la ciudad de Oviedo. Foto: Manoli Martín
Al bajar a la ciudad, hemos parado a visitar las iglesias San Miguel de Lillo y Santa María del Naranco, dos monumentos del Arte Prerrománico Asturiano, un estilo único en el mundo desarrollado bajo el reinado de los reyes astures en los siglos VIII y IX mientras defendían su reino de los ataques árabes.
Si vienes a Oviedo, estos monumentos situados a unos 3 Km. de la capital del Principado son visita prácticamente obligatoria.
Iglesias prerrománicas de San Miguel de Lillo y Santa María del Naranco. Foto: Manoli Martín
Y finalmente hemos llegado al centro de la capital asturiana, donde el libro viajero ha posado junto algunas de las esculturas más conocidas de la ciudad:
- “Maternidad” (1996) de Fernando Botero.
- La dedicada a Woody Allen (2003), obra de Vicente Menéndez-Santarúa Prendes.
- “El Regreso de Williams Arrensberg”, escultura conocida popularmente como “El viajero” (1993) y obra de Eduardo Úrculo, de la que se dice es uno de los rincones más fotografiados de la ciudad.
- “Culis Monumentalibus” (2001), también obra de Eduardo Úrculo, situada en los aledaños del Teatro Campoamor.
Algunas de las esculturas más populares de Oviedo. Foto: Manoli Martín
En la siguiente imagen, el libro viajero posa en la estatua “Esperanza Caminando” (1998), obra de Julio López Hernández situada junto a la farola que ilumina la entrada del Teatro Campoamor, conocido sobre todo por ser el escenario de la entrega de los Premios Príncipe de Asturias.
‘Esperanza caminando’ da la bienvenida a los visitantes del Teatro Campoamor. Foto: Manoli Martín
Hemos continuado nuestro paseo por las calles del Oviedo más antiguo en dirección a la Catedral de San Salvador de Oviedo, en cuya Cámara Santa, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, se halla la Cruz de la Victoria.
Al fondo, la Catedral de San Salvador de Oviedo. Foto: Manoli Martín
Naturalmente, el libro viajero ha posado en los brazos de “La Regenta” (1997), estatuta situada a escasos metros de la Catedral y obra de Mauro Álvarez en homenaje al personaje creado por Clarín.
‘El viaje de Pau’ en brazos de La Regenta. Foto: Manoli Martín
Aquí ha terminado la visita a Oviedo, capital del Principado de Asturias, pero no la única ciudad que el libro viajero ha visitado durante su estancia en las tierras del rey Pelayo.
La visita a Gijón ha sido más breve; el tiempo no nos ha acompañado mucho estos días.
El primer destino en esta ciudad ha sido, sin dudarlo, la Laboral Ciudad de la Cultura, un lugar espectacular, “resultado de un proyecto de transformación que el Gobierno del Principado de Asturias acometió en 2001 con el fin de dar nueva vida al edificio de la antigua Universidad Laboral de Gijón”.
Nada más cruzar el arco de entrada se pueden ver la torre de 120 metros de altura y la iglesia de planta elíptica. Desde la torre mirador, en días despejados, la vista de la ciudad y alrededores es simplemente espectacular, que no fue el caso el día de nuestra visita.
Es un lugar que no se puede perder ningún visitante de la ciudad de Gijón, que en la actualidad se destina a usos relacionados con la cultura, la formación y la creación.
Iglesia y torre mirador en la Laboral Ciudad de la Cultura de Gijón. Foto: Manoli Martín
Fuimos a dar una vuelta con el libro viajero por la ciudad, por la zona del puerto y la playa, pese a lo cubierto que estaba el día.
Visita al puerto de Gijón. Foto: Manoli Martín
Naturalmente subimos al Cerro de Santa Catalina donde está úbicada la escultura de Eduardo Chillida, el “Elogio del Horizonte”, si bien es conocida como el “Váter de King Kong” debido a su forma y dimensiones.
Escultura ‘Elogio del Horizonte’, de Eduardo Chillida. Foto: Manoli Martín
Ha sido un placer tener al libro viajero entre nosotros este tiempo. Esperamos que siga disfrutando de su viaje y que allí donde esté ahora disfrute de días de sol y calor, ya que el verano parece retrasarse este año en tierras asturianas.
Crónica interesantísima, como no podía ser de otra manera. Reconozco que Asturias es una de mis grandes debilidades, y ya os puedo anunciar que Pau y compañía van a repetir por esas tierras. Los dos últimos destinos del libro viajero los he sorteado y una de las agraciadas futuras anfitrionas es asturiana; la otra es valenciana. Pero antes nos espera una cita en Euskadi.
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