Para el liderazgo es importante practicar el arte de la perspectiva [... de estar consciente]. Cuando asumes la tarea del liderazgo, invariablemente te haces eco de muchos sentimientos expresados por la gente que te rodea. Seguramente, algunos de los sentimientos que experimentas en tu rol profesional son “heredados”; todos heredamos algunas virtudes y defectos de nuestros padres y de las generaciones anteriores. Pero hay muchos otros sentimientos que dependen de tu manera de responder ante el ambiente laboral. En cada rol profesional que asumes, la sugerencia es que seas cauteloso acerca de tu inclinación emocional para asumir como propios los sentimientos y problemas de tus colegas dentro de la organización, y estar consciente de cómo esto te afecta.
Cuando lideras, participas de las emociones colectivas, que generan una gran cantidad de tentaciones: las tentaciones de ejercer poder sobre los otros apelan a tu propio sentido de importancia, a las oportunidades de conseguir intimidad emocional y satisfacción sexual. Pero estar conectado con esas emociones (empatÍa) es diferente a entregarte a ellas. Al rendirte a ellas, destruyes tu capacidad para liderar. El poder puede llegar a ser un fin en sí mismo, cuando se desvía la atención de los propósitos más grandes y amplios [que te mueven].
Un sentido de orgullo exagerado puede conducir al autoengaño y a las dependencias anómalas. Las relaciones sexuales con la gente a la que lideras o con extraños, pueden debilitar la confianza, crear confusión y dar una justificación para invalidar tus perspectivas sobre los problemas, o incluso para que seas quitado del juego.
Seleccionado por Andrés Ubierna de Leadership on the Line: Staying Alive through the Dangers of Leading de Heifetz y Linsky.