“Madrid –escribía Qaesar el pasado miércoles–es un estercolero, pero a su alcaldesa Ana Botella le importa poco. La puerta del Ayuntamiento la barren cada día y la calle Serrano está como los chorros del oro. Además ha dicho que es algo que no va con ella, que es una cosa entre las empresas y los trabajadores. La prensa internacional está flipando con esta tipa, y algunos medios influyentes la han puesto a bajar de un burro sin miramiento alguno por su manifiesta incompetencia para todo que no sea tomar el té y asistir a sus sesiones de spa”. Ese mismo día –nueve después del inicio de la huelga de barrenderos que ha dejado la ciudad sucia y a un ayuntamiento descolocado–, Ana Botella, alcaldesa de Madrid y mujer del ex presidente Aznar, acuciada por las críticas a su dejación de funciones, decidía intervenir en el conflicto, mandando un ultimátum para que empresas concesionarias y sindicatos llegasen a un acuerdo. “Si en 48 horas no alcanzan un acuerdo –declaró la alcaldesa–, la empresa pública Tragsa se encargará de cumplir los servicios mínimos”. Y la regidora cargó duramente contra los piquetes, provocadores, según ella, del actual estado de las calles “debido a actos vandálicos y sabotajes” y contra los sindicatos “que impidieron que algunos trabajadores de servicios mínimos no pudieran cumplirlos”.
La primera edil anunció la presentación de unadenuncia ante la fiscalía y pretendió que fuera la empresa pública Tragsa la encargada de limpiar la suciedad de las calles y jardines madrileños “Esta huelga salvaje ha tomado a los madrileños como rehenes” acusó Botella y aseguró que el coste de la contratación de Tragsa correría a cargo de la empresas concesionarias, a las que les sería descontado de su retribución durante el tiempo que durase la huelga. Aseguró que los servicios mínimos, “no costarán ni un euro a los madrileños”. Sólo en papeleras y contendores destrozados, la cuenta asciende a medio millón de euros que, de momento, ha pagado el Ayuntamiento. Pero, lejos de mediar entre empresas y sindicatos para acercar posturas, lanzó este órdago que enciende aún más el conflicto. El nuevo contrato “supondrá una mejora para los madrileños”, según la alcaldesa quien no se ha planteó rescindir el contrato con las empresas FCC, Cespa (de Ferrovial), Valoriza (de Sacyr) y OHL-Ascan, ni mucho menos aún municipalizar el servicio, como han pedido algunos sindicatos.
Lo que Botella no dijo es que Tragsa, empresa pública que se encargará de cumplir los servicios mínimos mientras dure la huelga indefinida, estuvo en huelgahasta hace sólo dos días. Sus trabajadores y de su filial Tragsatec convocaron un paro de 24 horas el pasado día 7 contra el despido colectivo. El ERE afectaba a 1.639 empleados en las distintas comunidades autónomas –836 en TRAGSA, que forma parte de la Sociedad Estatalde Participaciones Industriales, y 803 en Tragsatec–, casi un 17% de la plantilla total, a los que se añade el cese de actividad de miles de trabajadores eventuales y fijos discontinuos. El Comité Intercentros (UGT, CCOO y CGT) emitió un comunicado en el que recuerda que el comité Intercentros de TRAGSA apoya a las justas reivindicaciones de los trabajadores en su lucha por defender sus puestos de trabajo y sus derechos laborales. Rechaza rotundamente las manifestaciones de la alcaldesa de Madrid de querer utilizar a sus trabajadores. “Entendemos la situación de los compañeros de la limpieza de Madrid y reiteramos que no consentiremos que se nos utilice para reventar la huelga. El personal de TRAGSA no va a poder prestar este servicio, ya que la mayoría de los trabajadores que pueden realizar estas tareas van a ser despedidos. ¿O es que la dirección de TRAGSA se va a poner el mono de faena para hacerlo?”
A comienzos de septiembre, la esposa de José María Aznarrecibió un duro revés al fracasar la candidatura de Madrid en el tercer intento para albergar los Juegos Olímpicos. Sobre los responsables del PP en el consistorio cayeron duras críticas que ahora se repiten con el caos provocado por la decisión de liberarse de la responsabilidad de la limpieza viaria y de jardines. Hoteles, comercios y empresarios se lamentan de lo publicado en la prensa internacional sobre una huelga que ha perjudicado su imagen en el mundo entero. Constatan con alarma cómo el turismo y la imagen de Madrid han bajado en estos días.
Los tres grupos de la oposición presentes en el Consistorio mostraron su rechazo a la forma de actuar de Botella. Al socialista Jaime Lissavetzky le suena “a broma” la intervención de TRAPSAen el conflicto. Y llega a pedir a la alcaldesa que deje su cargo por la “incapacidad” de gestión en el conflicto. Para Ángel Pérez, portavoz de Izquierda Unida, Ana Botella es la “primera y única responsable” de esta huelga, ya que su “irresponsabilidad” ha llevado a subcontratar servicios que son de su competencia. Y David Ortega, portavoz de UPyD, cree que el Ayuntamiento no va a la raíz del problema. “Tarde o temprano –dice– tendrá que asumirlo y, mientras no lo haga, todas sus medidas serán parches”. Se trata de un problema de escasez presupuestaria para un servicio tan básico como el de la limpieza de la capital, en el que “el PP ha vuelto a meter a Madrid en un enorme lío”.