¡Me gusta venir al Llanillo!
Por sus vistas excepcionales sobre la vega del Jarama y el arroyo Canrayao, a sus pies. Por la perspectiva sobre el molino de la Huelga, cuya ubicación justifica su historia,… Y por su fuente, con agua fresca en verano y tibia en invierno.
Pero sobre todo porque aquí estaba situado Canrayao, el pueblo abandonado dos veces. Me encanta pasear por esta meseta elevada (unos 50 metros sobre la vega) redescubriendo el trazado de calles, los cimientos de casas y de corrales, el camino,…
Y me divierte buscar, en soledad y sobre el terreno, restos que corroboran su existencia. Cada piedra, cada trozo de teja, cada clavo,… me permiten imaginar un trocito de la vida de la gente que vivió en este lugar. Cuando levanto la mirada y miro alrededor entiendo porque se llama así.
Una ruta cómoda de apenas hora y cuarto por el camino real nos trae desde Puebla de Valles, con vistas deliciosas que cambian a cada paso; la ruta de vuelta aún es mejor. ¡Por eso me gusta el Llanillo!
Lar-ami
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