Carola Chávez.
El puerto libre margariteño naufraga, dicen desde Fedecámaras y Consecomercio. Todos los días un llantén en los los medios alertándonos que nuestro modo de vida -¿nuestro?- se marchita ante la sequía de divisas.
¡Pobrecitos! Hablan de los trabajadores y de la amenaza de que dejen de serlo. Hablan del turista y de los margariteños y navegaos que vamos a los centros comerciales y nos encontramos con las tiendas vacías. Hablan del truncado desarrollo de la isla… Y uno los oye y hasta provoca hacer un potazo para ayudarlos, pero uno los conoce, uno los ha padecido y sus llorantinas lo que producen es indignación y un poco de bien hecho plátano hecho.
Margarita fue uno de los boquetes del cadivismo. Eso lo sabemos ahora, en la medida en que se han publicado las listas de las empresas receptoras de divisas baratísimas, porque si no las publican, uno seguiría creyendo la cantaleta cotidiana de todas las tiendas de la isla: No, señora, esos zapaticos de niña, o esa sartén, o ese chocolate, o esa silla, o ese martillo, son carísimos porque nosotros no trabajamos con dólares de Cadivi. ¡Nadie trabajaba con Cadivi!
Los precios en Margarita, salvándose el whisky y lo que los comerciantes llaman “el tradicional queso de bola” que no se fabrica en El Maco, por cierto; salvo estos productos puntuales, los precios en Margarita llegaron a ser superiores a los de Caracas. Ni siquiera porque aquí no pagamos IVA. Esa diferencia también terminaba en los bolsillos de nuestros llorones de Consecomercio porque no les bastaba con desplumarnos comprando baratijas con un dólar baratísimo y vendiéndolas como artículos de primera gama, calculadas al fantástico dólar paralelo, que mientras más subía, más alegraba a estos que ahora andan con un llantén…
Recuerdo en diciembre de 2013, cuando una muñeca $20 dólares la vendían a 3.800 bolívares, “sí señora, porque es que usted sabe que nosotros no trabajamos con dólares del gobierno”… Y otra cliente de la juguetería se sumaba diciendo: es que estos chavistas quieren convertir a mi bello país es “una Cuba” y se iban sumando mientras yo multiplicaba por diez: 20 dólares, que es, por cierto, el precio al detal de la muñeca, por diez bolívares a tasa Sicad, porque fui tan magnánima que no calculé a 6,30, para darle un margencito a quienes tenían todos los márgenes a su favor. Decía que 20 por 10 son 200 bolívares y no los 3.800 que decía la impúdica etiqueta. Seguí la cháchara mientras yo calculaba: 3.800 entre 20 da 190… ¡Ciento noventa! Ese era el precio del dólar que nuestro honesto comerciante estaba calculando aún cuando el loco de dólar today decía que la tasa estaba por debajo de cien.
Así fui de tienda en tienda sin poder creer el descaro. “Ninguna trabajaba con Cadivi.” Todas -¡TODAS!- calculaban sus precios sobre el dólar paralelo multiplicado, como mínimo, por dos. Aquello era una fiesta.
Y uno se pregunta si del producto de ese desplume dejaron alguito en la Isla. La respuesta es no. Casi todo se fue a Panamá, donde construyen los grandes hoteles y centros comerciales que no hicieron aquí. Es que muchos de estos “empresarios”, como buenos hombres de negocio, registraron sus empresas en Toronto, Miami o Panamá de modo que las infladas ganancias que generaban aquí pudieran ser expatriadas -adivinen- , por lo menos, a precio Sicad otra vez. Es así como a la empresa Ladroning & Despluming C.A. de Colón, Panamá, que hoy alega que Venezuela de debe sopotocientos mil millones de dólares, es de un empresario margariteño que recibió esos sopotocientos millones de Cadivi y los multiplicó por mil a costa de nuestros bolsillo. Y volvemos a la muñeca de 20 dólares: Ladroning & Despluming C.A. compró esa muñeca, digamos exageradamente a su favor a Bs 10 de Sicad 1, a menos de 200 bolos -recordemos $20 es el precio al detal y ellos compran al mayor, así que siguen sobrados-. Luego nos la vendió a Bs.3.800, y ahora dice que el gobierno debe cambiarle esos Bs.3.800 a la tasa de Bs. 10, es decir, que los venezolanos ya desplumados, todavía le debemos al sinvergüenza de Ladroning & Despluming C.A. 380 dólares por esos 20 dólares que él invirtió.
Les cerraron el chorro. “El gobierno nos niega las divisas y ahora tenemos que recurrir al paralelo y esto que termina afectando al bolsillo del consumidor.” -Dicen los principales saqueadores de nuestros bolsillos-. Esto es la confesión de un delito. Ellos, que durante años nos dijeron que jamás vieron un dólar barato, se desdicen ahora en grandes y llorosos titulares, sin un ápice de vergüenza, con sus caras de “aparato productivo del país” . Confiesan, con un cinismo pasmoso, que durante todos estos años nos estafaron… Y más pasmoso es que uno ve por ahí decentes y pensantes pendejos desplumados que todavía los defienden.