El título puede llevar a engaño, nada tiene que ver este artículo con la identidad del infiltrado vasco, con ningún cuento infantil, ni con ninguna marca de turrones. Estas líneas van dedicadas a un pionero, a alguien que revolucionó el fútbol soviético, no con sus goles, ni sus centros, aunque podría haberse dado el caso, sino desde fuera del rectángulo de juego, desde los banquillos. No