Poco a poco van llegando a nuestras pantallas las cintas nominadas al premio gordo en la gala de los Oscar que se celebra dentro de muy poco, aunque aún no tenemos estrenadas en España más que la mitad; esta semana es el turno de Martin Scorsese, todo un mito viviente del cine, representante presencial del clasicismo hollywoodiense y olvido habitual de la Academia, si exceptuamos el año de la sobrevalorada Infiltrados, en el que se le pagaron cuentas pendientes. Y vuelve el director ítaloamericano a unir fuerzas con su “muso” habitual, el también (¿hasta ahora?) olvidado Leonardo DiCaprio, para presentar la historia de Jordan Belfort, un broker ambicioso, sin moral ni escrúpulos en un mundo hecho a medida por él mismo. En realidad, habría más bien que decir que es el actor protagonista el que une sus fuerzas a Scorsese, puesto que DiCaprio convence a su amigo para rodar esta adaptación literaria jugándose el capital como realizador y dándolo todo en el terreno interpretativo, que es mucho. Se antoja como pilar fundamental de esta construcción la ya mencionada presencia estelar de un Leonardo DiCaprio que sostiene con temple un personaje excesivo sin caer en el histrionismo en momentos de “subidón”, y convincente cuando debe tirar de carisma mesiánico. Nuevamente nominado al Oscar por su trabajo y aparentemente sólo con Matthew McConaughey como obstáculo.
Con todo, sin que se me lapide verbalmente por ello (espero), y siendo consciente de que para hablar de este cineasta hay que levantarse y esta es una de las favoritas este año para Hollywood, debo decir que se trata de una propuesta irregular, con luces y sombras. Hipnótica en lo actoral y en ese mundo excesivo de delincuentes que tan marca de la casa resulta, y con una banda sonora que se antoja junto a dichas interpretaciones lo mejor de la obra (junto a los muy cómicos minutos de brillantez del “colocón pastillil”, que aligeran tensiones aportando una bocanada de oxígeno al espectador), es ese mismo exceso el que también agarra fuera de la pantalla con sus tentáculos al respetable. Excesos que dan a entender que se puede vivir en forma durante muchos años drogándote a todas horas con todo tipo de sustancias sin que se te salgan los ojos de las cuencas; exceso de retórica en diálogos que no pocas veces son innecesariamente largos; exceso de metraje (tres horas que rompen el clímax, nunca mejor dicho, por saturación); exceso también de explícitas bacanales sexuales que ya nos hacen certera una idea con un tercio de las que salen. Ubicando en una balanza el principio y el final de la película con los detalles destacados de calidad como positivos no podemos negar que Scorsese es Scorsese, pero no mitificaría yo el tinglado como he ido oyendo y leyendo por ahí…
Dirección: Martin Scorsese. Duración: 180 min. Intérpretes: Leonardo DiCaprio (Jordan Belfort), Jonah Hill (Donnie Azoff), Matthew McConaughey (Mark Hanna), Kyle Chandler (Patrick Denham), Jean Dujardin (Jean-Jacques Saurel), Margot Robbie (Naomi), Jon Favreau (Manny Riskin). Guión: Terence Winter; basado en el libro de Jordan Belfort. Producción: Martin Scorsese, Leonardo DiCaprio, Riza Aziz, Joey McFarland y Emma Koskoff. Música: Howard Shore. Fotografía: Rodrigo Prieto. Montaje: Thelma Schoonmaker Powell. Vestuario: Sandy Powell.