El M15 y mi escepcicismo militante

Publicado el 28 mayo 2011 por Rodrigofino @finorodrigo

Varios amigos, otros colegas y algún que otro lector de esta bitácora, me escribió en privado preguntándome que opinaba, con la simple y sana intención de abrir un diálogo, sobre la " spanish revolution" o el movimiento M15 o sobre los indignados en España. Seguí en forma espasmódica y esporádica este tema. No consulte ni hable con amigos españoles o que están más cerca de este movimiento como para profundizar un poco más sobre él.

Y la verdad que no respondí las consultas privadas ni hablé con esos amigos y no tengo una respuesta a por qué no me metí con este tema como sí lo hice con otros. No me movilizó, ni me intereso mucho la formulación política. Y hablar de algo que pasa del otro lado del charco oceánico, tiene un margen de error demasiado grande si sólo se basa uno en las herramientas que se tienen a la mano de la interpretación histórica, política o incluso económica y la que ofrecen los medios de un movimiento social. Da gracia o pena escuchar en los medios argentinos las cabriolas que tratan de hacer los opinalotodo de siempre y algunos periodistas, que intentan separar (extirpar sería más preciso) el componente político de la movilización, será apartidario, pero político lo es siempre. Ese miedo a la política inoculado en las dictadoras siempre dice presente y que mejor que sembrarlo desde los medios. Por suerte están los medios alternativos que ofrecen una mirada más poliédrica y matizada de los hechos y nos aproximan mejor al entendimiento de las cosas que ocurren y lo más importante de por qué ocurren.

Volviendo a España y el M15. Soy un militante del esceptisimo político. No espero nada de la realidad. Es una forma de eludir la decepción o un manera de no decepcionarse nunca. Toda búsqueda de democracia es muy auspiciosa y merece ser apoyada siempre aún con matices. Por más que las generalizaciones nacidas de la indignación (en España, no les votes, en Argentina, que se vayan todos cada una con su contexto y singularidades históricas) no siempre cristalizan en nada concreto o lo hacen en opuestos que nada tiene que ver con la apertura o una profundización democrática. Y ese imposibilidad muchas veces está en la propia formulación de objetivos que no trascienden en una solución concreta o en la disolución de objetivos políticos difusos, es decir si se piden cambios, pidamos los imposibles y no alternativas intermedias complacientes.

Aún en la sociedad del espectáculo informativo en tiempo real, la revolución siegue pasando por las calles donde siempre pasaron y no tanto en el juego del bipartidismo que es una especie de trampa del no cambio y en la portada de los diarios impresos. Después de todo la democracia real en esta sociedad interconectada pasa por transformar el descontento en movimientos políticos con voluntad de poder y posibilidad de transformación concreta y que sabemos es difícil que sea reflejada por los medios tradicionales dándole ese valor de cambio. Mientras el M15 no se convierta en un movimiento mediático a la forma tradicional y siga con su perfil político militante, hay esperanzas de cambio real.