El ensayo volvió a debilitar a Casillas, transparente en los tres goles del United. El primero le superó por su palo; el segundo llegó en un centro de Young desde la izquierda en el que el cabezazo fallido de Rooney le jugó una mala pasada; en el tercero se afligió en la salida. Tres tantos que le dejaron mal. De repente le han abandonado la fortuna, el buen ánimo y hasta el don de la oportunidad. El United, con más titulares (sólo echó de menos a Van Persie), tiene propósito de enmienda tras una temporada de la que avergonzarse. Abrió bien el campo con Valencia y Young (en el primero empezó el 1-0 y acabó en el segundo) y asumió valientemente su defensa de tres. Estuvo siempre por encima del Madrid, con Herrera y Mata, diablos rojos de La Roja, en el centro de las operaciones. En un dibujo poco académico, el juego del Madrid pasó poco por Modric, vencido a la izquierda, y demasiado por Xabi e Illarramendi, pesados bastidores del equipo. Bale se inventó el empate buscándole un penalti al novato Michael Keane y transformándolo después. También una semichilena de documental que le adivinó De Gea. Pero el marcador se dejó engañar poco tiempo. Antes del descanso el United volvió a tomar la delantera con el referido no remate de Rooney.
Tras el descanso se levantó el Madrid, gracias al esmero de Bale y a la entrada de un nueve, De Tomás, que sacó de la jaula a Isco, vertical y brillante en la mediapunta. El galés mandó un golpe franco al palo frente a un United muy remodelado y a esas alturas inferior. Al asalto final se sumó Cristiano, que siempre tiene prisa, pero en otro descuido defensivo Chicharito echó el telón a un partido del que el Madrid sacó más incertidumbre que conclusiones. Sobre todo en la portería.