[5/10] Russell Crowe vuelve a darnos un trabajo épico al dar vida a un marido y padre ejemplar. Lo que pasa es que ahora no sólo está delante de la cámara sino también detrás. “El maestro del agua” es su debut en la dirección. Su personaje, Joshua Connor, viaja desde Australia hasta Estambul para buscar a sus tres hijos, desaparecidos en Galípoli hace cuatro años, durante la 1ª Guerra Mundial. Se lo ha prometido a su esposa antes de morir, y Connor/Crowe es un hombre de principios y de palabra. Por eso, contra viento y marea, venciendo los obstáculos que británicos, turcos y griegos le presentan, dará muestras de su sensibilidad de padre para encontrarles… pues ellos son como el agua de su vida.
La película es un muestrario de todos los clichés del cine de Hollywood, con una exaltación de la figura paterna hasta el heroísmo más apabullante, con una loa a la lealtad y a la amistad por encima de banderas y rencores, con una proclama antibelicista expuesta desde una absoluta falta de realismo, con una historia de amor de lo más almibarada y previsible, con unos flash back tan reiterativos como explicativos e innecesarios. Esto es Hollywood, para quien le guste y para quien no. No hay sorpresas en el desarrollo de la historia, inverosímil en su puesta en escena aunque esté basada en hechos reales. No hay sutilezas ni uso inteligente del lenguaje del cine, porque todo en ella está al servicio de una taquilla en la que el espectador quiere que las cosas se le den bien mascadas. No hay más sentimiento que el que aporta una historia de constancia y amor sin límites, y aquel que proporciona una banda sonora manipuladora.
Todo lo anterior es legítimo porque es una manera concreta de hacer cine. El problema es que la factura de “El maestro del agua” es plana y no pasa de correcta, que su narrativa es convencional -no por ser clásica- y los referidos flash back no tienen más sentido que el de mostrar crudamente el sinsentido de la guerra. La historia de amor es fallida por mucho que Ola Kurylenko muestre los posos del café a ese viudo de ojos azules (convencería más la sintonía por la pérdida común sufrida con la guerra), mientras que los escasos apuntes históricos del conflicto no muestran la compleja realidad de un imperio otomano en desintegración. A la confusa narrativa inicial le siguen unas idas y venidas del protagonista en busca del paradero de sus hijos, donde todo se resuelve por una casualidad del destino con el oficial turco y por un don que posee el buen padre como zahorí (en una metáfora un poco forzada).
En definitiva, a la cinta le falta energía y sinceridad, ritmo y autenticidad. Dicho esto, hay que advertir que se ve sin dificultad y que da lo que promete, que tiene su público y su momento, que sirve para pasar el rato y olvidarse de ella al poco tiempo. Los posos del café pueden decir algo, pero no se puede decir lo mismo de los de la película, y es que Russell Crowe nos da más de lo mismo que viene aportando en su cine hollywoodiense. Aunque se haya trasladado a Turquía y la película se produzca desde Australia, en su primer trabajo como director demuestra ser un discípulo del cine americano y no sólo maestro del agua.
Calificación: 5/10
En las imágenes: Fotogramas de “El maestro del agua” (The water diviner), película distribuida en España por eOne Films Spain © 2014 Fearof God Films y Hopscotch Features. Todos los derechos reservados.
Publicado el 1 mayo, 2015 | Categoría: 5/10, Año 2015, Australia, Críticas, Drama, Hollywood, Turquía
Etiquetas: El maestro del agua, familia, guerra, Russell Crowe