Revista Política

"El magnicidio de Carrero Blanco", de José María Manrique y Matías Ros

Publicado el 01 diciembre 2016 por José Alfonso Pérez Martínez

Por efecto de la explosión, el coche en el que se trasladaba Carrero Blanco fue catapultado por encima de un edificio de cinco plantas. Fuente del gráfico: www.diarioya.es
Creemos que los Estados Unidos, a través sobre todo de la CIA, actuó sobre todo en la política interna de los países de América Latina, poniendo y quitando gobiernos, apoyando revoluciones y golpes de Estado, planeando o facilitando atentados contra políticos. Nos sorprenderíamos si supiéramos cuánto actuó también la CIA, con acciones semejantes, en Europa en general, y en nuestro propio país, en particular. Así lo creen los autores de este ensayo: que, aunque el atentado contra Luis Carrero Blanco, presidente del gobierno en 1973, fue ejecutado por un comando de la ETA, la CIA conocía los planes y no lo impidieron. Los servicios secretos españoles también lo conocerían, y tampoco lo impidieron. Cuando la policía denunciaba movimientos extraños en la calle Claudio Coello, los meses y semanas anteriores al atentado, los servicios secretos del régimen les decían: "lo sabemos, no actúen, está todo controlado". Franco había puesto a Carrero de presidente porque preveía su final y quería que, tras su muerte, Carrero controlara a Juan Carlos I y le hiciera ir por una senda continuista del régimen. Muchos elementos, en la política y los servicios secretos, españoles y estadounidenses, creían en cambio que lo que convenía era una democracia liberal, con elecciones y un sistema de partidos. Así que Carrero estorbaba, y cuando conocieron que ETA planeaba secuestrarle o asesinarle decidieron no impedirlo. Un dato revelador es que la embajada de Estados Unidos estaba en una calle muy cercana a la de Claudio Coello, y coches de miembros de la embajada solían aparcarse en dicha calle, en la calle Claudio Coello, por la que pasaba Carrero Blanco todas las mañanas tras ir a misa. La mañana prevista para asesinar a Carrero ningún coche de la embajada estaba aparcado ahi, es, ya digo, un dato muy revelador. Kissinger, el secretario de Estado estadounidense, visitó España esos días. El día anterior al del atentado se entrevistó con Carrero. Comprobando que éste era, en efecto, decidido partidario de la continuidad del régimen, Kissinger decidiría, definitivamente, no impedir el atentado etarra. Los etarras, seguramente, nunca supieron, mientras prepararon el atentado, que los servicios secretos españoles y yanquis conocían lo que estaban haciendo, no hubieran creído que se lo estuvieran permitiendo. Todo se hizo, también, a espaldas de Franco. Cuando éste conoció de la muerte de Carrero dijo "han sido los masones". No hubiera podido creer la verdad, creía estar rodeado, seguramente, de adeptos incondicionales a su régimen, no hubiera podido creer cuántos había, en el gobierno, los servicios secretos y hasta en el ejército, dispuestos a darle carpetazo al régimen justo tras su muerte, y a facilitar, como fuera, ese carpetazo antes. Un libro interesantísimo.

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