Cuando me enteré hace ya muchos años que los cuentos de los hermanos Grimm no eran tan PG rated como las adaptaciones de Disney (cuya mayoría jamás vi, pues #TeamDreamworks #TeamFox desde pequeña) decidí leerlos algún día. Algún día, me dije, cuando pueda comprarme ese tochón gigante negro y dorado que siempre veía en la librería (porque estaba en la secundaria y usaba la poca plata que iba ahorrando para comprar libros más actuales, que además me "sirvieran" para reseñar en el blog), voy a leer los cuentos de los hermanos Grimm, uno por noche, y ver si me daban pesadillas.
Ese momento, al menos hasta ahora, que estoy escribiendo esta entrada, nunca llegó. Primero, porque siguió pasando lo de comprarme libros más actuales, ya no tanto por el blog sino por simple interés, y segundo porque me fui olvidando de ese objetivo con la facultad, el trabajo y la vida en general.
No volví a cruzarme con cuentos de hadas famosos, hasta que en la Copa de las Casas BBB, mi salvadora en términos de volver a leer y reseñar, Gryffindor nos retó a les Slytherin a leer un libro que haya sido publicado el año que nacimos. Yo, buscando alguno que me interesara, decidí (por ahora) leer Wicked, de Gregory Maguire, la historia de la Bruja del Oeste. Como no tenía idea del mundo de Oz, y que también eso fue una parte de por qué me gustó tan, tan poco ¡Dorothy debe morir!, decidí leerlo para tener una base. Total, es un libro para niñes, ¿no? Cualquier complejidad puede esconderse bajo una superficial simpleza para que niñes de todas las edades lo lean, es corto, es llevadero. ¿No? ¿NO?
Bueno, NO. Wrong. Bad informeishon.
Comencé a leerlo con una alegría infantil, con pocas expectativas más allá de la idea de tener esa base y de pasar un buen rato, y lo que creí que me iba a llevar unas horas me terminó llevando unos cuantos días. Me pudría avanzar, me colgaba, me aburrió bastante hasta que llegaron a la Ciudad Esmeralda. Pero vamos por partes.
Creo que todes sabemos de qué va: Dorothy vive en Kansas, un tornado se la lleva junto a su casa y su perrito Toto, y aterriza en Oz, un mundo regido por el maravillosísimo Mago Oz y las cuatro Brujas (del norte, del sur, del este y oeste). Dos son buenas, dos son malas. Y la casa de Dorothy mata a la del este, una de las malas, y se queda con sus zapatos plateados (popularmente rojos) para arrancar el viaje a Ciudad Esmeralda y pedirle a Oz que la devuelva a su Kansas natal.
Hasta acá todo bien. Lo de aplastar a la bruja es medio creepy pero bueno, así eran los cuentos de hadas antes, nada de lo que vimos o aprendimos de Disney. Y la historia en sí sigue bien: conoce al Espantapájaros sin sesos, al Hombre de Hojalata sin corazón y al León Cobarde sin valentía, y los tres se unen a la misión de Dorothy, buscando que Oz les de, adivinaron bien, sesos, un corazón y valentía.
El mundo que construye Baum es simple pero interesante (y bastante contradictorio dentro de sí mismo, según leí, porque Baum se apuró a escribir los otros libros relacionados a Oz y se mandó varias macanas. No era un Rowling en el que les editores tenían archivos y archivos de los elementos, hechizos y demás del mundo mágico para no errarle a medida que avanzaba la saga), con diferentes razas, artilegios y un lore dentro de sí mismo. Hay ciertas cosas muy básicas como los diferentes colores para caracterizar ciertas tierras (todo rojo, todo azul, todo verde...), pero, como es para niñes, es entendible que esa sea la forma en la que está hecho.
Mi problema con este libro es que no cumplió mis expectativas: todes sabemos que dentro de la mayoría de la historia de niñes, y sobre todo de las "clásicas", hay ciertos mensajes entrelíneas para les adultes. Y lo cierto es que lo leí buscando cierta simbología política que no encontré, lo cual, I mean, jodete, Florencia, te pasa por hinchar las pelotas. Pero tampoco encontré algo muy entendible para niñes.
Las moralejas en los cuentos de hadas son comunes y hasta podrían considerarse obligatorias, en cierto punto. En sí las historias están hechas para hacerle la vida más fácil a les xadres, como para entender que el trabajo en equipo es importante para lograr el objetivo (La Cenicienta), que tenés que obedecerle a tus xadres y no confiar en extraños (Caperucita Roja) o que les niñes no salgan sin permiso ni vigilancia de les xadres (el hombre de la bolsa o la Solapa, si vamos al folclore local). No necesariamente explicitan el mensaje ni es necesario hacerlo, porque los hechos son lo bastante claros para que cualquier niñe lo entienda.
No sé bien qué es lo que pasó con Oz (me da un poquito de paja escribir el nombre completo). Por un lado, creo que el mensaje (¿no creo que sea moraleja?) no es del todo claro, y que tenés que quedarte pensando mucho tiempo después de terminado para encontrar algo más o menos reproducible. Es un poco un rompecabezas, y no siempre encontrás las piezas correctas en un período de tiempo razonable.
Pero por otro, creo que tiene mucho que ver con esta nota de autor que tiene el libro, en el que Baum habla de su búsqueda por construir un cuento de hadas más actual (para su época), que le sirva más a les niñes de esa época. Quizás, pienso yo, intentó no tratarles de imbéciles y por lo tanto no darle todo servido en bandeja, buscó que interpretaran la historia y pudieran formar sus propias moralejas... lo cual me parece loable y muy merecedor de un reconocimiento, porque soy una espadachina de dejar de tratar a les niñes y jóvenes como idiotas a través de los productos culturales hechos y pensados para elles. Peeeero, si lo sumamos a lo que dije anteriormente de la velocidad con la que Baum escribía y sacaba los libros (y lo investigué, juro que no me lo dijo un amigo de una amiga de la prima de mi vecino Eduardo), la intención falls short. No alcanza. Termina en meh.
Una de las moralejas más obvias a lo largo de la historia es que lo que los personajes dicen que les falta (a excepción de Dorothy, cuyo deseo es volver a Kansas y es obvio que está en Oz), en realidad lo tienen. Al Espantapájaros le falta un cerebro, pero es el que idea la mayoría de los planes que les resuelven los problemas. Al Hombre de Hojalata le falta un corazón, pero de todes es el que más se preocupa por sus amigues y por la gente a su alrededor. Al León le falta valentía, pero es el que se enfrente a muchas de las cosas que aparecen en el camino del extraño grupo, desde enemigos hasta un campo de flores cuyo aroma te adormece. Ninguno de ellos necesitaba la ayuda de Oz, en realidad: lo único que tenían que hacer es creer que tenían aquello que decían que les faltaba. Un fake it till you make it, pongamoslé, pero más literario.
Otra de las moralejas es la de Oz, y si no leyeron el libro no lean esto, porque es un spoiler que a mí no me gustaría saber si no hubiese leído el libro: Oz es un mago trucho, formado y graduado con honores de la Universidad del Mago Sin Dientes. Trabajaba en un circo no muy lejos de Kansas, lo agarró una corriente estando en un globo aerostático y cayó en Oz. Como cayó del cielo todes creyeron que era un gran mago, mandó a construir la Ciudad Esmeralda (que no es tan de esmeraldas ni tan verde como creíamos) para reinar sobre todo el país de Oz y desde entonces está encerrado en su castillo, sin que nadie lo pueda ver, y las pocas veces que trató con gente fue a través de sortilegios para que crean que puede tomar diferentes formas con su maravillosa magia.
Nuestres protagonistas descubren la farsa muy pronto, y ¿creo? que ahí está la moraleja: la mentira tiene patas cortas, no intentes ser alguien que no sos, etcétera, etcétera. Lo que me faltó, además, es ese guiño que tienen muchos de los cuentos clásicos en los que hay una historia para les niñes y otra paralela para les adultes: la complejidad disimulada dentro de una superficialidad muy simple, como dije. Y acá un poco me faltó.
Oz es un mediocre que cayó en el momento justo en el lugar justo, por lo que la gente lo adora. Con tal de saber que está ahí, la gente lo banca y lo sigue, a pesar de que hace muchos años apenas si lo ven y él está alejado de su pueblo. Las brujas malvadas le tienen miedo por lo que creen que es, pero en realidad él está aterrado de ellas y se niega a mostrarse porque, si ellas supieran que es un viejo decrépito cuya magia es inexistente, lo destruirían.
Quizás para Baum era un too soon porque (¿la mayoría de?) los grandes partidos políticos personalistas (y no hablo de ninguno en particular, pues #apartidaria siempre) no se habían creado aún o ya existían pero no con la pasión (?) con la que se los defiende hoy en día, por lo que dentro de todo ningún político era más grande que sus políticas en sí. Pero me hubiese encantado, como adulta, haber tenido un guiño a eso, cómo en realidad lo que importan son las políticas y no la persona que las lleva a cabo, porque Baum parece adelantado para su época en esto en particular. Oz tenía muy contenta a la gente de Ciudad Esmeralda, pero eran personas engañadas tanto en quién las gobernaba como aquello que las rodeaba: no había tanta esmeralda como aparentaban, y todes usaban unos anteojos verdes para creyeran que todo era esmeraldoso (??) y verde por orden de Oz. Además, nadie se preguntaba realmente por qué Oz, Mago de los magos, el Grande y el Temible, no liberaba a aquellas personas que estaban bajo la tiranía de las dos brujas malas, o por qué tuvo que llegar una niña de 5 o 6 años a matarlas para que tuviesen dirigentes realmente capaces de dirigir sus países.
Porque ahí está lo otro: el libro termina con el Hombre de Hojalata reinando sobre el país de les Winkies, anteriormente esclavizados, el León Cobardo reinando sobre la jungla y el Espantapájaros reinando sobre Ciudad Esmeralda, luego de que Oz se fuera en un globo aerostático y lo dejara a cargo, con la aprobación del pueblo. Y los tres hicieron un camino que los ayudó a ser quienes son, se formaron en aventuras y en compañía para finalmente gobernar con inteligencia, humanidad y valentía. No son magos caídos del cielo como Oz, sino gobernantes formados, cercanos a su pueblo, cuyas peripecias pudieron ver y comprobar previa su asunción (?) como gobernantes, y no habiéndolos elegido por un simple acto de magia que resultó ser una casualidad del destino.
El Mago de Oz es un clásico que no solo quise leer para la Copa de las Casas BBB, sino que también lo agarré porque quiero leer más clásicos de ahora en más, y sobre todo de la literatura infantil y juvenil. Tenía unas expectativas muy altas porque me suelen gustar los libros infantiles, pero me encontré con un libro bastante simplón que podría haber sido muchísimo más. Creo que es una idea increíble con una ejecución medio pelo.
Sé que hay varios otros libros que tratan del País de Oz, pero no es algo que me interese leer: ya lo intenté, no me gustó, paso de leer el resto. Good riddance, Baum.