Tuve la suerte de compartir la lectura en twitter con Manuela del blog Entre mis libros yo, y la verdad es que lo pasamos genial, una a la otra nos picábamos y el libro voló en mis manos. Así que cuando me enteré que Mikel Santigo iba a publicar un nuevo libro, supe que no iba a esperar que pasaran los meses. Lo que no esperaba es que me ofrecieran una edición no venal, ya os podéis imaginar no solo mi cara de sorpresa, si no también mi felicidad absoluta.
El libro llegó antes de su publicación y me embarqué en una lectura simultánea en twitter, que no recuerdo en estos momentos quien convocó. Pero por problemas personales no pude avanzar ninguna lectura en junio, tres libros empecé y dos los terminé en julio. Y es que los que os pasáis por el blog, por facebook o por twitter sabéis que la salud de mi padre es un tanto precaria y entra muchas veces en el hospital.
Mikel Santiago me ha vuelto a sorprender con este libro, en el que se duda de todos y de todo, en el que las hipótesis se construyen como castillos en el aire y caen con la misma facilidad. En el que no sabes cual es el límite entre la locura y la cordura, en la que hay momentos en que empatizas con Bert de una forma demencial y otros en los que se produce una desconexión brutal. ¿Que es verdad y que es mentira? Sólo lo descubrirás adentrandote en sus páginas.
El autor:
Ha vivido en Irlanda, de donde sacó las ideas para escribir esta novela, y actualmente reside en Ámsterdam, donde trabaja en el mundo del software. Cuando no está entre ordenadores, se dedica a escribir y a tocar la guitarra con su banda de blues-rock.
La última noche en Tremore Beach, su debut literario, se ha convertido en un fenómeno antes de su publicación y ha hecho que se le compare con maestros como Stephen King, Jöel Dicker o John Connolly. Y se publicará durante este año y 2016 en quince países entre los que figuran Francia, Japón, Argentina, Brasil, Grecia y Estados Unido donde compartirá editoral con su admirado Stephen King.Argumento:
En una carretera rural del sur de Francia, un hombre surge de la oscuridad y desencadena una serie de extraños acontecimientos, convirtiendo en pesadilla las vidas del escritor Bert Amandale y su amigo Chucks Basil, una estrella del rock en horas bajas.
Santiago se sirve de un escenario idílico e inquietante, en el corazón de la Provenza, para atraparnos en una historia que se lee compulsivamente y en la que late, de fondo, el destino de unos personajes marcados por sus errores.
Mis impresiones:
En mi opinión nos encontramos ante una novela más madura, con una trama bien pensada, un ritmo frenético y unos personajes bien dibujados aunque desde la perspectiva del protagonista y narrador. Mikel Santiago con esta novela se ha consagrado, se ha hecho un hueco en la novela de intriga, en el thriller sicológico. Juega con el lector, lo hace participe de la trama, le hace plantearse si Amandale es una persona emocionalmente equilibrada, o llevada al extremo su mente ha saltado por los aires. Desde el principio tantas son las hipótesis que he construido, que he perdido la cuenta de ellas. Mi mente era un hervidero que no descansaba ni mientras leía, ni cuando el tiempo me faltaba y no podía acercarme a ella que os aseguro que han sido días y semanas enteras.
El éxito de esta novela se asienta sobre dos pilares, uno sus personajes, con apenas unas pinceladas Mikel es capaz de meternos en la piel de personas que arrastran muchos errores del pasado, personas que siempre han escogido el mal camino y que sin embargo piensan que están a tiempo de redimirse, y por ello buscan una segunda oportunidad lejos de su país, y de su entorno. Y ahí es donde entra el segundo pilar, el lugar que escogen para reedificar su vida la Provenza francesa, un lugar lleno de luz, y color, idílico podríamos decir, con pocas descripciones Mikel es capaz de llevarnos por la soleada Provenza y sus campos en flor y también de sumirnos en la oscuridad de las carreteras mal iluminadas, con curvas que trocan lo idílico en amenazador.
El verdadero protagonista de esta novela es Bert Amandale, un escritor al que las musas parecen haber abandonado y que se refugia en Saint -Remy en busca de un poco de inspiración, y tranquilidad para su familia. Atrás espera haber dejado los problemas de adicción al alcohol y las pastillas, las malas compañias que frecuentaba su hija, y los problemas conyugales con su mujer. Sin embargo, no contará con un desencadenante que pondrá su vida patas arriba de nuevo, que hará que el pasado resurja con fuerza de nuevo y que traspase la fina línea que separa la locura y la cordura.
A través de su mirada un tanto escéptica y en ocasiones febril, iremos conociendo los hechos y también al resto de personajes, ello hará que a la larga el lector empatice con facilidad con aquellos afines a Bert y sienta antipatía y como una amenaza aquellos por los que el escritor siente rechazo. El personaje al que mejor retrata es Chucks Basil, su amigo de la infancia, casi un hermano, una fuente de problemas para Miriam, la mujer de Bert. Uno de los motivos por los que esta accede a alejarse de Londres, y dejar en stand by su trabajo.
Pero Chucks que también arrastra sus propios errores decide instalarse también en la Provenza, su tiempo parece haber pasado y tiene entre manos un disco que podría relanzar su carrera y situarlo de nuevo en el panorama musical. La relación entre ambos artistas es cordial y al mismo tiempo un poco escasa, siempre se encuentran en casa el músico para evitar roces con Miriam. Y es que Chucks tiene la habilidad de fastidiar todos los acercamientos que esta intenta.
Cuando la vida parecía sonreirles, una aparición en medio de la noche, un atropello, y una fuga a la desesperada cambia la vida de ambos. La de Chucks porque la culpa no le deja vivir, y desde esa noche el miedo se ha instalado en el cuerpo, la de Bert porque quiere creer a su amigo, pero todo apunta a que el roquero ha recaído y sufre uno de esos episodios de manía persecutoria a los que es dado.
A partir de ese momento comienza una carrera desenfrenada en la que el lector acompaña a Amandale en un camino tortuoso y solitario, en el que está a punto de perder a su familia, la cordura y la vida. Las tornas se vuelven y esas mismas dudas que lo asaltaban a él cuando su amigo le contaba la historia, las sufre en propia carne cuando ni su mujer ni su hija lo creen, y el peligro se cierne sobre ellas.
Nos encontramos ante una historia lineal, que va in crescendo, en la que la angustia y la opresión va creciendo a la par que vamos pasando páginas, sin embargo para ir encajando las piezas en su sitio el autor recurre a flashback, a través de los cuales vamos conociendo de donde viene la animadversión de Miriam hacia Chucks, porque la familia abandona Londres y que pretende reconstruir, porque la relación de los Amandale parece cogida con pinzas, o porque Britney reacciona de forma a veces un tanto desproporcionada al control de sus padres.
Mikel Santiago demuestra una gran habilidad a la hora de dosificar la intriga, hasta el punto de que el lector en ocasiones duda de la cordura de Amandale, incluso cuando la amenaza es confirmada por dos personajes. Ese juego que se trae con el lector a mi me ha convencido, me ha obligado a pensar en la novela y en la suerte de la familia Amandale incluso cuando no tenía tiempo para leer, la obsesión y las hipótesis unas veces descabelladas y otras no tan lejos de la propuesta del autor me han tenido en ascuas durante toda la lectura.
Con un prosa sencilla, fresca, ágil, un lenguaje directo, y unos diálogos dinámicos, naturales y casi cinematográficos, Mikel Santiago consigue atrapar al lector y llevarlo a un viaje sin retorno, en el que la ironía logra descongestionar los momentos de máxima tensión, con esos toques de humor que alivian el agobio y la opresión que pueden acompañar la lectura de este libro.
Conclusión:
Mikel Santiago auna de nuevo en esta novela sus dos grandes pasiones, la música y la escritura, a la vez que nos muestra una obra mucho más madura, pero asentada sobre los mismos pilares que su opera prima, puliendo los flecos y mejorando la construcción de sus personajes.
El gusto del autor por los lugares remotos es palpable de nuevo, si en la última noche en Tremore Beach la acción transcurría en una recóndita playa irlandesa de difícil acceso, en esta ocasión nos emplaza a un pueblecito de la Provenza francesa con unas carreteras llenas de curvas y peligros y una comunidad capaz de eclipsar el sol y la frescura de tan idílico enclave.
Nos encontramos ante una novela más depurada, ante un estilo propio, y una forma de escribir que atrapa desde de la primera línea, y eso que el uso de la primera persona hay que saberlo manejar con elegancia para no perder perspectiva.
Mikel Santiago con su segunda novela ha dejado claro que es un autor a tener en cuenta, y seguro que ya cuenta con una legión de seguidores que esperan su nueva novela, entre los que me incluyo
PD. Comencé a escribir esta reseña a finales de julio, de ahí las alusiones al post de Silvia, mi poco tiempo dejaron reposar en la carpeta de borradores esta opinión que he rescatado ahora y pulido. Llevo mucho retraso, espero que merezca la pena la espera