Al igual que los vecinos de Villar del Río esperaban los tractores que lanzaban los americanos desde los aviones, actualmente, los vecinos y alcaldes de los municipios que se integran dentro de los parques nacionales esperan como agua de mayo la lluvia de euros que les supone estar dentro de un parque nacional. Pero esos euros no van destinados la protección del medio ambiente en el que se integran. Ese dinero se usa para reparar infraestructuras y hacer otras nuevas, para el alumbrado, para arreglar cuadras y casas, o para limpiar ríos, cuando todos sabemos el concepto que se tiene normalmente de lo que es la limpieza de un río, que consiste básicamente en quitar lo único que no estorba, lo único que diferencia a un río de un canal de riego.
Los parques nacionales ya ni siquiera cumplen el objetivo por el cual han sido creados, que merece la pena recordar de vez en cuando:
"La finalidad de los parques nacionales es asegurar su conservación, y posibilitar su uso público y la mejora del conocimiento científico de sus valores naturales y culturales, así como fomentar una conciencia social conservacionista, el intercambio de conocimientos y experiencias en materia de desarrollo sostenible, la formación y cualificación de los profesionales que trabajan en ella y su incorporación y participación en redes y programas internacionales"
Desde hace años, y sobre todo después de la transferencia de la gestión de los mismos a las comunidades autónomas (ley 5/2007 de la Red de Parques Nacionales), las prioridades quedaron claras. Pertenecer a un parque nacional significaba poder disfrutar de unas subvenciones a las que los habitantes de los municipios vecinos no podían optar, y que en algunos municipios de los Picos de Europa significaban, en propias palabras de alguno de sus alcaldes, un 40% más de subvenciones que si estaban fuera. La palabra maná se repetía continuamente, tanto entre los periodistas como entre los propios vecinos.Y como el pan que Yahveh les mandaba a los israelitas, el dinero caía del cielo para poder emplearlo en todo menos en la "conservación y la mejora del conocimiento científico de los valores naturales". Aunque en este caso, el cielo era el bolsillo de todos los contribuyentes, estuvieran o no estuvieran dentro de los parques.
A día de hoy, los parques nacionales se han convertido en parques ganaderos como el de Picos de Europa, en fincas para hacer monterías como en Mongragüe o en zonas de pesca comercial como en el Parque de las Islas Atlánticas de Galicia, donde tras las transferencias de gestión el alcalde de Vigo anunció que no habría restricciones para la pesca.
Y mientras sigue cayendo ese maná del cielo, que teóricamente serviría para compensar las restricciones e inconvenientes que podría acarrear vivir dentro de un espacio protegido, se aumentan las matanzas de lobos para satisfacer a los ganaderos, se reabren minas con balsas tóxicas en su entorno y se extinguen los cormoranes de Cíes en los trasmallos que cercan las islas.
Va siendo hora de plantearse en serio la figura de los Parques Nacionales, quizás habría que pensar en derogarlos en vista de que no cumplen con su función de conservación de la naturaleza. No faltarían entonces los políticos, constructores, arregladores de caminos, limpiadores de ríos y matadores de alimañas, que nos hablarían de reactivación económica y del empleo que generan los parques nacionales. Al fin y al cabo el medio ambiente solo es una excusa, una disculpa y en muchos casos una molestia.
Tampoco vendría mal, en estos tiempos en que los políticos se llenan la boca hablando del respeto a la Constitución, que se leyeran el artículo 45 de la misma, porque si es que se lo han leido, lo que es seguro es que no les conviene aplicarlo.
Título I. De los derechos y deberes fundamentales
Capítulo tercero. De los principios rectores de la política social y económica
Artículo 45
(1) Todos tienen el derecho a disfrutar de un medio ambiente adecuado para el desarrollo de la persona, así como el deber de conservarlo.
(2) Los poderes públicos velarán por la utilización racional de todos los recursos naturales, con el fin de proteger y mejorar la calidad de la vida y defender y restaurar el medio ambiente, apoyándose en la indispensable solidaridad colectiva.
(3) Para quienes violen lo dispuesto en el apartado anterior, en los términos que la ley fije se establecerán sanciones penales o, en su caso, administrativas, así como la obligación de reparar el daño causado.