Si querer entender de todo
es ridícula presunción,
servir sólo para una cosa
suele ser falta no menor.
Sobre una mesa cierto día
dando estaba conversación
a un abanico y a un manguito
un paraguas o quitasol;
y en la lengua que en otro tiempo
con la olla el caldero habló,
a sus compañeros les dijo:
-¡Oh, qué buenas alhajas sois!
Tú, manguito, en invierno sirves,
en verano vas a un rincón;
tú, abanico, eres mueble inutil
cuando el frío sigue al calor.
No sabéis salir de un oficio;
aprended de mí, pese a vos,
que en el invierno soy paraguas
y en el verano quitasol.