▶︎ ¡el mapa del tesoro | álex rovira | 【pdf】

Publicado el 13 diciembre 2018 por Misterdilan

El ser humano siembra un pensamiento y recoge una acción. Siembra una acción y recoge un hábito. Siembra un hábito y recoge un carácter. Siembra un carácter y recoge un destino.
PARAMAHANSA YOGANANDA Sé quien en verdad eres. Descubre tus talentos y tu propósito en la vida. Esto te llevará a hacer lo que amas y porque haces las cosas con amor, obtendrás lo que necesitas.

ERICH FROMM Carlos Nessi era un buen amigo y un excelente terapeuta que falleció el año pasado. Carlos, como un regalo que pretendía despertar la grandeza interior, repetía a sus clientes: "Lo que des de tise convertirá en tu riqueza". Esta bella frase, que es a la vez constatación e invitación, es la esencia de este libro. Nuestra riqueza es lo que somos capaces de aportar a este mundo en el que nos ha tocado vivir.
Nuestra prosperidad depende de que nos demos al otro y, gracias a ese darnos e invitar a crecer al otro, crecemos nosotros. O, como diría el también amigo Alejandro Jodorowsky, "Lo que das, te lo das; lo que no das, te lo quitas". Nos pasamos la vida buscando fuera lo que llevamos dentro.

Nos perdemos en largos viajes cuyo destino final es siempre, invariablemente, volver a casa tras haber abierto la mente y haber madurado, conscientes de que no encontraremos nunca fuera aquello que tanto anhelamos y que no es más que nuestro propio grito interior, la voz de la vida que, a través de nosotros, nos reclama para darle un sentido, llenarla no incorporando cosas -objetos-, sino más bien todo lo contrario, dando lo que nos ha sido dado a modo de dones, talentos, anhelos, ideas, utopías deseadas.
Pero esa plenitud solo la alcanzan aquellos que constatan en su fuero interno que venimos a esta Tierra a servir y a amar, a cuidar y a legar, y que ese es el origen y el fin de todo viaje. Ese es el verdadero tesoro. Un libro con el título de El mapa del tesoro quizá nos haga pensar en novelas de piratas, bandoleros marinos, corsarios, loros en el hombro, parches en el ojo, garfios en el muñón, muchas cicatrices y varias patas de palo.
Relatos algunos de ellos tan intensos como el que dejó escrito en el siglo XIX Robert Louis Stevenson en La isla del tesoro, y que tanta fantasía ha inspirado y sigue inspirando en millones de niños y adultos de todo el mundo. Pero este no es un libro de ficción, no es una novela, en él no aparecen carabelas ni goletas, tampoco cañones ni loros, ni islas caribeñas con abundantes cocoteros, ni piratas.
Este libro pretende ser una metáfora que ayude al navegante existencial a reconocer su propio tesoro y a ponerlo al servicio de los demás, y de esa manera encontrar, tal vez, un modo de dar sentido a su vida y mejorar la de los demás.