El maratón más duro del mundo

Por Juan Andrés Camacho Fernández @CorredorErrante

Voy a hablaros hoy del maratón más duro del mundo y del maratoniano que lo afronta, mi mayor referente deportivo y motivo por el cual comencé a correr, en agosto de 2007: mi padre.


La cuota de inscripción para correr este maratón es la propia salud, y en ocasiones, la vida; uno no decide correrlo, pero cuando se da cuenta ya está en medio de la prueba, sin saber cómo ha llegado hasta allí ni si será capaz de terminar.


Primero os hablaré de mi padre, posteriormente, de este particular maratón.

Criado como el segundo de 5 hermanos en la España franquista, mi padre realmente nunca fue aficionado a correr, aunque desde muy joven se dedicó al deporte, llegando a capitanear al equipo de fútbol de la localidad siendo juvenil.

Posteriormente pasaría al fútbol sala, y el día que tuvo su primera cita seria con mi madre, de forma improvisada, corrió su primera carrera, lo que casi le cuesta un disgusto, ya que llegó tarde por culpa de ello.

Fue algo anecdótico, y aunque ganó la carrera siguió jugando al fútbol durante varios años, actividad que combinaba con su trabajo en una galería de moda y confección, pero el día qué nací, algo cambió...

Ese 6 de diciembre, como era habitual en esas fechas, se celebraba la maratón más antigua de España en nuestra localidad, la Maratón de los Pacos; algo le hizo "click" y decidió que ese año comenzaría a entrenar para correr en la siguiente edición.


Con el fin de poder mantenernos a mí, recién nacido, y a mi madre, buscó un segundo empleo temporal como contable en unos recreativos, a la par que jugaba en el equipo de fútbol sala y comenzaba a entrenar para la maratón, que finalizó cerca de la barrera de las 3 horas.

Supongo que por verse "atrapado" por el "running" ese fue su último año en la liga de fútbol sala, en la que le dedicaron un trofeo a su "retirada", ya que siempre ha sido una persona que, aunque con un carácter especial, se hacía de querer.


De esta forma, y con la experiencia en el cuerpo de saber ya qué era enfrentarse al maratón, repitió en 1993, logrando su mejor marca personal en la prueba, que corrió durante 10 años consecutivos.

2:51:00 tras dos años en el mundo del "running", una marca nada desdeñable para un "runner" popular.

Siempre fue admirador de los maratonianos finlandeses, nunca faltó en su zapatero una par de Karhu, y su sueño, que nunca tuvo la oportunidad de complir, era correr la maratón de Helsinki, muy próxima a su cumpleaños, por lo que era muy especial para él.

Logró 7 veces la victoria como corredor local en la Maratón de Los Pacos, e incluso llegó a ser la imagen de la prueba, pero tras un declive constante en la calidad de la organización del evento decidió no volver a correr en él, poco antes de su definitiva desaparición.


En 1995 decidió fundar el Club Atletismo Fuengirola con varios amigos, lo que, unido al nacimiento de mi hermana, hizo que dispusiese de menos tiempo para entrenar, ya que para él la familia tenía prioridad (aunque dedicase horas a su pasión).

Siempre fue muy metódico, exigiéndose el máximo en cada entrenamiento para poder disfrutar en competición, levantándose al amanecer hasta 6 veces en semana (y trabajando a jornada completa, partida) para no dejar ni un entrenamiento sin tachar en su agenda.

Además del Maratón de Los Pacos participaría en dos ediciones del MAPOMA, bajando de las 3 horas, y su decimotercer maratón sería en Sevilla, al que acudiría sin entrenar para acompañar a sus compañeros de club, pero que completó con un registro cercano a las 3 horas, una vez más.


Mi padre siempre fue un poco supersticioso con el número 13, por lo que cuando le preguntaban decía que había corrido 12+1 maratones, y tenía muchas ganas de dejar esa cifra atrás; no obstante, por diversos motivos, entre ellos problemas renales y una profunda depresión, tuvo que dejar el deporte al que tanto había aportado, y que tanto le había aportado, así como la dirección del club que ayudó a fundar.



Llegamos a 2007, y tras pasar lo indecible, parece que se recupera y decide volver a correr tras su cumpleaños, y el primer día de su "vuelta" me pregunta si quiero acompañarle; será el primer día de mi vida como corredor, que ha continuado hasta hoy.

Tras nuestro primer entrenamiento juntos me dijo algo que nunca olvidaré: "Juan, ya pensaba que no dejaría atrás los 13 maratones, pero si aguantas los entrenamientos, cuando cumplas 25 años correremos juntos el maratón de Helsinki, y ya podré "retirarme" tranquilo".

Mi padre siempre se preocupa mucho por los excesos cuando corro, por él aun no habría debutado en maratón, por lo que el quería que corriésemos ese maratón tan especial para él en un momento en el que yo fuese ya un corredor maduro y formado, que pudiese "coger su relevo" en esa distancia mítica del maratón.

Pese a que siguió siendo igual de metódico y sacrificado, muchas veces "doblando" entrenamientos (entrenaba conmigo y cuando "terminábamos" él empezaba otra sesión mientras yo me duchaba y desayunaba), algo pasaba, lo achacaba a los años, pero no era normal para la cantidad y calidad de entrenamiento que realizaba.

En un control rutinario le detectaron anemia extrema, tanto que a una persona normal le hubiese impedido casi caminar, y en uno de los análisis le salió un valor sanguíneo cien veces superior al límite humano normal, para lo que empezaron a realizarle controles exhaustivos cada 6 meses, sin poder determinar nunca qué se lo provocaba.

Aun así llegó a cuajar buenos tiempos dentro de su grupo de edad, con varios podios, pero entre la medicación para los riñones y anemia unida a los constantes cólicos (hasta 5 en un mismo mes), no pudo mantener la continuidad entrenando; no obstante se dedicó a entrenarme y "llevarme de gira" por toda Andalucía, haciéndome de liebre en cada prueba.










En 2011 recayó de la depresión y tuvo que dejar totalmente el atletismo, se encerró en sí mismo y pasó tiempos muy difíciles, mientras yo, en el plano atlético, comenzaba a entrenar aleatoriamente, sin base ni control ninguna y echando muchísimo de menos su consejo y compañía.

No obstante comencé a sistematizarme y acabé corriendo corriendo solo, quizá tratando de emularle, aunque aún a día de hoy no le llegue ni a los tobillos.

Recientemente, en el culmen la crisis y debido a sus constantes bajas laborales, ha perdido su empleo, tras 32 años en la empresa, con un finiquito irrisorio y una prestación por desempleo de pena gracias a los recortes de los políticos de turno.

Mi padre quedó destrozado, pero lo peor estaba aun por llegar, y hace varias semanas le comunicaron que llevaba años afrontando un particular "maratón", culpable de prácticamente todos sus problemas de salud desde hace casi una década (corrió su último maratón en 2004, pero ya por entonces había descendido su rendimiento, sin razón aparente).

¿El nombre de su maratón personal? macroglobulinemia de Waldeström.

Un cáncer de linfocitos que lleva atacando su organismo casi una década, dando como resultado varios tumores en pulmones, cerca de los riñones y en la espalda, por lo que ahora afronta un tratamiento de choque, experimental, ya que es una enfermedad muy poco común.

Esta semana le toca su segundo ciclo, de tres días intensivos de quimioterapia (entre ayer y hoy llevamos 20 horas de hospital, y mañana a las 10 tenemos que estar allí de nuevo, y esto es solo el principio).

Si se le hubiese detectado a tiempo nunca se hubiese llegado a este extremo, pero ya no sirve de nada volver la vista atrás; solo hacia adelante.

Hay muchos problemas de salud entre los maratonianos, especialmente entre aquellos que buscan experiencias extremas, pero mi padre nunca fue un "buscador de sensaciones", nunca buscó ser mejor que nadie, salvo él mismo y pese a no fumar ni beber, alimentándose adecuadamente y descansando tras cada fin de ciclo, se encuentra en un punto crítico.

Ni el dolor físico o mental más extremo que haya sentido hasta el momento puede ser considerado como "fuerte" comparado con la impotencia que siento al verlo conectado a la bolsa de quimioterapia que, con suerte, en un par de años le habrá salvado la vida.

Una persona con la fortaleza física y mental como para correr 13 maratones, la mayoría por debajo del umbral de las 3 horas, que queda relegada a un sillón del que a veces le cuesta levantarse sin ayuda... es demasiado duro.

Mañana será navidad, un día especial del que al menos, la mitad, pasaremos en el hospital, pero quiero compartir esta situación con todos y poneros como testigos de un mensaje que quiero transmitir al mundo.

Papá, vas a salir vencedor, como tantas otras veces has hecho, y te prometo que dentro de dos años, con 25, como tantas veces imaginaste, estaremos corriendo juntos el Maratón de Helsinki.

Sé que será duro, que posiblemente aunque en 2 años el cáncer se controle, físicamente estarás derrengado, pero ten por seguro que te esperaré, que entrenaré contigo y que seré tu liebre, como tantas veces hiciste tú conmigo.

Si no puede ser a los 25 será a los 35, pero tendrás ese último maratón que siempre quisiste.

Mientras tanto, sabes que aquí estoy, para lo que haga falta, y este pequeño homenaje no es nada comparado con todo lo que te mereces, tanto por tus logros como atleta como por tus logros como persona, aunque tu humildad te impida verlo.

Sé que me estoy retrasando en responder a los mensajes que me mandáis a menudo, cuando antes respondía a diario, pero ya conocéis el motivo.

Feliz navidad a todos, no dejéis nunca de luchar, el camino es duro, pero con esfuerzo, sacrificio y la ayuda de vuestros familiares y amigos, no habrá meta que no podáis cruzar.