Una peripecia espacial del marciano solitario Matt Damon nos proporciona
diversión en la hostilidad del planeta rojo. El náufrago espacial aislado consigue
atraparnos con su estética visual y musical.
Verdadera mezcla de otras películas como Náufrago y Gravity, pero superando a
ambas, MARTE, consigue, gracias a la destreza y veteranía de Ridley Scott y a la
solvencia de Matt Damon, hacernos disfrutar durante cerca de dos horas y media
de una excursión al planeta rojo.
Temas como la lucha por la supervivencia, el optimismo y la solidaridad, destacan
sobre la narración (basada en la novela The Martian, de Andy Weir, que la regalaba
en su blog). Gracias a la dirección de Ridley Scott, auténtico mago en construcción
de historias épicas, al astronauta botánico Damon (a modo del oficial botánico
Joseph Banks del Endeavour), junto a la altruista colaboración de la Agencia Espacial
China con la NASA, nos adentramos en una aventura galáctica que nos divierte.
La estética de la película es impresionante. Es natural que proceda del creador de
la mítica Blade Runner. Alien o Gladiator (Prometheus, también futurista me resultó
algo aburrida).
La película mantiene con la banda sonora de Harry Greson-Williams una cadencia
que acompasa la historia. Seleccionando una decena de éxitos de música disco de los
años 70 y 80, la predilecta de la comandante de la nave, Jessica Chastain. Así,
spoilers, pero como se imponen para los impacientes, ahí lo dejo también).
Tantas canciones tan conocidas que arrasaban en las discotecas rompen la soledad del
protagonista y contrastan con el silencio infinito del cosmos, aunque parecen desatar las
furiosas tormentas marcianas. Por cierto, imposible sobrevivir sin la tan socorrieda cinta
americana. Cine de ciencia-ficción y música disco: ciencia divertida en el cine.