Richard Haig es un profesor británico que imparte clases en una universidad estadounidense. Después de una etapa de su vida de flor en flor por la influencia de su mujeriego padre, encuentra al amor de su vida Kate, que se queda embarazada. Es, en ese momento clave, cuando aparece Olivia, la Hermana de Kate y todo se complica.
La dirección ha corrido a cargo de Tom Vaughan, autor de Medidas extraordinarias y Algo pasa en Las Vegas, que ha hecho una comedia de enredo superficial y frívola. Estamos, por tanto, ante una comedia de sonrisas, que simplemente se deja ver. Sin embargo, para tratarse de un guionista y un director británico no ofrece nada del humor tan agudo que caracteriza a los ingleses. Desde luego, no creo que nadie se acuerde de ella dentro de un par de semanas porque, entre otras cosas, los diálogos son intrascendentes.
Esta producción permite reflexionar sobre el modo en que los comportamientos hedonistas de los progenitores influyen en la educación de sus hijos, aunque no se sea consciente, lo que, en muchas ocasiones, tiene sus consecuencias. Por otra parte, se reflejan los problemas de la sociedad postmoderna para comprometerse con otra persona para toda la vida, mostrando la dificultad del sí quiero para siempre. Por último, hay un personaje secundario que da muestras de su ética (el único), al no firmar un documento por cumplir con un simple trámite sino porque considera que lo verdaderamente importante de su trabajo es el beneficio que genera en el ser humano y no un simple paripé(publicado en Páginas Digital).