El norte ideológico del MAS, a merced de los movimientos sociales
La compleja estructura de sectores sociales que conforman al MAS es una de sus fortalezas, sin embargo, en determinados momentos es su debilidad, al no coincidir los intereses de aquéllos con el norte ideológico del partido.
La Razón / Ricardo Aguilar Agramont / La Paz
00:06 / 08 de septiembre de 2013
La estructura heterogénea del Movimiento Al Socialismo (MAS) es una de sus fortalezas, pues es una fuente de versatilidad, aunque también ha sido frecuentemente el origen de una debilidad debido a la corporativización de ese partido. Esto último tiene como consecuencia que, a veces, los intereses sectoriales de los movimientos sociales que lo componen no coinciden con su norte ideológico. Saldar este escollo es el reto que el MAS debe enfrentar no sólo con miras a las elecciones de 2014, sino también para consolidar su institucionalidad como organización política a largo plazo. Es la primera aproximación sobre la realidad del partido de gobierno, en el final del ciclo que Animal Político comenzó con el análisis estructural del Movimiento Sin Miedo (MSM), el Movimiento Social Demócrata (MSD) y Unidad Nacional (UN).
La diversidad compleja de organizaciones que conforman el MAS ha llevado, desde la primera gestión, a la creación del Viceministerio de Coordinación con los Movimientos Sociales, actualmente dirigido por Alfredo Rada. Esto demuestra que el primer gobierno de Evo Morales identificó la necesidad de relacionamiento con los gremios sindicales.
El ministro de Gobierno, Carlos Romero, apunta esta característica como una fortaleza (pues le da “flexibilidad para adaptarse a las formas organizativas de los pueblos”), pero ocasionalmente se trocó en dificultad. “Si bien la flexibilidad en función de la diversidad es una fortaleza, hay un debate permanente en el MAS en torno a las estructuras de los movimientos y la estructura partidaria. En algunas ocasiones no siempre se tienen los espacios de convergencia plena”, dice.
Los movimientos sociales “tienden a desarrollarse como estructuras paralelas”. El ministro señala que el presidente Morales “ha optado” por darles “mayor protagonismo”, pero el “paralelismo”, en su caso, puede “debilitar” la acción del partido. “Eso yo lo vería como un problema que ha sabido ser detenido”, analiza.
La característica abigarrada de la sociedad boliviana —según cita a René Zavaleta— permite que “muchas veces las estructuras corporativas” fragmenten a la sociedad y eso se reproduce en los partidos políticos, “que es lo que a veces sucede en el MAS”. La corporativización de intereses puede también “subalternizar (sic) una visión nacional por una estrictamente gremial”.
En otros términos, expresa algo similar la analista María Teresa Zegada, quien apunta que el “gran desafío” del MAS no es “llegar al poder” como para otros partidos, porque más bien lo hizo rápido. “Su reto es el de construir su institucionalidad organizativa”, pues tiene “deficiencias” en esto, aunque “no se ha notado por estar en el poder y vincularse con la estructura institucional del Estado. A veces incluso se confunden”. Así, “debe fortalecer la democracia interna”, la cual es compleja por “su estructura institucional corporativa”, sugiere.
El MAS no responde a criterios rígidos de un partido político entendido de manera convencional, describe Romero. Sin embargo, esta diversidad corporativa que constituye el llamado “instrumento” tampoco es única en el mundo, apunta la analista Érika Brockmann.
Zegada considera que el MAS, al acoplarse a la lógica de funcionamiento de las organizaciones sociales, tiene ventajas como contar con una base social disciplinada y activa, pero también la desventaja y “los riesgos” de una corporativización partidaria, en la que “primen más los intereses de los sectores que los intereses del partido o que se entremezclen”.
Para explicar mejor esto usa el ejemplo del sector cooperativista, que no sólo respalda al MAS, sino que “tiene representantes en el Ejecutivo y en el Legislativo” y ejerce desde ahí presiones ligadas a sus intereses sectoriales, lo cual puede “distorsionar los fines ideológicos del partido”. Para la analista, encarar el desarrollo institucional es el “gran reto” del partido de gobierno.
Las bases del MAS se sienten “muy identificadas con el Gobierno” por la “distribución de los incentivos selectivos”, que son los “beneficios sectoriales que tienen los grupos que apoyan a un determinado partido en el poder”, afirma Zegada.
Para Brockmann, el MAS es un partido que “responde a una modalidad organizativa corporativa”, es una “confederación de organizaciones”. En su criterio, los intereses de ese nucleo “campesinista y popular van a contrarruta de los intereses electorales y políticos”. Al ser el MAS el articulador, lo obligan a vivir en una permanente metamorfosis para captar a otros grupos”, asegura.
El discurso ideológico “ha cedido paso a los intereses prácticos y clasistas de estos sectores”. “Me pregunto cuán fuerte es Evo Morales para lograr convencer de sus consignas a los grupos corporativos”, refiere la otrora senadora del Movimiento de la Izquierda Revolucionaria (MIR).
No obstante, esta diversidad de organizaciones sociales con lógicas sindicales también es ventajosa. Borckmann ve que sus bases, si bien heterogéneas, son disciplinadas al momento de movilizarse.
Varios movimientos sociales se aglutinan en el MAS y adquieren representación política, empero, los grupos más grandes son la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB), las Seis Federaciones del trópico de Cochabamba, la Federación Nacional de Cooperativas Mineras de Bolivia (Fencomin), la Federación Sindical de Mujeres Campesinas Bartolina Sisa y la Confederación Sindical de Comunidades Interculturales de Bolivia (CSCIB). El caso de las organizaciones indígenas que son parte del MAS hay ambigüedad, ya que tanto el Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qullasuyu (Conamaq) y como la Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia (Cidob) inicialmente fueron parte del partido, sin embargo, se dividieron y formaron dos instancias paralelas de cada organismo: uno afín al partido de gobierno y otro en desacuerdo. El MAS es el que “articula” a estos movimientos, describe Romero.
La presidenta de la Cámara de Senadores, Gabriela Montaño, quien también destaca la flexibilidad de la estructura diversa de su partido, manifiesta que “es normal” que en una organización tan amplia hayan “tensiones internas”. Además, señala: “Hay pugnas constantes de sectores por el excedente económico aunque para resolver la dificultad volvemos al pacto que tenemos: la Constitución, que es la que distensiona”.
El senador oficialista Adolfo Mendoza apunta que los “intereses corporativos y los particularismos son parte de la forma de la sociedad” y que “ahí está el reto para el MAS para no anclarse en particularismos, sino en lo común a todos”.
La dificultad fue comprobada en determinados momentos, sobre todo en el sector cooperativista o con la Central Obrera Boliviana (COB), que dio un apoyo condicionado al partido de gobierno y terminó por crear otro partido. Sin embargo, el MAS supo controlar en esos momentos los desencuentros y ya son constantes los mensajes que da Morales a estos sectores para que abandonen “los intereses sectoriales por los nacionales”.
Romero enumera cuatro aspectos con los que se impide que no se dispare la no coincidencia de intereses corporativos y los ideológicos del MAS: primero, la recuperación de los recursos naturales como un factor “de comunidad y de identidad nacional” permite resolver el síntoma de una “sociedad fragmentada” que se reproduce en el MAS; segundo, el haber convertido en un “capital político” a la identidad etnocultural; tercero, “la madurez” del Pacto de Unidad (acuerdo de organizaciones campesino-indígenas afines al MAS) y su “apuesta intransigente” por el proceso de cambio en los “momentos difíciles; y cuarto, el “fuerte liderazgo, a veces excluyente”, de Morales, que tiene una “extraordinaria capacidad de interpretación política”.
En esta heterogeneidad, Montaño también señala que Morales “es el gran unificador”. Zegada cree que el “fuerte liderazgo” de éste es uno de los factores de cohesión, pero que si bien esto tiene sus puntos beneficiosos, “resta institucionalidad a la organización política”. “Es muy difícil pensar al MAS sin Evo Morales”, afirma.
Otra debilidad o reto que encuentra Romero tiene alguna relación con lo que decía Zegada en el sentido de que al estar el MAS “ligado a las estructuras del Gobierno” tenía una deficiente institucionalidad partidaria.
“Algunos sectores dirigenciales tienen la tendencia a la burocratización o de faccionalismos en la disputa de liderazgos medios, lo que genera contradicciones internas que conllevan un andar complejo del instrumento”, eso también “se explica” por la diversidad del MAS y de la sociedad boliviana.
Más allá de esa alianza con las principales organizaciones sociales, el MAS es una construcción —a pesar de su sigla “comprada” a David Áñez Pedraza— del llamado Instrumento por la Soberanía de los Pueblos (IPSP), con un carácter aún más heteróclito. Es la principal fuerza política desde 2005, año en el que comenzó con sus recurrentes victorias electorales hasta, en la actualidad, contar con dos tercios de votos en la principal fuente de poder, la Asamblea Legislativa Plurinacional (y el Órgano Ejecutivo).
‘Es el articulador de las organizaciones’: Carlos Romero, ministro de Gobierno
El MAS no responde a la forma ortodoxa de un partido, sino a la representación de organizaciones sociales que adquieren, con la articulación del instrumento, funciones políticas. Así, el MAS es el articulador de las organizaciones sociales en la construcción de autorrepresentación de éstas, esto le da la ventaja de tener flexibilidad y le convierte en una instancia muy poderosa electoralmente.
‘Hay contaminación entre Estado y el MAS’: María Teresa Zegada, analista
Hay dos factores de cohesión en el MAS, por una parte el Estado que se mezcla, aunque se contaminan mutuamente y así sus bases se identifican por los beneficios que reciben. El otro factor de cohesión es el liderazgo de Evo Morales, ubicado más allá del Estado. Es impensable el tamaño actual del MAS sin la presencia de Evo Morales; hace pensar que es insustituible.
‘El MAS supo abarcar lo rural y urbano’: Gabriela Montaño, presidenta del Senado
El MAS es el instrumento político más grande de la historia del país, que abarca lo rural y lo urbano. Es un instrumento joven con grandes fortalezas, sobre todo por estar fundado en estructuras organizativas sindicales que hacen el tejido social también más grande del país. Supo formular un norte estratégico al país que terminó por plasmarse en la Constitución
‘Tiene una forma corporativa de origen’: Éricka Brockmann, analista
Si puede llamársele partido, responde a una forma participativa corporativa de origen. Es como una megacoalición de organizaciones sociales, su núcleo son los interculturales, los campesinos y las bartolinas, con debilidad en el sector indígena de la Cidob y el Conamaq. Los intereses del núcleo campesino no siempre coinciden con los intereses electorales y políticos del MAS.